Brasil afronta un año electoral convertido en superpotencia económica

por Francisco Villanueva

 

Viernes, 11 de febrero de 2022. Brasil celebrará elecciones presidenciales este otoño en un clima de crispación como no se ha visto jamás en el país. Hay una absoluta y completa polarización con solo 2 candidatos que deciden el destino de Brasil en los siguientes 4 años: el presidente Jair Bolsonaro de extrema derecha, y el ex mandatario socialista Luiz Inacio “Lula” Da Silva.

Bolsonaro ha logrado en las últimas tres semanas dos objetivos de envergadura: la ampliación del techo fiscal por un año en 5.500 millones de dólares que le permite financiar el denominado Auxilio Brasil que beneficia a más de 60 millones de brasileños de rentas bajas.

El segundo elemento de importancia que muestra a Bolsonaro crecientemente fortalecido es la designación por el Senado de un nuevo integrante del Superior Tribunal Federal (la Corte Suprema de Justicia Brasileña), lo que ha despertado el entusiasmo de la ya fervorosa comunidad evangélica, que es uno de los bastiones del actual presidente, junto con los agro negocios, los propietarios de supermercados de productos generales de las grandes ciudades brasileñas, y la amplia presencia de los organismos de seguridad y las fuerzas armadas.

La reforma del sistema de Seguridad Social decidida por el Congreso de Brasilia el 21 de octubre de 2019 fue la transformación fundamental realizada en la estructura económica y social brasileña por Jair Bolsonaro y su ministro de Economía, Guedes.

La raíz de la crisis brasileña es la siguiente: el gasto público era 18% del PIB en 1965, y creció al asfixiante 78% en 2018; y en los 10 años posteriores a 2009 se elevó 30 puntos: pasó de 53% a 80% del producto (FMI). En ese periodo el déficit fiscal llegó a 6,7% del PIB, con una presión tributaria de 38% del producto, la mayor entre los países emergentes. Al mismo tiempo, la deuda pública se expandió vertiginosamente: era 59,1% del producto en 2009, y alcanzó a 80% en 2017, con una tendencia que la llevaría a 106% del PIB en 2022, antesala directa del default forzoso.

En esa etapa, Brasil pagaba todos los años más de 100.000 millones por los intereses de la deuda pública, 10 veces más de lo que destinaba a la educación. Por eso Brasil se sumergió en una depresión prolongada a partir de 1980: el PIB nominal creció 2,1% anual desde 1980 a 2018, pero el alza del PIB per cápita fue nula o negativa (1% anual, o menos). Es un caso único en la historia del capitalismo del siglo XX; y contrasta sobre todo con el hecho de que entre 1930 y 1980 la economía brasileña creció 8% anual, y fue la que más se expandió en el mundo en esta época.

De ahí que la economía brasileña (la octava del mundo) sea la más cerrada del sistema global, y que dos tercios de la producción, incluyendo prácticamente a la totalidad de la industria manufacturera, sea incapaz de competir internacionalmente por su bajísima o nula productividad.

La Reforma de la Seguridad Social de 2019 ha modificado drásticamente la ecuación fiscal brasileña al permitir el ahorro de 217.000 millones de dólares en 10 años; y al hacerlo ha cambiado el destino de Brasil en la economía global. El resultado ha sido que el déficit fiscal cayó a 1,1% este año, a partir del hundimiento de más de 10% del PIB en 2020, e incluso tendría un saldo positivo en 2022, el primero de su historia desde la década de los setenta.

El ministro Paulo Guedes ha informado que ya hay comprometidos más de 100.000 millones de capitales privados en las privatizaciones de rutas, puertos, y telecomunicaciones, incluyendo 8.700 millones obtenidos por la licitación de la 5-G este año.

Lo esencial a subrayar es que Brasil crece ahora sobre la base de la inversión privada nacional y transnacional: ha cambiado el eje histórico de la acumulación brasileña. Hay que agregar también que el Banco Central ha obtenido por primera vez total autonomía por ley, y ahora intenta lograr que la inflación de 10,7% anual caiga a la mitad en 2022.

También es útil retener algunos datos estructurales para ubicar nítidamente a Brasil en el mundo: el superávit comercial asciende a más de 90.000 millones en 2021; y las reservas del Banco Central de Brasilia superan 352.000 millones de dólares.

Brasil, en suma, ha encontrado con la Reforma de la Seguridad Social, un camino virtuoso de sustentabilidad fiscal que torna posible por primera vez desde la década de los setenta una estrategia de desarrollo nacional sostenible y de largo plazo.

Es evidente que en los últimos cuatro años de gobierno de Jair Bolsonaro Brasil ha dado un giro histórico a su destino en el mundo. Él es un personaje cuestionable en casi todo o todo, es un tipo que está en las antípodas de la moderación de ideas socialdemócratas o liberales. Ha ejercido un liderazgo en la pandemia de pandereta al puro estilo Trump…y eso pasará factura.

Por último, hay que advertir que es el segundo país emergente después de China, y dispone de un PIB semejante al de India, pero ésta tiene 1.400 millones de habitantes, y nuestro querido Brasil sólo 230.

En estas condiciones tendrá lugar la contienda presidencial entre “Lula” y Bolsonaro en octubre/noviembre de 2022, en una elección absolutamente polarizada, donde hay una drástica opción a elegir. Socialmente el actual presidente es un monstruo para la convivencia y sabe crispar como nadie; los resultados económicos son positivos pero a veces es difícil evaluar una gestión con tanto odio….y Lula es un referente mundial de derechos y libertades. Tiempo al tiempo.


Francisco Villanueva Navas es economista y periodista financiero
@FranciscoVill87
Acerca de La Mar de Onuba 5525 Artículos
Revista onubense de actualidad, cultura y debate, editada por AC LAMDO, entidad sin ánimo de lucro inscrita en el Registro de Asociaciones de Andalucía con el número 4318 de la Sección 1. - Director: Perico Echevarría - © Copyright LAMDO 2017 / ISSN 2603-817X

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