De la alegre navidad y otras martingalas

por José Luis Pedreira Massa

 

Pues aquí estamos, sin quererlo ni beberlo, hemos llegado a otra navidad. Resulta que es una navidad en fechas, pero a lo largo de este año han pasado cosas que hace que se altere ese inalterable sentido de la navidad.

Un año más me habría enfrentado a la aparente contradicción de tener que desear felices fiestas, algo que ni me gusta ni creo en ello. Esa carita con gesto semiforzado de alegría debida y buenas maneras, casi siempre, impostadas. Claro que con alguna gente les recibía teniendo la espalda apoyada en la pared y sin despegarme de allí por nada del mundo. Pero…

Este año 2020 ha sido, cuanto menos, peculiar en su desarrollo y, por lo tanto, tendrá su repercusión en estas fechas tan “felices”.

La pandemia del covid-19 lo ha arrasado todo desde febrero-marzo. Ha desfigurado la realidad a eso que algunos denominan como la “nueva realidad”.

Ha sido un año devastador de ilusiones y de esperanzas varias, muchos sueños se han desvanecido y otras expectativas se han diluido como azucarillo en el agua de lo inesperado.

Mucha gente querida o admirada ha desaparecido en las fauces tremendas de una pandemia de dimensiones históricas olvidadas, cuando no, simplemente negadas. Una dura cura de humildad para aquellos que se creían los reyes del mambo y de la vida y haciendas de todo lo que les rodea.

Los deseos de salud, dinero y amor se han visto tocados, muy tocados. La salud ha sido una alerta, un riesgo permanente, un recordar cosas básicas, como el levado de manos o la ventilación de los hogares o la distancia de “respeto” social… Una salud amenazada y agredida por una partícula de unas pocas micras y con tanto poder como para atemorizar a una población mundial, de mantenerla a raya y confinada. Una pandemia o sindemia que afecta sin mirar a quién, que vuelve a situar los factores de riesgo como prioridad porque no había cura y, por lo tanto, los determinantes de contexto y de estilo de vida cobraban tanta vigencia.

El amor se ha visto diferido en el tiempo y en la expresión. Ya no hay abrazos, ni besos, solo queda “tocarnos con el codo” o llevar la mano a nuestro corazón. La sexualidad como expresión de amor tiene sus reglas o, simplemente, se aplaza porque no es de recibo pedir una pcr antes de hacer el amor con la pareja de turno, incluso si fuere pareja estable.

Estas fechas tan “amorosas” y tan compartidas, incluso con el cuñado, se tornan más recluidas y frías, nos limitan el número de la cena, es decir habrá que sortear los puestos en rifas familiares, no puede haber más de seis personas, ni más de dos núcleos convivientes. Se acabó la larga mesa llena de gente, persiste la larga mesa, pero solo para seis porque introducimos a un invitado nuevo: “la distancia física”.

El dinero… ni lo cuento. Ha entrado en crisis dura porque hay que cerrar lugares en común con gente no conviviente. Los negocios y el comercio se resienten, los demás miramos con una mezcla entre pena y ansiedad.

Este año no ha sido el mejor, desde luego. La pandemia o sindemia, ha sacado lo mejor de mucha gente, pero también ha emergido lo más siniestro de mucha otra gente.

Los profesionales de la sanidad nos hicieron salir a los balcones a las 20h de cada tarde de confinamiento, aplaudimos su entrega y su cansancio. Pero olvidamos con facilidad, primero que llevaban diez años luchando contra los recortes en sanidad pública y de calidad de los gobiernos conservadores. Segundo nos olvidamos de los aplausos en la desescalada, cuando presionamos para que terminara rápido y de cualquier forma el confinamiento o cuando dejamos de respetar las nuevas normas o cuando nos creímos que nosotros sabíamos más que los profesionales o cuando… tantas y tantas cosas. Las muertes de los profesionales sanitarios dolían especialmente, su vida había sido el precio que pagaban por su entrega.

