Coaliciones poselectorales: el Juego de Tronos de la política española

Mapa de España en que se presenta la división territorial con la clasificación de todas las Provincias de la Monarquía según el régimen legal especial común en ellos (Jorge Torres Villegas, 1852). Wikimedia Commons

 

 

El entretenido panorama político español de los últimos años, con la irrupción de los partidos de la ya llamada “nueva política” y esa sensación de hastío electoral, se ha caracterizado por la sensación de incertidumbre creada a nivel nacional. Fenómeno que se intensifica si descendemos en el nivel de administración.

Las coaliciones se han convertido en un asunto de discusión política diaria. Con un sistema de partidos casi polarizado –o así lo entendería el influyente Giovanni Sartori– y con una ley electoral que acoge el sistema D’Hondt, se preveía la irrupción de las coaliciones.

Ante esto, se dibuja un escenario propio de lo que podría ser una contienda más para obtener el trono de hierro autonómico, justificado principalmente por la importancia de ostentar una presidencia autonómica.

Este año se van a producir tres elecciones autonómicas, en el País Vasco, Galicia y Cataluña, y por ello las coaliciones vuelven a la palestra. Ciudadanos había ofrecido coaliciones electorales en los tres territorios, aunque de momento las únicas elecciones convocadas son las de las dos primeras comunidades autónomas.

El pasado 10 de noviembre mostró las debilidades de cada partido y la aparente necesidad de conformar una coalición electoral para garantizar su existencia. Y es este punto, quizá, el más reseñable: por primera vez en los últimos treinta años dos partidos nacionales quieren presentarse en coalición.

Sin embargo, las negociaciones sólo han sido fructíferas en el País Vasco, donde han acordado presentarse bajo el nombre “PP + C’s”.

Alberto Núñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia desde 2009, ve, a día de hoy, reforzada la posición de poder que ocupa respecto a la formación que lidera Inés Arrimadas desde hace unos días. Galicia es una comunidad clave para el PP, sólo ha dejado de gobernarla en una legislatura. La formación popular en Galicia ocupa el espectro de centro-derecha, lo que le otorga una masa de votos cuantiosa. Las encuestas también le son favorables. No plegarse a la voluntad de Ciudadanos es una tentación que, ahora mismo, parece irresistible.

Por ello, el escenario electoral vasco, desafiante para ambas formaciones, se establece como el tubo de ensayo perfecto para la experimentación de la coalición. De esta forma se persigue una concentración de voto que permita una presencia consolidada de ambas formaciones en dicha comunidad.

Tipos de coalición

Por otra parte, y antes de valorar los distintos elementos propios de una coalición política y sus posible efectos, tanto positivos como negativos a nivel electoral, es necesario realizar una diferenciación clara entre los distintos tipos de coalición existentes.

Puesto que las circunstancias que rodean el fenómeno serán un factor de gran importancia a la hora de situar dicho caso, entre los distintos tipos de coalición política en España, y haciendo uso del estudio realizado por Josep Mº Reniu , encontramos:

      • Coaliciones electorales serán todos aquellos acuerdos que se realicen con el objeto de adecuar una alianza entre partidos políticos, ya sea de forma previa o posterior a la celebración de la jornada electoral. Més compromís, la unión preelectoral de Más País y Compromís para las elecciones generales de noviembre de 2019 es un claro ejemplo del fenómeno.
      • Coaliciones parlamentarias: una vez sobrepasado el escenario electoral y adentrados en la arena parlamentaria, y por ello legislativa, encontramos los acuerdos sustanciados entre grupos parlamentarios, entendidos como un acto que no deberá ser totalmente vinculante para el resto de legislatura. Un claro ejemplo lo podemos ver en la aprobación del Proyecto de los Presupuestos Generales de 2018, aprobados por 176 votos a favor provenientes del PP y sus socios electorales de UPN y Foro, Ciudadanos, Coalición Canaria (CC) y Nueva Canarias (NC), así como el PNV.
      • Coaliciones gubernamentales, también conocidas como Gobiernos de coalición. En ellos encontramos la totalidad de acuerdos consolidados para la constitución de ejecutivos en sistemas parlamentarios, siendo estos altamente vinculantes en el sentido de consolidar un acuerdo para completar la legislatura. El actual Gobierno de España del Grupo Parlamentario Socialista y Unidas Podemos muestra la estructura de esta tipología de acuerdos, muy común en lugares como Alemania o Italia.

Experiencias de coaliciones

Ha habido diferentes experiencias con coaliciones de gobierno y coaliciones electorales. Las primeras, especialmente, en el ámbito local. En los ayuntamientos, al no poder convocar elecciones por sí mismos, los concejales se ven obligados a entenderse durante cuatro años. Hacen de la necesidad virtud.

En estos últimos años han sido muchos los ayuntamientos importantes que han tenido que ser gobernados por coaliciones de gobierno. Un ejemplo es Alicante, donde actualmente hay una coalición de gobierno formada por PP y Ciudadanos con el apoyo externo de Vox. Otro ejemplo es el ayuntamiento de Madrid, con idéntico organigrama.

No obstante, en España se hace más raro ver coaliciones en el ámbito nacional o autonómico. Todo era cuestión de tiempo y, efectivamente, éste al final impuso la lógica: el gobierno de España lo conforma una coalición entre PSOE y Unidas Podemos.

Los peligros de ciertas coaliciones

Las coaliciones entrañan consecuencias que no siempre son las deseadas. El argumento principal utilizado suele ser la afirmación de que la suma de los dos resultados en comicios anteriores por ambos partidos será la suma que se obtendrá con la coalición. Esto no parece ser del todo cierto debido a las experiencias previas, como la fusión entre IU y Unidas Podemos que no dio los resultados esperados. En diciembre de 2015 Podemos obtuvo 3 198 584 votos e IU 926 783 votos; seis meses más tarde en junio de 2016 la coalición Podemos-IU-Equo obtuvo 3 227 123 votos.

Otro hecho que conviene tener en cuenta es la fractura que puede llegar a suponer dentro de los propios partidos. Los partidos son, a menudo, estructuras rígidas. La toma de decisiones no siempre se antoja fácil y las luchas internas pueden avivarse con facilidad.

Asimismo, al haber acuerdo, sólo se presentará una lista y, por ello, habría la mitad de oportunidades para formar parte de la misma. Este último, que parece no tener demasiada enjundia, es el escollo a resolver más complicado por parte de la dirección de los partidos.

Por todo ello, los partidos deben valorar qué va a tener mejores consecuencias para sus formaciones o, por el contrario, seguir por el camino marcado por la improvisación del día a día. Deben efectuar un ejercicio de ponderación, esto es si llevar a cabo la coalición –con los potenciales problemas que le puede acarrear– o seguir siendo estructuras tradicionales no adaptadas al nuevo sistema de partidos.


Pablo Pareja Ferrer, Investigador en el área de Ciencia Política y de la Administración., Universidad Miguel Hernández y Sergio Andrés Morales Garzón, Investigador Área de Ciencia Política y de la Administración Pública, Universidad Miguel Hernández

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