De la pandemia del COVID-19 a la pandemia del hambre

«Podríamos enfrentar múltiples hambrunas de proporciones bíblicas en unos pocos meses».

Con estas palabras, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, ha reflejado la preocupación que existe a nivel mundial ante la llegada de una pandemia de hambre provocada por el impacto del coronavirus.

A partir de un estudio publicado por el PMA, se estima que cerca de 265 millones de personas se enfrentan a una situación de «inseguridad alimentaria severa», una cantidad que dobla los resultados publicados antes del coronavirus.

Más de 50 países han visto como su situación de vulnerabilidad, en lo que al ámbito alimentario respecta, ha pasado de ser extrema a crítica. Además, el propio Beasley ha reconocido que la necesidad de «actuar rápido, sabiamente y bien» es más urgente que nunca.

Sin embargo, muchos de los países que se encuentran en esta preocupante situación ya intentaban sobrevivir como las circunstancias les permitían.

Hay cinco países que están a punto de enfrentarse a una catástrofe humanitaria que se advierte incontrolable.

Yemen, la República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Afganistán y Venezuela son los cinco países que están en un mayor riesgo de hambruna de la que anunció el director ejecutivo del PMA en el Consejo de Seguridad de la ONU.

¿Qué hechos han provocado que estos países estén en esta situación de «hambruna bíblica» por culpa del coronavirus?

YEMEN 

La situación humanitaria en Yemen ha sido, cuanto menos caótica.

Antes de que comenzase el conflicto bélico que ya lleva seis años activo, el país siempre ha ocupado la primera posición de los lugares más pobres del mundo árabe.

La explosión de la guerra acentuó aún más las deficiencias de Yemen y, con la llegada del coronavirus, los guerrilleros se han opuesto a la entrada de ayudas al país.

Este freno impuesto ha provocado que la pobreza crezca considerablemente y que los 12 millones de afectados se enfrenten a un desabastecimiento sanitario y alimentario al que es casi imposible darle solución por el escenario actual en el que se encuentra el país.

REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

En el caso del Congo, las diferencias con Yemen son pocas.

La República Democrática del Congo (RDC) depende exclusivamente de las ayudas que le envían. 

Este hecho ha derivado en que más del 15% de los habitantes del país se encuentren en una situación de inseguridad alimenticia grave y permanente.

La llegada del Covid-19 a los países en vías de desarrollo supone un desastre sin paliativos para el que muchos expertos han llegado a pedir un Plan Marshall universal con el objetivo de evitar una tragedia mayor.

SUDÁN DEL SUR

El Programa Mundial de Alimentos ha advertido de que en Sudán del Sur se encuentran en los niveles más extremos del hambre y desnutrición desde el 2011, pero ahora, con el coronavirus de por medio, la situación se recrudece por momentos.

En el caso de este país, la caída en picado del petróleo es el hecho que ha acentuado el declive de Sudán del Sur puesto que el país es uno de los mayores dependientes de este combustible

A día de hoy, casi el 60% de la población del país africano se embarca en la búsqueda de comida diariamente pero, debido al alto nivel de escasez, en la mayoría de las ocasiones regresan con las manos vacías.

AFGANISTÁN

En Afganistán, la guerra ya no es el principal problema con el que conviven los afganos.

Según el PMA, más de 11 millones de personas sufren hambre en este país.

Con el conflicto bélico como habitual en el país, ahora se le suma nuevos elementos como los problemas ambientales, la crisis económica o la incapacidad de recibir dinero por familiares residentes en el extranjero debido al coronavirus.

Estos elementos han calado hondo en Afganistán y la inseguridad alimentaria severa a la que hacía referencia Beasley, es mucho más evidente.

VENEZUELA

Venezuela es el único país de Latinoamérica en entrar en este listado.

El PMA ofrece unas cifras escandalosas en lo que a la situación del país respecta.

Según el organismo, el 59% de los venezolanos no cuentan con ingresos suficientes para comprar comida, a causa de la subida constante de los precios de los bienes básico por la hiperinflación que sufre desde hace unos meses Venezuela y que, con el coronavirus, ha adoptado un calibre mayor.

Además, casi el 8% de la población -unos 2 millones de personas- se encuentran en una situación de hambruna y pobreza extrema.

Por otro lado, en lo que al sistema sanitario respecta, durante la pandemia se ha producido un salida masiva de médicos y enfermeros del país debido a la paupérrimas condiciones de su ámbito médico, hecho que agrava aún más la fragilidad del país.

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