La Guardia Civil muere, pero no se rinde

Creo que el riesgo de que el poder real lo ejerza quien lo tiene realmente, está a la vuelta de la esquina de Vía Layetana.

por Alberto Revuelta

En una de mis últimas columnas intenté llamar la atención sobre el discurso del general jefe de la Guardia Civil en Cataluña pronunciado con motivo de la fiesta patronal del Cuerpo. Su contenido, el hecho de que no fuera el responsable civil del Instituto quien hablara en el acto estando presidiendo el mismo y el aparente disgusto de los mandos de la policía autonómica catalana que motivó su ausencia en el vino de honor, me habían llamado la atención, pues recordaba un guion escrito minuciosamente en previsión de posteriores aconteceres.

La notificación de la sentencia del TS, condenatoria de los procesados políticos catalanes a elevadas penas de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos está en el origen de las manifestaciones ciudadanas de disconformidad en ejercicio de su derecho a disentir, a criticar las resoluciones judiciales y de opinión. Al tiempo se ha visibilizado con contundencia mostrenca la actuación de organizados guerrilleros urbanos en defensa unos de la República catalana y de la  destrucción del sistema económico y social sustentado por la democracia burguesa con forma de estado monárquico parlamentario, otros.

A lo que me importa ahora, se ha hecho visible una coordinación entre los cuerpos estatales de policía dependientes de Interior, y Defensa conviene recordarlo para la Guardia Civil, y la policía autonómica catalana, dependiente del Govern que preside el vapuleado presidente Torra.

Señalo la contradicción en que están sumidas las autoridades autonómicas catalanas y los partidos que las sustentan con mayoría parlamentaria pues condenando las penas impuestas y rechazando la sentencia y poniendo a apear de un burro al tribunal sentenciador, custodian a los condenados en los establecimientos carcelarios que rigen y administran y garantizan el cumplimiento de las penas a que han sido condenados, al tiempo que declaran y aprueban llamadas a la desobediencia civil y no solo a ella, sino a la institucional. De esta contradictio in terminis no se habla por parte de los dirigentes políticos de los partidos que aspiran a constituir el Estado catalán. Tucídides advirtió hace siglo que, al final, la realidad resulta incontrolable.

La coordinación de los cuerpos policiales, no olvidando a la Guardia Urbana de las ciudades, los bomberos de la Generalidad y los servicios de atención sanitaria y otros, está siendo tan eficiente que ha conseguido llamar la atención positiva, sobre todo recordando el desastre organizado a conciencia por el más inepto y cobarde ministro del Interior que ha sufrido España con motivo del referéndum del 1-O de 2017.

Los partidos políticos  de implantación territorial en todo el perímetro de España no consiguen coordinarse para actuar ante el exigente terremoto independentista. Los partidos políticos de implantación territorial en Cataluña defensores de un futuro estado republicano catalán, no solo no están de acuerdo entre ellos sino que la actuación  de la policía autonómica bajo jurisdicción administrativa, política y orgánica del señor Torra está denotando fisuras, críticas públicas, enfrentamientos y dando alas a los CDR sea quien quiera que fuere el que los dirige y organiza.

Están publicados desde hace tiempo los diseños y planes de los bloques negros y de otras organizaciones antisistema, españolas, italianas, francesas y alemanas como para poder aceptar ahora la imbécil posición de aquellos que hablan de grupos incontrolados, de gamberrillos inocentes y de estudiantes aburridos de profesores desencantados. No. No es cierto.

Las tácticas de guerrilla urbana que se están empleando y estamos viendo en las calles de las ciudades catalanas no pueden obviarse. Los cuerpos policiales coordinados frente a ellas lo saben perfectamente. Basta observar que las personas que participan en las guerrillas se mueven con precisión intercambiando posiciones al quemar y destruir objetos y mobiliario urbano y al arrojar desde otras posiciones menos visibles objetos contra policías y otros servidores públicos. No deseo engañarme ni caer en la trampa de burgueses bien instalados que lejos de las calles teorizan sobre los pobres muchachos que oprimidos por jueces, fiscales, mozos y el gobierno de Madrid se juegan la vida por el destino de Cataluña, grande y libre.

Si los responsables políticos de los partidos estatales no están de acuerdo en prácticamente nada, si los responsables políticos de los partidos independentistas catalanes no están de acuerdo en casi nada que no sea la República en el futuro, y las calles catalanas han de convertirse a determinada horas en plazas de armas de guerrilleros urbanos organizados, reemplazables por otros de refresco al día siguiente, serán los cuerpos policiales organizados y coordinados quienes tomen el mando decisorio del futuro inmediato. Ese era, a mi modo de entender, el aviso formal de fondo, del discurso del general de la Benemérita, la víspera del acto en honor de la Patrona.

Cuatro días contados hace que se notificó y publicó la sentencia del TS condenando a los políticos presos del proceso de independencia de Cataluña. El profesor Rodríguez Teruel ha llamado la atención sobre unas afirmaciones contenidas en el libro Towards Juristocracy, de Rau Hirschi, constatando que en un tiempo en el que las élites políticas se muestran demasiado débiles para afrontar problemas de especial trascendencia a los que no ven fácil salida por los costes políticos y electorales que pueden acarrear, estas élites optan a menudo por trasladar la resolución de aquellos a jueces y magistrados. Ellos, al fin, tiene autoridad real sobre los cuerpos de policía. No debería pasarse por alto una de las intervenciones del magistrado presidente de la Sala segunda del TS durante la declaración de un suboficial de los Mossos. Le recordó el magistrado, más o menos, que el testigo era agente de la autoridad, y a seguidas: “Nosotros somos la autoridad judicial, no lo olvide”. Si hubiéramos estado en el campamento de la milicia universitaria el sargento hubiera añadido: en primera posición de saludo, media vuelta, ar. Y Jan Kersaw al estudiar cómo se evalúan las distintas opciones disponibles en manos de dirigentes políticos con responsabilidades de actuar, explica que ellas dependen de : 1º en qué situación real se encuentran los lideres políticos, y 2º  no importa tanto a donde quieren llegar como la posibilidad real de dar pasos en la dirección que desean.

Creo que el riesgo de que el poder real lo ejerza quien lo tiene realmente, está a la vuelta de la esquina de Vía Layetana. La coordinación policial sin fisuras en estos días es un anuncio para navegantes. Quien no quiera verlo está peor que Bar-Timeo. La diosa Metis (prudente, discreta, astuta, ingeniosa e imaginativa) fue elegida por Zeus como su primera esposa. La devoró por miedo a que convirtiera a su hijo en alguien extraordinariamente poderoso.


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