De la resiliencia

Es muy curioso lo que acontece con algunos términos que, al menos inicialmente, se formulan desde el campo científico, sobre todo  de la psicopatología. Esos términos se popularizan y acaban pasando a ser muletillas que todo el mundo repite y repite, en cada repetición se descontextualiza un poquito más y se pierde algo de su sentido, se va vaciando, en su final puede ser una palabra hueca, estéril sin más.

Lo referido con anterioridad tiene su peligro en el concepto de resiliencia, sobre todo porque la palabreja es un anglicismo (viene de la palabra inglesa resilience) al que se castellaniza sustituyendo el final con el diptongo “ia”. En la actualidad se utiliza para señalar todo lo que se supone que tiene fortaleza, pues no es exacto, por ello me lanzo a intentar aclararlo.

Hay dos claros ejemplos sociales de resiliencia que les recomiendo: el libro de Pedro Sánchez “Manual de resistencia” y la película-documental de Fernando Olmeda sobre la vida de la diputada en la Asamblea de Madrid Carla Antonelli, “El viaje de Carla”. Cada uno de estos dos ejemplos narra circunstancias vitales duras y una forma de aproximarse a ellas para superarlo, una manera personal y particular de hacerlo, pero también de pensarlo y elaborarlo. Ese trayecto es el que tiene interés, por eso son importantes llenar de contenido las palabras evitando repetirlas como un papagayo.

La resiliencia tiene su origen en la física. El concepto se refiere a la facultad que posee un metal para absorber un impacto físico externo,  tolerar altas temperaturas o sufrir algún cambio deformador, tras lo cual el objeto referido puede recobrar su forma y sus propiedades originales.

En el campo de las ciencias de la interacción humana, de la Psicopatología y la Psicoterapia fue el gran Psiquiatra Infantil (no por casualidad dedicado a la infancia) Prof. Sir Michael Rutter quien definió el término de la resiliencia en 1978, como la resistencia de los cuerpos a choques y la habilidad que tienen para recuperarse, lo describió observando la capacidad que tenían niños cuyos padres eran alcohólicos,  de recuperarse y lograr tener una vida estable.

El trayecto desde entonces ha sido largo para  Green en 2002 lo adapte definitivamente como  que la resiliencia “Es la capacidad humana para transformarse y cambiar a pesar de los riesgos”. Rutter lo plantea más desde el impacto y Green desde la capacidad de recuperación. Interesante diferencia.

En términos generales se puede decir que para la Psicopatología y la Psicoterapia, la resiliencia es la capacidad que posee todo ser humano para sobreponerse de cualquier dificultad u obstáculo que se les presenta en la vida sin que esa dificultad consiga debilitarlo, sino muy al contrario, consiga salir fortalecido por ello.

Por tanto, la resiliencia consiste en la capacidad que tiene una persona  para continuar con su vida normal y estable a pesar de las situaciones adversas que pueda estar pasando y a las que tenga que hacer frente. Por lo tanto el concepto de resiliencia incluye la resistencia que tiene el individuo ante la propia situación adversa y la capacidad que tiene el sujeto para restablecer su vida positivamente tras el impacto de la situación adversa.

El propio Rutter en 1992 nos dice: “La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida sana en un medio insano.  Estos procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural”. Es importante señalar que la resiliencia precisa de tiempo y que se establece desde la infancia, dos condiciones de gran importancia a tener en cuenta. Por ello Vanistendael en 1994 nos señala, de forma muy pertinente que “la resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión y, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles”.

Es muy importante señalar que la resiliencia se refiere a un tipo de fenómenos psicológicos personales que se caracterizan por modelos de adaptación positiva en un contexto de adversidad o riesgo social o personal, lo que nos conduce a segurar que la resiliencia no significa invulnerabilidad, sino capacidad de reacción y recomposición, es inevitable preguntarnos por qué algunas personas salen mejor que otras de un contexto adverso, esta cuestión es un gran dilema para poder buscar respuestas adecuadas.

Entre las características que reunen las personas más resilientes encontramos: Mayor cociente intelectual y mejores habilidades de resolución de problemas; buenos estilos de afrontamiento de las situaciones en general; motivación hacia el éxito autosugestionado; elevada autoestima; sentimientos de esperanza; factores personales de autonomía e independencia; empatía con conocimiento y manejo adecuado de las relaciones interpersonales y sentido del humor positivo. Unas características personales que deben enlazarse como en una trenza lo hacen los mechones de pelo.

Una persona resiliente trabaja tres elementos fundamentales: El concepto del “Yo tengo” que se refiere a que el individuo sea capaz de comprender que tiene personas a su alrededor en los cuales puede confiar y apoyarse ante las situaciones adversas. El concepto del “Yo puedo” tiene que ver con la capacidad del individuo para manejar las situaciones adversas; el sujeto debe comprender que no importa cuán difícil sea la situación en sí, pero debe saber que él tiene la capacidad para sobrellevar dicha situación. Por fin el concepto del “Yo soy” que hace referencia a que el individuo comprenda el concepto de respeto; respeto hacia él mismo (autoestima) y hacia los individuos que están a su alrededor (empatía).

En mi práctica de psicoterapeuta trabajo estos elementos de forma sutil, pero reiteradamente y lo hago potenciando que el sujeto sepa buscar oportunidades para descubrir su propia persona, creando una visión positiva de sí mismo, manteniendo las cosas de su vida en perspectiva, no perder la esperanza y cuidando su persona.

Para desarrollar resiliencia se precisan factores constitucionales ligados al temperamento, un funcionamiento familiar adecuado y contenedor, pero también se deben configurar unos aspectos del contexto social de suma relevancia como: relaciones estrechas con personas competentes, con características prosociales, que proporcionen soporte, y rerlaciones e interacciones con compañeros y compañeras prosociales y funcionan con normas estructuradas y un funcionamiento flexible.

Como ven el tema es complejo, pero abordable. En mis clases en la Universidad les encanta este tema porque yo lo enlazo al abordaje de vulnerabilidad y riesgo, este recurso pedagógico permite desarrollar una vía de salida y un campo esperanzador de trabajo profesional.

No solo es resistencia, es un concepto dinámico, interactivo y rico, lleno de matices y sutilezas. Por cierto, tanto Pedro Sánchez como Carla Antonelli, son dos ejemplos vivos y reales de personas resilientes. Definitivamente hay que estar cerca de los dos.


José Luis Pedreira Massa, colaborador habitual de La Mar de Onuba, es psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED)

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