Bertín Osborne y el patriotismo de quita y pon

por Pedro Iniesta Ru

El nuestro siempre ha sido un país de opinadores osados, un país en el que han florecido, al abrigo de apellidos pluscuamperfectos, señoros que empiezan a serlo desde su adolescencia, cayetanos educados en el elitismo patriótico, en la charanga ideológica y en la devoción irracional a los símbolos de su nación de cartón piedra. Así, en su concepción excluyente de España, algunos de estos privilegiados solo han sabido ejercitar su patriotismo como un arma con la que batirse en un duelo a garrotazos con todo aquel que no huela a incienso, toros o heráldica incrustada en banderas rojigualdas.

Son pocos, pero ruidosos, y alguno de ellos resulta especialmente paradigmático. Seguro que todos recordamos la letra de la ranchera : con dinero y sin dinero, yo hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley, no tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey. Y sí, sigue siendo el rey, aunque solo de su corrala, quien cantase rancheras en los 90 para cortejar casposamente a las mujeres, el señoro entre los señoros, Bertín Osborne.

Este bravucón, de risa atragantada, ridículo en sus formas, chistoso sin gracia, y que tantas veces nos ha intentado aleccionar sobre el amor a España, adquirió el 100% de las acciones de una sociedad panameña por un importe de 250.000 dólares. Y fue cuando Hacienda comenzó a embargarle el salario cuando reconoció afligido que había sido un error. Ay, los errores, Bertín, esas típicas equivocaciones que te hacen fijar tu residencia en Luxemburgo y ceder tus derechos de contratación a una sociedad instrumental panameña para esquivar a Hacienda. ¿A quién no le ha pasado?

Así las cosas, hoy nos acordamos de tu sonrisa socarrona mientras entrevistabas a lo más rancio de la derecha de nuestro país al tiempo que ingerías generosamente los buenos vinos con que brindabais. También te imaginamos en esas monterías en las que, mientras intentabas afirmar tu virilidad, disputabas con tus amigachos quien de entre todos era el más español, y muy español y mucho español, que diría vuestro amigo Mariano.

Y seguramente alguno de ellos, como tú, se llenó la boca con España mientras escapaba de la hacienda pública, poniéndose pulseritas con la bandera en la mano con que firmaba en sociedades of-shore… Qué poco tenéis que enseñarnos sobre lo que es España o ser español, quienes, como tú, dais la espalda desde vuestros paraísos sin impuestos a la construcción de un estado del que nos sentimos orgullosos quienes creemos en su educación, en su sanidad, en sus servicios públicos y en todos los derechos que, con vuestra furibunda oposición hemos conquistado las izquierdas, haciendo de este un país del que sentirse verdaderamente orgullosos, y es que a ninguno de vosotros, defraudadores y patriotas de quita y pon, os debemos los españoles absolutamente nada.

Cuántas rancheras has cantado, Bertín, y cuantas veces has dado el cante.

París, 30 de noviembre de 2021

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