De elecciones que nos dejan lecciones

por José Luis Pedreira Massa


El tiempo pasa y volvemos a estar liados, como si el tiempo bramara por no querer dejar de tener la presa amarrada entre los dientes desgarradores de una mandíbula potente. Sí, pasó el tiempo pero no se realizó de forma conveniente, valiente, decidida y, sobre todo, sincera el método de Friedrich no se realizó con pulcritud y quedaron los bordes desgarrados y demasiados esfacelos en el fondo de la herida, de esta suerte la cicatrización en segunda intención ha sido demasiado lenta y dolorosa, supurando con gran frecuencia.

En estas depauperadas circunstancias se han venido a realizar unas elecciones en Andalucía forzadas por la singularidad de las relaciones existentes en esas tierras. Elecciones que han aportado un resultado inesperado, sorprendente y, por ello, invita a múltiples especulaciones interpretativas inmediatas y demasiado rápidas. Veamos algunas cosas que han acontecido a las orillas del Guadalquivir y de las costas procelosas del Océano Atlántico y de las más reposadas aguas del Mar Mediterráneo en esa comunicación tormentosa y revuelta del estrecho.

De los datos concretos

Es menester recordar que la participación electoral ha bajado de forma sensible en todo el territorio de Andalucía, pero de forma muy particular en los feudos del voto de izquierdas, mientras que se ha mantenido o incrementado en los territorios de la derecha. Este simple dato ya nos debiera hacer pensar, dado que ya nos avisaba Pepe Mujica: “en la izquierda se vota por ideas y en la derecha por poder”.

Segundo dato: la caída estrepitosa del partido, de izquierda, hegemónico hasta el actual momento. Esa caída le permite, de forma curiosa, permanecer en ser el partido más votado en siete de las ocho provincias y en el conjunto de la comunidad autónoma. Es como haber sido favorecido con la pedrea del evento acontecido.

La otra formación de la izquierda se había reforzado, pero también perdió apoyos tanto en votos como en parlamentarios. Se quedó en expresión vociferante de una crisis, sin propuestas y con el error de equivocar el tiro por dirigirlo a un blanco equivocado.

El partido hegemónico de la derecha social ha perdido apoyos de forma, casi igual, al de la izquierda, pero mantiene su segunda plaza con aires de triunfo total.

La derecha co-habitante del gobierno durante los años precedentes, cuya huida de última hora propició la convocatoria electoral, asciende a los cielos del triunfo moral, pero sin conseguir el triunfo ansiado y deseado.

La extrema derecha extrema irrumpe de forma convulsiva, arrasa con un aire de preocupación para unos, de intolerancia, autosuficiencia y prepotencia. Se hace fundamental para que el conjunto de las derechas obtengan mayoría, pero… con un elevado precio, sin duda.

De los contenidos superficiales

Teóricos de la política y los medios de comunicación dicen que las campañas valen de poco, dicen… pero de algo sirven y tienen repercusión en los resultados. La campaña del bloque de izquierdas en Andalucía no ha sido mala, ha sido  lo siguiente, francamente insuficiente en muchas argumentaciones y francamente mejorable en programas y forma de exposición.

La pésima relación entre las dos lideresas de ambas formaciones es histórica, durante cuatro años han estado a la greña cual si de callejeras peleas se tratasen. Malas caras, malos gestos, malas entonaciones, han dado lugar a unas descalificaciones personales y políticas que luego se disimulaban con contenidos pseudo-políticos, así que aunque existiera algún fondo de verdad en ambos posicionamientos, no es menos ciertos que era muy cansina esa actitud de pelea de gallinas en el corral de la vida cotidiana. Dos formaciones que tendrían que converger en un entendimiento posible y razonable que se transformaba en condicionantes y exclusividades que emanaban un dogmatismo incomprensible para el conjunto de los electores posibles de la izquierda.

En estas condiciones los potenciales electores progresistas y de izquierda se han  retirado, han preferido no votar y después, sí a posteriori, moqueaban porque ganaba la derecha en su conjunto, porque sus votantes sí que fueron a votar.

En el partido hegemónico de la izquierda social y política había existido una gran guerra que había dejado heridas con bordes anfractuosos y fondos rellenos de esfacelos, la herida tenía mala pinta y los peores presagios se cumplieron, ya que se infectó el terreno y se reabrieron los bordes por una cicatrización en segunda intención y en falso. Así se crearon esfacelos en forma de excluir a los que no eran del grupo inicial. Los esfacelos decidieron vengarse con una nueva supuración y, justo en esos feudos, se concretó la máxima abstención. No me hablen de coincidencia, porque es demasiada coincidencia. Una vez más Pepe Mugica tienen razón al señalar que en las izquierdas les separan las ideas y a la derecha les junta el poder.

La derecha se ha dejado ir, a uno por su caída libre y el posible impacto de cosas acontecidas en otros lugares, otro en su rescate de los señalamientos patrios y los emergentes con los valores eternos de siempre y por siempre. Una derecha casposa y oportunista que ha sabido sacar beneficio electoral del procès de Catalunya, de la actitud bronca de los independentistas catalanes o de lo que hiciera falta. Los emergentes voxciferantes les bastaba con reclamar el grito de Santiago y cierra España.

