Francia: la sociedad del (pésimo) espectáculo

por Julio Feo Zarandieta

 

Jueves, 21 de abril de 2022. La demagogia cínica del ultraliberal Emmanuel Macron contra el vacío social y la xenofobia de Marine Le Pen. La sociedad del (pésimo) espectáculo nos ha ofrecido en la televisión dos horas y media de debate entre la representante de la ultraderecha francesa y el arrogante candidato de las multinacionales que miente como respira y no asume en ningún momento el verdadero balance de su acción presidencial durante los últimos cinco años.

La «tele realidad política» que ha escamoteado con la complicidad de los medios informativos dominantes el debate sobre el desastroso balance presidencial en la campaña de la primera vuelta, pretendía ahora ofrecernos el momento «decisivo», el resultado es un debate sin sorpresas, tan nulo como aburrido y patético entre la extrema derecha y la derecha extrema ultraliberal.

Ni Macron, ni Le Pen tienen la intención de aumentar los salarios de los trabajadores y así lo han expresado en sus intervenciones. Otra cosa sería si Melenchón hubiese participado en ese debate. Pero los dados están trucados. Nadie en ese debate ha defendido los intereses de los trabajadores. Los argumentos de la izquierda (que ha obtenido veintidós por ciento de votos en la primera ronda) estaban ausentes, y han sido ignorados por ambos candidatos.

Macron y su ministro del interior Darmanin, quienes llevan cinco años practicando una política de extrema derecha en la represión policial y judicial del movimiento social y sindical, se acaban de despertar «antifascistas», pero han hecho todo lo posible para que la ultraderecha llegue a la segunda vuelta de esta elección presidencial.

En el debate entre Macron y Le Pen, ha quedado claro que ambos mienten. Macron ha enriquecido con su política a las empresas del CAC 40, pero nos asegura lo contrario. Su cinismo no tiene límites. Marine Le Pen, por su parte, no ha convencido a nadie como candidata de la reivindicación social. La extrema derecha nunca ha sostenido ni ayer ni hoy las reivindicaciones. sindicales y sociales.

La «tele realidad política» pretende vendernos la idea de la importancia de ese debate para decidir a los indecisos. La leyenda televisiva nos vende esa idea desde hace tiempo, pero en realidad la televisión que ha alcanzado el máximo nivel de «desinformación» en estos últimos años contribuye a incrementar el número de abstencionistas.

La información televisiva alimenta cada día la confusión de géneros entre periodismo y espectáculo. La dramatización de la información, la emoción en lugar de la información, el divertimento en lugar del rigor informativo. ¿Periodistas o animadores de televisión? Editorialistas y presentadores hipócritas que practican el «periodismo de opinión» bajo la apariencia de una falsa «imparcialidad». El panorama es desolador. El periodismo independiente y de investigación se ha refugiado en internet.

No sé quién ganará la segunda vuelta el domingo 24 de abril en Francia, pero si Le Pen ha logrado calificarse es gracias a Macron y a la prensa que se ha puesto a su servicio, con un objetivo muy claro: impedir sobre todo la calificación de la izquierda con la Unión Popular y su candidato Jean Luc Melenchon.

Permítanme recordarles aquí una vez más la anomalía democrática que representa en Francia hoy la concentración de los medios informativos y de las telecomunicaciones en manos de un puñado de oligarcas (Bouygues, Niel, Bolloré, Drahi… y otros amigos de Macron). Son ellos los únicos responsables del incremento de la extrema derecha xenófoba en Francia.

El balance de Macron candidato de los multimillonarios: es cinco años de fractura social en Francia, de destrucción del derecho laboral, de destrucción de los servicios públicos, de incremento de las desigualdades y de la miseria, mientras favorecía las ideas xenófobas, para luego llamar en los últimos diez días a la «lucha antifascista». Macron es un manipulador cínico y minoritario en el país real.

La neofascista Marine Le Pen, la otra candidata de los ricos que, adulada por esos mismos medios informativos, «agiornamento obliga», prefiere ahora De Gaulle a Petain, nos asegura que tiene un programa social. Pero se ha mostrado incapaz en ese debate de responder al deshumanizado liberalismo de Macron. El único programa de Le Pen es su fobia de la inmigración, lo que es por definición un contrasentido económico.

El debate no nos saca de dudas. La segunda vuelta nos ofrece una única alternativa: la servidumbre voluntaria entre la peste y la cólera.

El debate Macron/Le Pen me recuerda aquella canción infantil que cantábamos durante el franquismo: Ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras, tralara…. En el mar corre la liebre en el campo la sardina, tralara…

La tercera vuelta verdaderamente decisiva serán las legislativas del mes de junio, pues si la izquierda obtiene mayoría en el parlamento, se impondría una cohabitación, con un verdadero contrapoder.

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