¿De qué se habla? Yo me opongo

José Luis Pedreira Massa.

Vivimos en un mundo de locos, indudable. Todo pasa y nada llega a su fin. En muchas ocasiones hay que opinar antes que suceda la noticia y, en cuanto haces pública tu posición, de forma rápida te dirán lo contrario. Así que si hablas porque hablas y si no hablas porque no hablas. Si opinas porque opinas y si no opinas porque no opinas. Esta es la aparente paradoja en la que pretenden arrinconarte.

La situación sociopolítica española no es la mejor ni la más pausada. Además es muy difícil opinar y que las opiniones vean la luz de forma neutral. Hay que ser de la línea que se espera o que se te asigna. Así es muy difícil ser un free-lance.

Si hay un líder político que en España lo tiene mal, sin lugar a dudas, se llama Pedro Sánchez. Le atacan desde fuera de su partido, es lógico no quieren ni verlo. Pero, lo más sorprendente, es que lo atacan desde el propio partido del que resultó elegido como Secretario General (SG). De verdad, es muy difícil poder pensar de esa forma.

Parece necesario ser sensato y analizar con objetividad lo que acontece. Un militante llega, por dos veces, a liderar un partido centenario por votación de sus bases. Tras unas circunstancias acaloradas y escasamente afortunadas, tuvo que abandonar ser SG. Tras un periodo convulso y tenso la militancia de ese partido, de forma mayoritaria y rotunda, le vuelve a elegir como SG y se celebra un congreso, el 39ª del partido, para más señas, de donde salen un programa y una Comisión Ejecutiva Federal (CEF). Hechos definitorios:

 

