El terrorismo de extrema derecha se ha triplicado en occidente en 5 años

Tobias R., supuesto asesino en la matanza de Hanu

“Estamos ante una epidemia de terrorismo de extrema derecha. No va a parar”.

Anders Breivik marcó el camino. El ultra noruego, que en julio del 2011 mató a 77 personas en un doble atentado en Oslo y en un campamento laborista, es “a la vez precursor y referente de esta nueva ola de violencia», ha escrito el experto francés en terrorismo Jean-Pierre Filiu.

Desde entonces, el patrón se ha repetido en numerosas ocasiones: un terrorista solitario que busca convertirse en un héroe para aquellos que se mueven dentro de su círculo, y que deja por escrito sus motivaciones y su visión del mundo.

El último ha sido este miércoles: nueve personas murieron acribilladas en dos tiroteos consecutivos sucedidos en la ciudad de Hanau, a unos 20 kilómetros al este de Frankfurt. El (aún) supuesto asesino, un hombre de 43 años, dejó una carta y un vídeo en los que detalló las argumentaciones de extrema derecha que le habrían llevado a realizar la matanza.

Sí, el terrorismo de extrema derecha está en auge en Occidente. Los ataques ultras han experimentado una subida del 320% en los últimos cinco años en Europa, América del Norte y Oceanía. En el 2017 se cobraron 17 vidas, al año siguiente fueron 26 y se dispararon a 77 en el 2019, según recoge el índice de terrorismo global que elabora el Institute for Economics and Peace (IEP).

“El terrorismo es un instrumento político que la extrema derecha lleva utilizando desde hace décadas en Occidente. Sin embargo, tenemos una tendencia a tratar este tipo de atentados como casos aislados y no como una campaña en curso”, advierte Daniel Poohl, director de la revista sueca Expo, la publicación de referencia sobre los movimientos ultras en el norte de Europa.

Según Poohl, Occidente debe abrir los ojos: “Estamos ante una epidemia de terrorismo de extrema derecha. No va a parar”, señala.

Desde los medios de comunicación se intenta extender la idea de que estos atentados son casos aislados, debido a problemas mentales del atacante, pero la realidad nos muestra que son actos de odio encuadrados en un ambiente de intolerancia, racismo y xenofobia promovido por los sectores más reaccionarios de occidente.

Poohl insiste en que el terrorismo es un instrumento al servicio de una ideología política. “La ultraderecha abomina de la sociedad multicultural. Si vives convencido de que la inmigración es una amenaza, cada vez que ves alguien que no es del color o la cultura que tú quieres te parece que estás a un paso del colapso total. Y siempre habrá una minoría radical que llegará a la conclusión que hay que pasar a la acción. Ya sea matándoles, en el caso más extremo, o simplemente acosándoles. Todo forma parte de una estrategia para que estas minorías no tengan un lugar en nuestra sociedad”, señala el experto.

“Un ataque islamista siempre tendemos a verlo como parte de un patrón más amplio. Entendemos que forma parte de la estrategia de una ideología política malévola. Con la ultraderecha, en cambio, solemos olvidarnos de este patrón e intentamos entender al individuo detrás del ataque”, reflexiona el director de Expo.


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