De los contenidos de valores

La izquierda esgrimía una hipotética ventaja moral con sus actitudes de solidaridad con la emigración, con las hipotecas, con el acercamiento a la pobreza con justicia social. Había un contenido contradictorio: el tema de los ERE y su estado de judicialización, con cantidades muy relevantes de dinero público que había sido mal gestionado y se interpretaba como un reparto clientelar. Está bien, se ha asumido la responsabilidad legal y política, pero no creo que se haya analizado dialécticamente en el seno del propio partido y no se han expresado públicamente los resultados de este debate. Por ello este liderazgo moral y ético de la izquierda estaba en entredicho y se manipulaba con demasiada facilidad y se daba ventaja a la derecha más reaccionaria.

Hay que reconocer que no toda la acción de gobierno se realizó con adecuación. La acción en la política sanitaria no ha estado exenta de polémica con múltiples manifestaciones, bien es cierto que los recortes acontecieron porque se recortó la financiación desde el Gobierno Central, pero no se explicaba de forma satisfactoria, solamente a la defensiva. Similares situaciones acontecieron en educación y servicios sociales. Así un Gobierno de izquierdas recortaba su propio Estado del Bienestar, es cierto que obligado por la infrafinanciación del gobierno central, pero no es menos cierto que primero se hacía y luego se defendía, en vez de buscar una alternativa política y liderar la movilización social frente al gobierno central de m.rajoy. Frente a esta inacción se pacta con  C’s, lo que aparenta un pacto con la derecha. Vamos un revoltijo para la izquierda que contribuye, una vez más a desmovilizar a sus potenciales votantes.

Bien es cierto que la cuantía de la corrupción se refería a que el 86% le correspondía al PP, pero se veía lejos, en Madrid, en Valencia… En Andalucía eran los señoritos de siempre, haciendo sus cosas. Tanto PP como C’s agitaron el fantasma de la secesión de Catalunya, de los votos que habían dado el gobierno ganando la censura. Curiosamente aquí sí que se sentía con cercanía lo acontecido. Contradicción patente y evidente, manejada con habilidad y de forma machacona que va haciendo mella en la opinión popular. C’s lo hacía muy bien, traía los problemas a Andalucía, los dejaba caer como si fueran propios del lugar, la mentira y la distorsión eran consideradas como verdad. En el pacto con los socialistas lo malo era de los sociatas y lo bueno era de ellos, se ponían las medallas hasta de la convocatoria de elecciones para el fin de ciclo. Objetivo cumplido.

La presencia de los voxciferantes era más sencilla, la caspa oculta de la derecha más rancia y potente de Andalucía tenía, por fin, un vocero. Así se comprende que para abordar la corrupción de los partidos pongan a un juez condenado por prevaricador, así de claro. Nadie se ha leído su programa pleno de racismo, xenofobia, LGTBIfobia, machismo rancio y patriarcal, antifeminismo militante, antieuropeista, anticonstitucionalista, anticomunidades autónomas, antipartidos políticos, antiservicios públicos, antimemoria histórica, antiabortistas militantes, antimedios de comunicación, siempre con oposición a los derechos humanos y a los derechos civiles. Estamos ante un populismo barriobajero, sin consistencia teórica pero muy eficiente en la línea de lo acontecido en Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y USA. Es un hispanotrumpismo y, por lo tanto, mucho más peligroso y radical, aquí somos más intensos, más nuestros. Los voxciferantes constituyen la cabeza del monstruo Frankenstein de la derecha, siguiendo su propio símil, que tienen que pactar para poder gobernar en Andalucía, así la derecha blanquea el contenido claramente fascista de los voxciferantes o bien asimilan que esos son también sus valores, la internacional liberal europea ya ha lanzado un grito de horror ante esta terrible posibilidad.

Hay algo fundamental que se nos olvida, las características personales, formativas y políticas de los líderes. Es una premisa básica que tiene mucha más importancia de la que creemos. Adorna la credibilidad personal, pero sobre todo la capacidad de recibir, de dialogar, de escuchar y de debatir con clase y contenidos. Un politiquero es muy mal líder por personalismo y temor a ser descubierto en sus carencias e ignorancias. Tenemos demasiados politiqueros y precisamos de líderes con consistencia y capacidad de trasmitir con serenidad y coherencia las ideas y comunicar los resultados sin alarmismos o justificaciones que le hagan perder credibilidad.

El conjunto de todo ha sido una campaña y una postcampaña muy plana, vacía de análisis serios y contenidos. Solamente aparenta cuestión de los votos, de la abstención y de la irrupción del populismo de extrema derecha extrema.

Pues no, habrá que realizar un análisis más pormenorizado de las implicaciones de los vetos a personas e ideas, de las actitudes no conservadoras, sino de conservación. Es necesario cambiar porque el análisis concreto de la realidad concreta no va a ser el mismo, las premisas dialécticas de partida han cambiado sustancialmente, por lo tanto el discurso analítico debe modificarse forzosamente.

Si hacemos las mismas cosas tendremos los mismos resultados, para tener resultados diferentes hemos de cambiar lo que hacemos y lo que decimos sin miedo, con alegría, con ilusión, con esperanza y con deseos de mejorar y de cambiar realmente las cosas. No podemos cambiar si toleramos la presencia de injusticias tremendas en la sociedad que nos rodea. Es menester ser conscientes de estos aspectos como algo fundamental de la acción política y no solo una formulación semántica.

Se me olvidaba, para hacer esto hace falta voluntad para realizarlo y formación, no tengo claro que esto sea así.




José Luis Pedreira Massa, colaborador habitual de La Mar de Onuba, es psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología UNED

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