  1. Los militantes que se creen cualificados y que, sin duda lo son, no están de acuerdo con este líder. La gran mayoría no lo estuvieron, ni lo están ni se les espera, a menos que se les adule y ensalce. Verán, muchos militantes piensan que ya ha pasado su hora, pueden reflexionar y hacer reflexionar a la militancia, pero lo deben hacer con respeto a la organización y a sus órganos representativos. Si no saben estar, deben reconocer que su tiempo pasó, fueron útiles, pero no poseen ni la verdad ni las esencias de la organización. Estos militantes tienen nombres y apellidos, algunos fueron muy importantes tanto para España como para Europa, a nivel nacional e internacional, no cabe la menor duda, pero ya está. Ni son un sanedrín ni curia alguna. Para ser consultores, deben ganarse el lugar, no se les pide fidelidad, pero sí lealtad a la organización y a sus representantes, además de respeto a sus militantes.
  2. El nuevo SG y la nueva CEF no les queda más remedio que ofrecer y ofrecerse a la organización para trabajar y reflexionar, pero su acercamiento debe ser trazando un camino por y desde las bases de la militancia que los eligió, en contra de los “santones” y del aparato convencional. Hacer este trayecto lleva su tiempo, no se puede hacer de forma brusca y repentina, porque la organización tiene su tiempo y lo hace a su ritmo. El SG no puede salir a todo lo que se mueva, ni dentro ni fuera, no puede exponerse a esa visibilidad para que no sea derribado. Debe mostrar templanza, mesura y capacidad de decisión a la hora de tomar iniciativas, así hay que considerar las asambleas abiertas o los diez puntos para el proyecto de país. Hay que movilizar a la militancia y a la población, hay que aportar soluciones y proyectos para crear ilusión y esperanza. Hacer esta senda no es fácil porque se es dueño de la historia, por ello pueden existir suspicacias que es preciso superar. Hay que volver a ser claros: querer hacer, no significa poder hacer, pero se acerca a lo que vamos a desarrollar.
  3. La vieja estructura de la organización perdió y se ha comportado como hace la derecha cuando pierde: críticas continuas, ambivalencia, excusas para seguir con críticas desleales, estar a la que salta para caer como aves de presa carroñera a atacar despiadadamente a su SG, quien tiene que defenderse del fuego enemigo, ya se esperaba, pero también del fuego, en teoría, interno y supuestamente amigo. Es poco edificante que se planteen asambleas abiertas y se critique la forma y los puntos para buscar un consenso de país; que se haga una Escuela de buen Gobierno y “justifiquen” las inasistencias con excusas pueriles de problemas de “agendas”, pero luego critiquen las líneas políticas planteadas; en el Congreso quienes elaboraron las ponencias no asistieron, que se iba a enmendar sus ponencias, es una opción democrática y ser autor de algo para una organización política debe incluir saber incorporar la discrepancia interna para mejorar y avanzar, por no decir los que se fueron de copas en vez de asistir a la votación del pleno. Estar en minoría, es una forma de saber estar.
  4. La prensa no está a favor de una opción de izquierdas, ni que tal opción exista en la organización socialdemócrata. Ante una hipotética emergencia de una opción de este tipo carga sus cañones, denominados tertulias en radio y TV, en columnas de opinión de firmas conocidas y presionan sobre lo que el SG “debe hacer”, y lo que la organización “tiene que hacer”. Pero esas gentes no pertenecen a la organización, se sabe que la van a atacar, haga lo que haga, a su SG no lo pueden ni ver, pues la organización hará lo que digan sus militantes que, además, son ciudadanos organizados de la sociedad de este país. Puede que sus opiniones les moleste, pero son las suyas. Estos poderes fácticos de lo mediático no son pontífices, ni son asépticos, tienen su ideología y su forma de pensar y, por lo tanto, emiten opinión, fundamentalmente opinión y aportan muy poca información y si lo hacen es de forma sesgada, limitada y parcial. También se sabe que silencian las opiniones de la izquierda socialdemócrata y que sesgan la información sobre las encuestas de orientación del voto. Se limitan a crear un “caldo de cultivo” para determinadas opiniones y que el SG permanezca en una paradoja permanente, si opina le atacan y si no opina le demandan inquisitorialmente que lo haga. Quieren dar leña, sin más, así se debilita la opinión de la organización, se repite que no hay proyecto sabiendo que se está construyendo desde una nueva voz de la socialdemocracia.
  5. Los grupos de presión del interno de la propia organización también tienen su papel, desde el primer momento hay un “no” y si no saben o no opinan, pues es un “no”, por si acaso. Han digerido mal pasar del aparato a la base, no lo digieren y forman su opinión de cómo tendría que ser, lo que ya no es y que ellos piensan que debe ser. No se solicita abnegada y ciega fidelidad a todo lo que ocurra como solicitaban los señores feudales, sino una mínima lealtad a la organización y a sus órganos representativos. La lealtad supone claridad en la crítica con alternativa y hacerlo en el seno de la organización. Cuando de forma interesada se hace saliendo a los medios de comunicación o afuera de la organización, el mal que se inflige al conjunto de la organización es muy grande, de ahí la deslealtad que trasmite y genera desconfianza en la población.

 

El SG del PSOE se ha visto sometido a estas cinco líneas de fuerza, lo que debilita la posición de la organización en su conjunto. Si habla lo hace mal y si no habla se le busca y se presiona para que lo haga. La incongruencia no está en el SG, sino en quienes no dejan tiempo para pensar y para tomar distancia.

La nueva socialdemocracia está por construirse, las tentativas de Alemania con Schroeder y UK con Blair no satisficieron a nadie y orientaron hacia pactos con la derecha que, a medio plazo, se han constituido en tumbas electorales para la socialdemocracia, en todos aquellos que les siguieron como Francia, Grecia e Italia.

Construir una opción socialdemócrata para el siglo XXI es algo por hacer y por elaborar teóricamente. Portugal está abriendo un camino de gran relevancia. Esperemos que en España se siga esta vía de caminar por la izquierda en la vereda, de rescatar a las clases populares y de ofrecer un plan que ilusione a la población desde y en la izquierda socialdemócrata de cara al siglo XXI con todos los retos nuevos y viejos.

Por todo ello hay que dejar espacio y tiempo al SG para que pueda retomar un camino y rodearse de las personas adecuadas que permitan pensar y actuar con lealtad. Pienso que el SG no debe precipitarse, por mucho que le presionen, debe señalar hacia la superación de lo concreto y pensar en el medio y largo plazo, en un modelo de sociedad y de país. Ahí estaremos muchos, sin duda.

J.L. Pedreira Massa es psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. UNED
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