Javier Polo Brazo: ‘Larga vida al cinismo,’

por Javier Polo

¿Se les ha quedado alguna vez cara de breva cuando descubren algo, así de pronto, que le ocultan para que usted no vaya a pensar que le toman el pelo a diario? Pues más o menos eso me ha pasado a mí recientemente por culpa de un comic (perdón, que ahora hay que llamarlos novelas gráficas).

Confieso que soy un seguidor del canadiense Guy Delisle y que hace unos días compré su libro Pyongyang, cuya primera edición es de 2004, pero que ha sido reeditado hasta en 12 ocasiones. En este libro relata sus peripecias durante los dos meses que le tocó trabajar en la capital de Corea del Norte (sí, la capital del “archienemigo” de occidente; ese que acaba de lanzar otra prueba de misil nuclear) como supervisor de las series de animación para la televisión francesa TF1, subcontratadas a los estudios SEK del régimen norcoreano. La lectura de la novela gráfica me llevó a interesarme por este negocio y voilá… de lo que se entera uno cuando empieza a husmear por ahí.

El negocio de la subcontratación de la animación en Corea del Norte, gracias a sus bajos costos y al apoyo estatal al sector, es de los más lucrativos para el régimen. El estudio de animación norcoreano SEK ocupa la posición 85 del ranking mundial de los cien estudios de animación más influyentes de todos los tiempos realizado por Animation Career Review, un sitio en internet especializado en animación. Esta corporación tiene unos 1600 empleados y trabaja para una larga lista de estudios de producción cinematográfica, principalmente europeos y norteamericanos.

En la mayoría de los casos, el cliente final desconoce la participación de Corea del Norte en el proceso de producción, ya que para la subcontratación se utilizan intermediarios, por eso de la preocupación que genera hablar de cooperación económica con aquel país. Los franceses son posiblemente los principales usuarios de esta industria ya que prefieren las técnicas tradicionales de animación -dibujos a mano- por encima de las técnicas digitales.

Es obvio que para algunos el régimen norcoreano es enemigo de occidente solo en el horario laboral de Washington, siendo un fiable socio comercial el resto del tiempo. Lo dicho: larga vida al cinismo.

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