Aylán, tres años más tarde

Querido niño,

Tu muerte solo sirvió de espectáculo en los medios de comunicación, de comentario en los escaños de Sus Señorías, de cotilleo en los mercados de las ciudades… Vergüenza y desolación; un niño tendido boca abajo en la playa, un pequeño cuyo nombre removió conciencias e hizo palidecer a cuantos observaron cómo las olas bañaban tu cuerpo; ese que yacía muerto. Y el escenario, tres años más tarde, no dista mucho del que tú viste; ese cruel destino que te llevó a otro lugar querido Aylán.

El aumento de muertes de niños como tú que intentaban llegar solos o con su familia a Europa sigue in crescendo según apunta Save The Children. Cerca de 650 niños se han ahogado en el mediterráneo, que se sepan, no creas, porque la mayoría vienen indocumentados y ya se constatan 1.550 muertes de personas que han tratado de llegar como tú a Europa.

Niños vulnerables, niños sin rumbo ni familia cuyo leit motiv es llegar con los demás y que Europa los proteja. Niños expuestos a la explotación, al sexo, a la violencia de las personas que sin mediar palabra hacen uso de la fuerza y del poder; y todo, por llegar. Las mafias siguen su empresa y las vidas de los niños como tú corren peligro a diario en el cementerio del Mediterráneo; ese lugar idílico al que cantaba Serrat.

No sirvió que la imagen de tu cuerpo inerte removiera las conciencias necesarias; de nada sirvió que tu vida se quedara bañada entre olas; tu llanto, tu dolor, tu miedo… Aylán Kurdi solamente tenía tres años cuando murió delante del mundo. España sigue recibiendo el 42 % de las llegadas de migrantes de toda Europa; niños que como tú están expuestos a las olas; a la travesía, a no saber si llegarán.

No hablamos de con quién, ni de qué forma; solamente hablamos del dolor que supone partir, sin más maleta que la vida y a expensas de que la suerte te haga tener buen viaje. Definitivamente no todos los niños tienen el mismo destino. Alguna vez pensé que nunca más iba a ver a un Aylán tirado en el suelo. No solo los he visto, sino que los he descrito en informaciones que citaban familias que han perdido la vida como tú.

Hablamos de humanidad, hablamos de responsabilidad, hablamos de vergüenza, hablamos de derechos humanos, ¿derechos humanos? Tú no los tuviste pequeño,  pero créeme que alguna vez contaremos que tu muerte sirvió para algo.

Desde la tribuna de la vida que mira con asombro lo que sigue pasando en las costas españolas, mi abrazo más sincero allá donde estés pequeño.