De la catástrofe cimentada en una gran incompetencia con deficientes capacidades en la Comunidad de Madrid

por José Luis Pedreira Massa

 

En los deficientes resultados que está obteniendo España en la pandemia covid-19 juega un papel fundamental los pésimos resultados de la Comunidad de Madrid. Es tan cierto esta aseveración que la Comunidad de Madrid, por sí sola, se sitúa en los primeros puestos por contagios y fallecimientos a nivel internacional y consigue que obtenga proporciones de 20-30% del conjunto del Estado Español, al que si le restamos los resultados de Madrid, aún con los muy malos resultados de Catalunya, el conjunto español estaría en una zona media-baja a nivel internacional.

Así que la pregunta es obligada: ¿Qué ha pasado en Madrid?

Madrid es una Comunidad Autónoma uniprovincial, muy poblada, situada en el centro geográfico de España. Una Comunidad rica y con gran densidad de población muy circunscrita a Madrid capital y a su corona metropolitana. En su capital hay zonas demográficas y sociológicas muy determinadas: el norte y zona centro-norte donde se sitúan las clases adineradas, la clase alta y medio-alta. La zona centro con emigración y gente mayor en edad, donde alternan las clases medias y medio-bajas. La zona sur donde viven las clases populares y emigrantes. La red de transportes públicos está bastante desarrollada, pero insuficientemente dotada, a tenor de las aglomeraciones, retrasos y averías que padecen los medios de transporte que recorren sobre todo la zona sur y que discurren desde la zona sur a otros lugares de Madrid.

La dotación sanitaria oscila entre centros de muy alta tecnología y dotados de profesionales y otros centros con dudosa dotación de recursos humanos. En cuanto al personal sanitario, la mayoría tiene contratos precarios y temporales o interinos que alcanzan más de la mitad de los profesionales. Desde el año 2005 los responsables políticos acometieron una reforma tendente a privatizar la gestión, obteniendo una gran resistencia por parte de los profesionales y de la población, llegando a la paralización de la ejecución privatizadora por disposición judicial, lo que costó el cargo al Consejero de Sanidad de turno y que en la actualidad detenta la Consejería de Economía y Hacienda. Desde entonces, la Comunidad de Madrid inició una política de desgaste de los servicios sanitarios públicos que durante la crisis de económica, a partir de 2010, fue determinante: disminuyó de forma radical la inversión en la sanidad pública, a la par que incrementaba la financiación de la sanidad privada en forma especular.

Estas políticas económicas y de gestión de lo público originaron un déficit creciente de profesionales sanitarios, fundamentalmente médicos y personal de enfermería, Eran profesionales requeridos en Europa y países como Alemania, UK, Francia, Portugal y Suecia, nutrieron sus servicios de profesionales españoles que el gobierno de turno “vendía” como un éxito de los españoles que se marchaban.

La crisis actual es una crisis de tipo sanitario, su impacto secundario es de tipo social, político y económico, pero su fundamento es la definición como crisis sanitaria. El desarrollo de esta crisis sanitaria y su avance ha hecho que con el paso del tiempo haya evidenciado que aquellos profesionales sanitarios que tuvieron que emigrar, eran necesarios y solo la insensatez política y la ceguera gestora habían propiciado su marcha.

La primera ola de la crisis sanitaria fue demoledora. No hubo preaviso. El impacto fundamental fue en las residencias de mayores y la mortalidad fue demoledora, incluyendo la pésima gestión y dotación de un recurso muy deficientemente dotado y cuyas carencias no se habían abordado en su momento, a pesar de las múltiples denuncias en ese sentido. Una vez más, el efecto de la privatización salvaje e indiscriminada se cobraba víctimas. Los sistemas de control fallaban estrepitosamente con la connivencia público-privado en silenciar los fallos existentes.

El confinamiento del estado de alarma consiguió sus efectos, pero el problema aconteció al poner en marcha el desconfinamiento. La Comunidad de Madrid hizo gala de victimismo para ocultar sus múltiples carencias en los servicios públicos, contaba los efectos, pero no describía las causas y no correlacionaba las causas con sus detonantes gestores y políticos, con los efectos perversos y llenos de carencias.

No, el sistema sanitario no era malo, sino que le hicieron funcionar en tensión constante, la crisis lo desequilibró y sus gestores no asumieron la cuota de responsabilidad fundamental. Buscaron culpables donde no correspondía, por el mero hecho que la Comunidad de Madrid era la responsable de la gestión directa, tanto del sistema sanitario como del sistema de protección social. 

Los requisitos para el desescalamiento no se cumplían en Atención Primaria ni en Salud Pública, hasta el punto que la presión hizo que, en un arranque de coherencia y honradez profesional, dimitiera la Directora General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. La respuesta de IDA fue descomunal y terminó por hacer gritos alarmistas  sobre la ruina de Madrid y primar la sostenibilidad económica sobre el énfasis sobre las personas.

Se ha realizado la llegada a la primera fase del desescalamiento en precario, con promesas que luego no se cumplieron en cuanto al contrato de rastreadores y de personal sanitario. El circo mediático y político ya estaba montado, se hacía sobre la base de la incompetencia y de la mentira permanente.

Se comprobó documentalmente que en las residencias de la tercera edad IDA y su gobierno había limitado la derivación a los hospitales de las personas mayores, abocándoles a una muerte segura. Buscó otros culpables en los médicos que se desmarcaron mostrando las circulares.

