Couso: 15 años de silencio

Ana de Luis Otero.

Se apagó la información como se apaga la tele; esa pieza que grababa José Couso en el año 2003 dejó de emitirse para siempre. Un carro de combate del ejército de los Estados Unidos de América apuntó contra él. Estaba en el hotel Palestine y le dejó seco de un tiro.

Mucho se ha hablado, mucho se ha reinvidicado y todo ha sido silencio. La familia desde entonces acude puntualmente cada mes a la embajada de los Estados Unidos en la calle Serrano de Madrid en busca de una respuesta; de la justicia universal que nunca fue cierta, cuando hablábamos de información y de ser freelance. Maldito ejercicio de este oficio; el más interesante del mundo; el peor pagado; el más tristemente reconocido y ya no te cuento si no te ampara nadie.

Su familia nunca le abandonó y planta cara cada 7 del mes a las doce de la mañana. Acusar a Blair, a Aznar, a Bush; a todos los asesinos internacionales que nunca condenaron el ataque; un asesinato en toda forma que dejó sin vida a un periodista; uno más de la lista. El pentágono concluyó con un informe en donde negaban que sus tropas cometieran una negligencia y el ejército, según decían, actuó en defensa propia; una cámara frente a un arma.

España tampoco ayudó mucho y el gobierno del partido popular menos. La audiencia nacional archivó el caso considerando que fue un acto más de guerra pero el caso se reabrió. La lucha de la familia nunca ha cesado y tampoco de sus compañeros Jon Sistiaga, Olga Rodríguez o Carlos Hernández. Ha pasado mucho tiempo y Couso sigue en todos los que alguna vez hicimos de su voz. Se han filtrado hace ocho años documentos en donde se ve que EEUU presionó a España para frenar el caso Couso, y caso omiso, sucedió. Ministros, fiscalía, ¡cuántos más han empañado el dolor con su silencio!

Ha habido mucho desde entonces y hasta Irak ha autorizado a Pedraz, el juez que ha reconstruido el momento incluso disparando él mismo. Conformar qué se ve a través de un carro de combate no es lo mismo que a través de una cámara en la planta 14 de un hotel. El ojo puede atisbar pero no ve el detalle por la agudeza visual que se ve mermada a tal distancia; pero ¿vieron ellos a quién disparaban? ¿sabían que el hotel estaba lleno de periodistas? Ciertamente sí, pero las mentiras y el silencio han empañado estos quince años de lucha.

La audiencia nacional se negó a archivar su caso por las pesquisas del juez pero tras la reforma de la ley de justicia universal se cerró el caso y la familia lo llevó al supremo y también fue sobreseido. Hoy, el recurso de amparo está en el tribunal constitucional y queda el tribunal de derechos humanos de Estrasburgo. Llegará, porque todo llega.

Me pregunto si la ley es igual para todos; si la justicia se aplica de igual forma y si los periodistas acaso son considerados por los políticos cuando sin ellos la información nunca llegaría abuen puerto. La familia es siempre el mejor apoyo; en el caso de Couso, estos gallegos de Ferrol apostarán por saber la verdad por encima de todo; aunque la vida les pase por delante y existan otros quince años de silencio. Todos lo saben y ninguno dará su brazo a torcer. A todos los periodistas que como Couso, sin medios, sin poder y sin apoyos, perdieron la vida y dejaron de ser una persona. Pasar a engrosar las listas de muertos en zonas de conflicto es negar que el anonimato es una realidad; un periodista menos, o muere un periodista; no sé qué es peor.

Tú tienes el nombre de la imagen en tu mirada que todavía ve lo que otros no pudieron captar. Los tuyos  seguirán las pesquisas y alguna vez daremos que ganaste a pesar de la vida y que cada uno, ocupe su lugar. Es decencia moral y sobre todo, que tú, como el resto que ya no están por la información, mereceis ese lugar.

A Xosé Couso, desde la habitación con vistas, en nombre de todos los periodistas en español que hoy, te seguimos admirando.

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