Mientras esto acontecía, los grupos de los partidos conservadores se pusieron a hacer política rastrera, populachera (ni siquiera populista), llena de insultos y simplismos, donde se primaba lo económico a la vida de las personas, increíble, pero cierto. Estos grupos de la derecha del arco parlamentario, anteponían la economía a la vida de la ciudadanía. Llenaron de oprobio e insultos y descalificaciones a nuestros gobernantes, con todos los efectos en varios niveles, realizaron amenazas sin límites y salieron a nivel internacional para que los organismos internacionales no dieran la ayuda económica y social a nuestro legítimo gobierno, solo tenían una razón para hacerlo: no eran ellos y, por lo tanto, no lo recibían con agrado, ni siquiera lo hacían por educación y respeto.

Sí, este año de pandemia o sindemia ha sido un pozo de enseñanzas, a veces acerca de la estupidez humana. Circulaban informaciones acerca de la etiología de la pandemia que eran, al menos, del realismo fantástico, por no decir francamente delirante. Se aderezaba con la maldad de venir de China, con el poder del 5G, la difusión del Sr. Gates, las feministas y otras cuantas chorradas difundidas como verdades por grupos muy determinados.

Ahora tenemos la vacuna, hemos de difundir el deseo para que en el 2021 tengamos todos acceso a ese método que nos reconforte y nos aporte nueva esperanza en la ciencia y en los seres humanos.

Este panorama del año que finaliza ha sido escasamente alentador si no obtenemos enseñanzas consistentes.

La pandemia o sindemia ha pretendido ocultar la pobreza y sus miserias, las zonas donde había guerras más o menos en ebullición, la desnutrición de la infancia cada vez más patente, la miseria humana de los más ricos, la emergencia de los nuevos partidos fascistoides y de esa ideología fascista disimulada con un populismo barato e inconsistente, la mentira y bajeza ética de quienes lanzan todo tipo de diatribas contra los que luchan por algo positivo para el bien común, el individualismo que alardea de sus logros, la emigración y todo su complejo contexto, la lucha por la igualdad y la equidad… tantas y tantas cosas que nos provoca una dura distopía y contribuye a un simplismo en el pensamiento y a aceptar  la mediocridad en las argumentaciones. 

Quisiera que en el año 2021 supiéramos colaborar, entre todos y todas, para superar las dificultades, que aprendamos que hay personas y dirigentes simplistas que gozan con la crispación y la tensión, desde la mediocridad e insensibilidad de sus posicionamientos. Cerebros menores que los de un jilguero que toman decisiones que les vienen grandes y nos afectan a todos y todas, pero lo hacen por extensión y no como prioridad.

No quisiera que el año 2021 apuntalara a los que piensan que la estabilidad económica es prioritaria a que los seres humanos sobrevivamos.

Dentro de pocos días se inicia el periodo vacunal contra el covid-19, espero, creo y deseo que seamos conscientes de la responsabilidad de vacunarnos por nosotros, por nuestras familias y por la solidaridad social. Las vacunas son efectivas, fiables y seguras, han pasado los controles prescritos y el juicio de las agencias de calificación internacional.

Las deseo a todos y todas ustedes que sus decisiones en el año 2021 les ayuden a superar las experiencias tan impactantes de este año que se está terminando. Que salgamos al balcón aplaudirnos entre todos y todas y para todos y todas, porque tengamos el premio a la labor bien hecha.

Deseo que todos y todas nos podamos abrazar y celebrar los re-encuentros que programemos. Les deseo paz, felicidad, esperanza e ilusión renovadas. Muestro mi deseo solidario con los que sufren y les solicito ayuda para seguir luchando, día a día, porque nuestros servicios sanitarios estén dotados de forma suficiente y de calidad, como gran servicio público.

Deseo que en estas fiestas sepamos que limitar el número de comensales en la mesa, guardar las distancias, saber mantener la mascarilla y cumplir todas las normas, aunque cueste, nos permitirá que, con la vacuna, al próximo año lo celebremos de forma diferente. Demostremos que hemos aprendido de la práctica y que somos lo suficientemente sensatos para llevarlo a nuestras vidas para mejorar esa realidad.

Desde el fondo de mi corazón: felices fiestas y que el año 2021 nos haga olvidar la pesadilla del 2020, siendo mejores y más solidarios.


José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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