De cómo se llega a la nueva realidad

Cuando el debate está perdido,

la calumnia es el arma del perdedor.

                                     (Sócrates)

por José Luis Pedreira Massa

 

 

No, no ha sido fácil. Frente a la dificultad y la complejidad ya sabemos que la demagogia es muy fácil de alzarse con una voz propia disfrazada de una verdad que se presenta como “la” verdad.

Esta pandemia ha sido dura porque nos ha cogido desprevenidos, no se la esperaba y nos ha zarandeado a base de bien. Pero no solamente a España, sino a casi todos los países y algunos se las prometían muy felices al principio, pero en la actualidad se ven con repuntes o rebrotes de cierta relevancia, p.e en Alemania o la propia Italia.

En una comparecencia parlamentaria el Ministro de Sanidad, Salvador Illa, dijo una de esas verdades de Perogrullo: “el lunes todos acertamos la quiniela”, es que en este país hemos tenido muchos profetas del pasado y muchos quinielistas que rellenan la quiniela los lunes.

El problema consiste en estar al pie del cañón, ver lo que está ocurriendo en el momento que ocurre, sin que lo hayas podido prever y tomar decisiones. Para ello hay que tener determinación y conocimientos, experiencia y templanza, formación y sensatez.

En tertulias de tres al cuarto se han “doctorado” tertulianos como epidemiólogos recién advenidos con su clarividente “dime de qué se habla, que me opongo”. Esos eran sus puntos de referencia formativos, ellos siempre saben lo se debe hacer, eso sí rellenando la quiniela el lunes y hablando varias semanas después de que aconteciera la toma de decisión.

El Parlamento ha sido peor, porque se supone que hay más… cómo diría… más “clase”. Pero no, no ha sido así. Los insultos eran barriobajeros, las palabras mayores cargadas de mala educación; las fáciles atribuciones, daban muestra de la escasa elaboración mental; asignar a algo un único sentido y una única interpretación sin admitir ninguna crítica, se soportaba en una escasa formación; le reiteración machacona de los argumentos con un funcionamiento mental de tipo circular, era la forma de expresión de la rigidez del pensamiento… Penoso… muy penoso.

Las descalificaciones y utilización de palabras inadecuadas fue la norma, iban in crescendo. Hablar de “dictadura constitucional”, “secuestro de la democracia”, “totalitarismo”, “asesinos”, “gobierno ilegítimo”, judicializar la acción política porque el gobierno es catalogado como “culpable” de la acción de un virus de nueva planta, es una supina insensatez fuera de toda lógica… es un caldo de cultivo para la crispación, por incremento de la tensión de forma innecesaria, desde esa posición inicial por la que se declaraba, desde la extrema-derecha-extrema, que el gobierno era ilegítimo y se lo compraba el primer partido de la oposición.

Gente con relevancia social y política desacreditaba o hacía chascarrillo de las normas sanitarias, lo que comportaba un ataque frontal y formal a quien formulaba esas normas que, por otro lado, eran las que se recomendaban desde organismos internacionales.

Se confunden meras apariencias con fundamentos de base. Ejemplos los hay por doquier: la bandera en la muñeca, mientras no se hace nada por lo que representa o, lo que es peor, maniobrando en el Parlamento europeo con los países que se oponían a acciones de financiación que beneficiaban a nuestro país, eran patriotas de muñeca y palabra, solo eso. Otro caso es la corbata negra y el duelo, verá el duelo es una reacción subjetiva de las personas ante el dolor de una pérdida, cada uno lo lleva a su manera en su propio interior, el luto, como tal, no es más que una convención social y cultural que se manifiesta hacia el exterior, pero no es una obligación ni representa a todo el mundo. Ya hemos superado el luto en lo familiar, como sociedad, en el sentido de la Tía Tula o de La Casa de Bernarda Alba. Esa individualidad del duelo hace que Antonio Machado recomiende hacer un luto de “labores y esperanzas” por D. Francisco Giner de los Ríos, por no hablar de la obra poética por excelencia de la literatura española sobre el duelo y el luto social, desde hace más de ocho siglos: las magníficas “Coplas a la muerte de mi padre” del poeta palentino Jorge Manrique. Hasta Francisco Umbral se acerca al duelo en su novela “Mortal y rosa”, con esa forma tan suya de narrar. El Premio Cervantes, no recogido, Joan Margarit escribe “Joana” que dedicó a la muerte de su hija, pasando por la infancia, la enfermedad, el hospital, el final y el sentimiento de una casa que se agranda, lo transforma en poesía que alterna la duda (“nunca sabré qué sabes tú de mí, / ni en qué verdad hemos estado juntos”) y la crudeza (“Con la frente apoyada en el cristal / pido perdón a mis dos hijas muertas / porque ya casi nunca pienso en ellas”). Marie Curie le dedica su diario que inicia a la muerte de su marido, Pierre Curie fallecido bruscamente por un atropellamiento. Quizá había que poner las cosas en orden y después hacer el duelo, el luto y el homenaje. Como dice un viejo refrán castellano: “antes la obligación, que la devoción”.

