Análisis de Covid-19: ¡ahora lo entiendo!

Sanitario introduciendo un hisopo en la nariz de una paciente

A. Victoria de Andrés Fernández, Universidad de Málaga

por A. Victoria de Andrés

 

La pandemia nos ha familiarizado con una terminología que, hasta hace algunos meses, era exclusiva del mundo biomédico. Sin embargo, el que nos suenen una serie de palabras no significa que las entendamos. La mayoría de las personas desconocen qué pruebas les han practicado, qué significan los resultados y, lo que es más importante, si tienen o no el virus en fase contagiosa.

¿Y por qué? Porque falta una narrativa ordenada y coherente.

Las televisiones están saturadas de programas monotemáticos sobre la covid-19 llenos de expertos, de conexiones en directo con reconocidos especialistas y de pantallas de gráficos espectaculares pero… con poco sentido de la didáctica.

Voy a intentar aplicarlas a este galimatías de términos (PCR, antígenos, coronavirus, IgG, anticuerpos, ELISA, enzimoinmunoanálisis, hisopo, análisis serológicos, IgM…) con la precisión de una analista clínico pero con estrategia docente: despacio, ordenadamente y de menor a mayor nivel de complejidad (primero lo orgánico, después lo celular y, por último, lo molecular).

¿Qué es la COVID19?

Es una enfermedad infecciosa causada por el SARS-CoV-2, un virus perteneciente a la familia de los coronavirus. Como es el virus y no la virus, es el (masculino) y no la (femenino) SARS-CoV-2. Y como resulta largo e incómodo hablar de la “enfermedad causada por el SARS-CoV-2”, se utiliza el acrónimo COVID-19, donde CO viene de Corona; VI, de virus; D, de disease (enfermedad, en inglés) y 19, de 2019 (el año en que se describió el virus para la ciencia). Consecuentemente, a mis cultivados lectores les gustará saber que lo correcto es hablar de la COVID-19 (en femenino) ya que estamos hablando de la enfermedad que causa el SARS-CoV-2.

¿Por qué hay tantos análisis diferentes relacionados con la COVID-19?

Hay dos grupos de análisis: los que detectan virus (su material genético o sus antígenos) y los que detectan anticuerpos. Repasemos qué es cada cosa y así entenderemos por qué son necesarias tantas pruebas.

Un antígeno es una molécula externa a nuestro organismo (normalmente proteína o polisacárido) que nuestro cuerpo reconoce como intrusa y, en consecuencia, desencadena una reacción para protegerse. Dicho de otra forma, es un trocito de virus que hace que nuestro cuerpo, que ha reconocido que algo malo se le ha colado, ponga en acción a sus fuerzas armadas (el sistema inmunitario).

Nuestro sistema inmune, entre otras acciones que emprende cuando nos invade un microorganismo, despliega la infantería. Aquí no actúan soldados de cualquier categoría sino cuerpos de élite especializados en la lucha contra antígenos concretos. Son los anticuerpos, que se acoplan de manera específica a los antígenos bloqueando los virus que los portan. Lo entenderemos muy bien si pensamos que los soldados tienen bayonetas que solo encajan en virus concretos, como llaves en cerraduras. Son soldados que han nacido para esa lucha y no para otras.

Los análisis de antígenos detectan directamente el virus (o trozos de virus) mientras que los análisis de anticuerpos detectan nuestras reacciones moleculares defensivas contra el SARS-CoV-2.

Análisis para detectar presencia de virus

Como el SARS-CoV-2 se aloja en las vías respiratorias, las muestras para el análisis se toman del epitelio nasofaríngeo u orofaríngeo, mediante hisopos introducidos a través de las fosas nasales o la boca.

Dado que estos virus son moléculas de ARN envueltas en cápsulas proteínicas, podemos hacer diferentes pruebas centradas en detectar uno u otro componente:

    • PCR (Polymerase Chain Reaction). Detecta el ARN del virus. Un positivo implica que este ARN está presente en nuestro cuerpo, ya sea en forma de virus completos e infecciosos o en restos muertos. Prueba segura, sensible desde estadios de infección muy tempranos pero lenta y cara. Por el momento, está generalizado su uso cualitativo, aunque se está investigando activamente para agilizar las técnicas de cuantificación de la carga viral (es decir, saber cómo de infectado está el paciente y, consecuentemente, qué riesgo de contagio supone para los demás).
    • TMA (Transcription Mediated Amplification). Más rápida que la PCR, tan segura como ella, pero requiere de tecnología no generalizada en los laboratorios clínicos.
    • Test rápido de antígenos (inmunocromatográfico). A diferencia de las dos anteriores, detecta las proteínas de la cápsula del virus, no su ARN. Barato, rapidísimo y realizable fuera del laboratorio, perfecto pues para cribados masivos de la población. Pero, ¡ojo!, puede resultar negativo en personas con carga viral baja (normalmente asintomáticos).

