La respuesta maldita

Un oscuro silencio le estuvo acompañando hasta que llegó al pie de las escaleras. Los peldaños crujían, igual que su corazón ya viejo.

De pronto, escuchó que venía de arriba un llanto, se apresuró. Pero no. Era el llanto de un niño. Bruscamente, llevó sus manos a su cabeza mientras enredaba los dedos en sus cabellos blancos. Luego hacia sus manos, en señal de silencio. Un silencio que sería ya para siempre.

No subió las escaleras. Volvió por donde había venido. Sí. Dejó pasar demasiados años, por cobardía. Ya sólo le quedaban recuerdos.

Y después de tanto tiempo, su eterna pregunta: «¿Me recordará ella aún?». Había tenido respuesta. La más terrible de las respuestas.

Mari Angeles Solis del Río

@mangelessolis1