Cuando se necesita ayuda se le echa una mano, pero no al cuello, como hacían determinados señores. Efectivamente al berrar sobre lo ilegítimo del gobierno, por parte de la extrema-derecha-extrema, se crea un caldo de cultivo para que se acepte el derrocamiento de lo que es ilegítimo, por lo tanto se deben realizar todo tipo de maniobras para conseguir tal respuesta: fake-news sin cesar y sobre cualquier tema, presión desde las tertulias televisivas o radiofónicas, artículos de prensa con desprecio a los acuerdos del gobierno, movilización de sus gentes con palos de golf y mercedes descapotable con chofer para pedir la dimisión del gobierno, denuncias ante el Tribunal Supremo donde se culpa al gobierno directamente de las muertes provocadas por covid-19. Se abre la veda y todo queda permitido.

Todas estas maniobras expresan su dificultad para aceptar que han perdido las elecciones y el gobierno es democrático y elegido legítimamente según las normas constitucionales, aunque el resultado no les agrade. De esta suerte se comportan como si fueran dueños de un cortijo al que les hubieran llegado unos okupas, epíteto que, en alguna que otra ocasión, también han dirigido al gobierno constitucional. No aceptan que no sean ellos mismos los que gobiernen y este gobierno “social-comunista” debe marcharse porque han sustraído su posesión. La denominación de “ilegítimo” es la que les otorga cobertura para llevar a cabo su labor de desgaste contínuo, de argumentos para minar su credibilidad y su acción, de ahí la gran labor necesaria de las fake-news y de la prensa que se sitúa, mayoritariamente, de su lado.

Con todas estas “ocupaciones” consiguen que no se hable del impacto de los recortes en la precarización de la sanidad pública durante 8 años de su gestión, que no se exponga que las Residencias de la tercera edad eran su única responsabilidad, desde mediados de la década de los ochenta del pasado siglo, con y sin mando único. Tampoco se disfrutará de la llegada del Ingreso Mínimo Vital, que queda como borrado por la presión mediática y el ruido de los “Epidemiólogos de mesa camilla”.

Cuanto más griterío hagan, cuanta más crispación creen y cuanto más ruido realicen, más incidirán sobre una nefasta opinión pública de la política y de los políticos, por lo tanto, habrá una retirada del apoyo de la población a los partidos del gobierno, entonces entrarán a descabellar: petición de adelanto electoral donde, según sus vaticinios, volverán a ganar y recuperar “lo que es suyo”. No creen en la democracia, sino que usan la democracia para sus intereses maniqueos y de forma perversa.

Es muy grave lo que está pasando porque consiste en un acoso y derribo indiscriminado a un gobierno constitucional y, por lo tanto, legítimo con todas las atribuciones y que está gobernando con la constitución en la mano y desplegando una gran actividad política con resultados palpables. Además, ese acoso y derribo, se hace en el seno de una crisis sanitaria sin precedentes históricos en la época reciente.

La historia nos muestra que este tipo de pandemias y crisis sanitaria ocasionan una repercusión sistémica y aparecen crisis en el entramado social, crisis económica, crisis laboral y crisis familiar. Así sucedió en otras pandemias en diferentes épocas históricas y así se está demostrando en la presente pandemia. Ahora bien, se puede intuir o sospechar su impacto, pero no se puede inventar, lo que corresponde al gobierno se está poniendo en marcha los ERTES, el IMV, adecuar la cotización de los trabajadores autónomos, mejorar las becas escolares, son acciones gubernamentales que van en esa dirección de paliar los daños colaterales y asociados para que nadie se quede atrás por los efectos de la pandemia.

Se precisa acuerdos, campos de convergencia, trabajo en conjunto de todas las fuerzas políticas y del conjunto de las organizaciones sociales, empresariales y del tercer sector para le necesaria reconstrucción. No se puede ni se debe mantener la presión y tensión creada, cuyo efecto es una crispación creciente. La población demanda otra actitud, preferimos que cambien de actitud porque sería tremendo que fuera un déficit de aptitud.

No obstante, también queda por hacer una importante labor a nivel individual y en esa dimensión somos todos y cada uno de nosotros los que nos tenemos que poner en marcha. El respeto a las normas sanitarias y relacionales deben ser de obligado cumplimiento y no una valla para saltarla. El espectáculo que se ha visto en determinados lugares es de una gran falta de responsabilidad social y una muy baja acción solidaria, cuando no de falta de respeto al conjunto de la sociedad, minimizando o ninguneando lo que se sabe, científicamente, que es útil y efectivo.

El compromiso individual es absolutamente necesario para mejorar en todo lo conseguido. No podemos clamar en contra del aislamiento social, por ser una intervención necesaria, aunque fuera incómoda. Lo conseguido en el confinamiento no puede ser dilapidado con un embaucamiento de bellas y atractivas palabras como “libertad” porque son emitidas por aquellos que no creen en la libertad.

Durante este tiempo lo he repetido varias veces y hoy finalizo con esas palabras de nuevo. “En épocas de crisis los inteligentes buscan soluciones, los incompetentes buscan culpables”. Repartamos los dos roles en esta pandemia. Alea jacta est.


José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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