Análisis de anticuerpos

Estas pruebas se realizan en sangre. Como cuando la sacamos y la centrifugamos obtenemos el suero, hablamos de test serológicos. Los principales anticuerpos implicados en esta guerra son las inmunoglobulinas M (IgM) y G (IgG).

La IgM corresponde a la primera generación de soldados, los que se sintetizan en la fase aguda de la enfermedad (cuando estás con el virus dentro y hay que neutralizarlo rápidamente).

La IgG, aunque también aparece en fase aguda, se genera más tardíamente. Son anticuerpos más específicos que defienden a largo plazo, es decir, son los que generan “inmunidad” ante futuras infecciones.

Extracción de muestra de sangre para test rápido de anticuerpos. Shutterstock / Cryptographer

Como es un virus nuevo, aún no sabemos cuánto puede durar esta memoria (de hecho, se están describiendo casos de presuntas reinfecciones).

Además, en el caso del SARS-CoV-2 no existen diferencias en la aparición de IgM e IgG, por lo que su detección no permite determinar el estadío de la infección.

Ya sea la IgG, la IgM o ambas (junto con otras inmunoglobulinas, lo que se denomina anticuerpos totales) se pueden detectar mediante diferentes técnicas de EIA (Enzimo Inmuno Análisis):

    • Test rápido de anticuerpos (inmunocromatográficos). Son cualitativos (positivo o negativo), rápidos, baratos y practicables fuera del laboratorio, por lo que son idóneos para saber qué parte de una población, sospechosa de haber estado en contacto con el virus, ha estado realmente infectada por el SARS-CoV-2.
    • Test de anticuerpos ELISA (Enzyme-Linked InmmunoSorbent Assay). Sirven, además de positivo o negativo, para cuantificar el nivel de anticuerpos, posibilitando conocer el estado exacto de inmunidad del paciente. Requieren algo más de tiempo y hay que realizarlos en el laboratorio.

Una vez entendidas las pruebas, hay que interpretar los resultados. La manera más fácil es siguiendo esta conocida tabla:

Tabla interpretativa de resultados analíticos COVID19. Instituto de Salud Carlos III, Ministerio de Sanidad

Espero que ahora les sea más fácil la interpretación de su informe analítico. No obstante, conviene recordar que, a igualdad de resultados obtenidos, sigue sin saberse de manera clara y discriminante por qué unos ni se enteran (los asintomáticos) mientras que a otros les va la vida (literalmente) en ello.

Se desconoce también si la presencia de anticuerpos cambia la susceptibilidad a infecciones posteriores o cuánto dura la protección de los anticuerpos.

En analítica, como en otras áreas de conocimiento relacionadas con la Covid-19, hará falta tiempo y un extraordinario esfuerzo investigador para conocer las particularidades de esta nueva enfermedad que ha puesto en jaque a la humanidad.


A. Victoria de Andrés Fernández, Profesora Titular en el Departamento de Biología Animal, Universidad de Málaga. Licenciada en Biología (1985) y doctora en Biología por la Universidad de Málaga (1991). Profesora Titular en el Departamento de Biología Animal (1996). Especialista en Análisis Clínicos y Directora de un laboratorio de Análisis Clínicos privado durante 16 años. Formación postdoctoral en Salford (UK). Docente invitada en las universidades de Salford (UK 1991-94), Toledo (Ohio, USA, 1992) y Pierre et Marie Curie (París, Francia). Directora del Máster de Análisis Clínicos de la UMA en las tres ediciones en las que éste se ha realizado (2004, 2005 y 2007). Miembro de la Comisión Nacional de Análisis Clínicos del Ministerio de Sanidad desde 2003. Socia fundadora de ASEBAC (Asociación Española de Biólogos Analistas Clínicos). Actualmente dirige Purificell, empresa mixta de científicos de la Universidad de Málaga y cirujanos plásticos, dedicada al autotransplante de células madre, aisladas de la grasa del paciente, para la regeneración de tejidos biológicos mediante rápidos y cómodos autoinjertos.
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