Luego no contrató a nadie en la atención primaria y la llegada de la nueva oleada lo puso en evidencia, así que durante meses sin hacer nada y de forma repentina privatiza, una vez más, un número irrisorio de rastreadores, solo 24, de los más de 1.000 necesarios. Una vergüenza.

El “éxito” de la emigración de profesionales médicos y de enfermería se transforma en una queja por elevación de IDA: “Hay déficit de médicos en España”. No es exacto: existe la cantidad suficiente de médicos en España pero su reparto es un dato más de desigualdad e inequidad. La pandemia puso en evidencia que la atención primaria se cerraba, se cerraban las urgencias de primaria, se colapsaban los hospitales y sus urgencias ante la falta de cobertura comunitaria. Los profesionales de la sanidad se sitúan en el entorno de las grandes capitales y en los entornos hospitalarios y la precariedad de los contratos los lanza a la emigración o a las Comunidades Autónomas vecinas, no olvidemos que en pleno desescalamiento se cancelaron contratos de personal de enfermería y se seguía haciendo contratos de mera sustitución para los médicos. La atención primaria y la acción comunitaria persisten en una carencia básica que es silenciada y oculta con la petición de contratar a médicos extracomunitarios, pero los contratos siguen siendo precarios. La cosa es desviar la atención, buscar culpables fuera y desentenderse de sus responsabilidades.

Se les ve la gatada: como no hay médicos, se autoriza la apertura de más Facultades de Medicina en las Universidades Privadas. Todo es un engaño, una justificación para conseguir sus perversos fines.

Noam Chomsky lo había predicho: la clase dominantes limita la inversión en los servicios públicos, el paso del tiempo los deteriora, la población protesta, ya tienen la razón para financiar y privatizar los servicios. Esta secuencia llena de perversidad se ha cumplido en la comunidad de Madrid desde el año 2005. Quince años y una pandemia para poner en evidencia la desfeita madrileña.

La segunda oleada de la pandemia está aquí y en Madrid está despendolada por doquier. Según IDA y su cohorte, la puerta de entrada es Barajas, el aeropuerto, es decir que el virus viaja en avión para llegar a Madrid. Los datos epidemiológicos lo desdicen, pero IDA sigue dando la matraca. Mientras pone el énfasis en el aeropuerto, consigue que no se centre la atención, no ya en las múltiples carencias asistenciales que persisten igual o peor, sino que se soslaye lo que ocurre en el metro de Madrid y en los trenes de cercanías de Madrid, abarrotados los andenes, llenos de gente y sin respetar ni distancia ni nada los vagones, sin incremento de las unidades de metro y cercanías, sin acortar la frecuencia de la circulación. Claro esto acontece desde el sur hacia el norte, ese trayecto que origina que luego, al retorno a sus casas, las clases populares se encuentren que habitan casas pequeñas y son muchos en casa porque la crisis ha hecho que volvieran los que habían intentado independizarse. IDA lo tiene claro: el contagio es cosa de “menas”, de inmigrantes y de sus formas de vivir.

Llegan las primeras medidas de perimetrar el espacio de contaminación y de disminuir la movilidad de zonas, así que se aplica a las zonas del sur del Madrid, donde coincide el cierre de Centros de Atención Primaria y de sus urgencias. Así que no es un mero confinamiento, es la degradación de la convivencia por discriminación de unos barrios con relación a otros, son los de siempre.

Ante la catástrofe gestora, la incompetencia demostrada de IDA y su gobierno, el Presidente del Gobierno se ofrece a mantener una entrevista con IDA en su sede de gobierno. Era una jugada aparentemente maestras, pero peligrosa, tanto por la situación como por los responsables que la negociaron. Podía haber representado un punto de inflexión, pudo ser pero… incluso en la comparecencia conjunta IDA no se salió de su guión y mostró toda su deslealtad, incompetencia, insulsez, capacidad de mentir en la misma presencia del Presidente de Gobierno de España y luego entró a saco el mister-master-rapidillo.

Lo mejor de todo: las comisiones formadas con curiosa composición. De ahí sale petición de dotaciones de miembros de la Guardia Civil, del Cuerpo Nacional de Policía y del Ejército para “disminuir la mortalidad por Covid-19” y poner dispensadores hidro-alcohólicos en 82 (existen casi 400) estaciones de metro en Madrid que “inaugura” el vicepresidente de la Comunidad de Madrid. El ridículo, la sensación de vergüenza ajena, la constatación de la incompetencia es tal que los sentimientos son encontrados entre la templanza que se debe tener y los componentes más primarios que pujan por salir al exterior.

Este es el triste panorama que nos circunda. No, no todo es pandemia. Existen otros temas sanitarios. Me voy a ayudar a una amiga que lo está pasando mal y el sistema sanitario no le va a dar respuesta, porque con petición urgente firmada por su médico, le han dado cita para el 21 de marzo de 2121.

Dos reflexiones finales: la primera es que si se analiza de forma deficiente una situación y no se identifican los factores causales en su dimensión verdadera (determinante, acompañante, precipitante, mantenimiento), la búsqueda de soluciones se ve viciada y no se conseguirá nada o se empeorará la situación, porque crecerán los efectos colaterales y secundarios.

La segunda reflexión es que, una vez más, recuerdo: ante una situación de crisis las personas inteligentes buscan soluciones, las personas incompetentes y mediocres buscan culpables.

Y así seguimos…


José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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