Legislatura corta de geometría variable en España

Fotografía: Inma Mesa (PSOE)
por Juan Luis Manfredi

Parece que en España tendremos gobierno en la XIV Legislatura, después de la repetición electoral y el cambio de escenario político. Empiezo con esa duda, con ese “parece”, porque la política española no para de ofrecer novedades institucionales y parlamentarias.

De momento, los acuerdos que se filtran apuntan hacia un acelerón institucional que integra las cenizas de los movimientos sociales en la esfera política. El 15M, la lucha contra el cambio climático o el feminismo en la calle tendrán espacio en la dirección política del gobierno y, por tanto, habrán de ofrecer soluciones tangibles y plausibles dentro de las instituciones.

Ahí reside el primer reto del gobierno: integrar en el orden parlamentario las demandas de cambio de una sociedad española cada vez más abierta y plural.

Con una Europa en marcha hacia un New Green Deal, la piedra de toque para estas ideas abstractas de compromiso, cambio y feminismo que se leen en el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos será el diseño y la ejecución de las políticas públicas de nuevo cuño.

Pasar de las ideas a la acción pondrá a prueba la solidez de una coalición con geometrías variables de voto. La opinión pública, la clase periodística y los propios partidos políticos carecen de experiencia previa en la gestión -¡y en la oposición!- de un gobierno de coalición.

Cataluña

Junto al reto postmaterialista, la situación de Cataluña será el tema de las dos cámaras en la búsqueda de soluciones políticas para facilitar la convivencia. Los sucesos de septiembre y octubre de 2017 ya son res iudicata.

Ahora toca repensar el sistema territorial y encontrar un consenso metodológico (¿habrá nuevo referendo o algo parecido?), así como contenidos y soluciones políticas. La cuestión catalana es distinta a otros derechos de nueva generación o la ampliación de otros ya existentes.

Se trata de reformar las bases sociales de la convivencia y construir consensos de larga duración. No será fácil y consumirá energías políticas, columnas periodísticas y esfuerzos sociales. Y, por supuesto, necesitará muchos individuos dispuestos a sacrificar su futuro político en beneficio de un proyecto mayor.

Por su parte, los nacionalistas vascos aprovecharán la debilidad del gobierno de coalición para avanzar en sus demandas, por lo visto, más centradas en competencias económicas y financieras.

El papel de partidos grandes y pequeños

Entretanto, estaremos atentos a cómo actúan las nuevas formaciones políticas como Teruel Existe, las CUP, Más País o el Partido Regionalista de Cantabria. No sabemos qué aportarán a la Legislatura, si tendrán recorrido o si serán absorbidos en futuras elecciones.

La oposición está en una coyuntura extraña. El PP es un partido con vocación y experiencia de gobierno. No puede entrar al juego de las declaraciones fuera de tono y conoce los límites de la acción política. Habrá de tener cuidado con alinearse con VOX para no dotar de legitimidad a sus proclamas y facilitar el trasvase de votantes. Es un equilibrio difícil, ya que el partido liderado por Santiago Abascal aprovechará la institucionalidad del PP para promover su agenda neoconservadora.

Ciudadanos es un partido que llega tarde a todo. Ante su propio congreso de primavera, necesita una reformulación ideológica completa que permita dar sentido a sus 10 diputados y recuperar la confianza de los votantes. Es un reto mayúsculo, que pasa por dar peso a otros barones territoriales y diversificar las voces en el congreso en un momento en el que carece de peso e influencia política real.

Reformas estructurales

En el plano práctico, la legislatura tiene que acometer multitud de reformas estructurales. El sistema de pensiones, la inteligencia artificial y la digitalización, el modelo educativo, las finanzas públicas, el rol de España en la Europa post-Brexit, la España rural, la demografía, la economía circular o la recuperación de la confianza en las instituciones están en boca de todos. Estas cuestiones que articularán el futuro de España exigen dos pilares sobre los que construir la España de 2030.

Me refiero, por un lado, a la creación de una dirección pública profesional que asegure la ejecución transparente y eficiente de las decisiones políticas que emanan del Congreso y el Gobierno. Los procesos de selección del talento para la administración pública, los nombramientos y los planes de carrera necesitan estabilidad y consenso.

Por otro, y en sintonía con lo anterior, apunto que las políticas públicas entran en un nuevo ciclo de profesionalización y evaluación de resultados. La gran recesión de 2008 tiene que enseñarnos que los programas sin memoria económica, las inversiones sin plan de continuidad o los proyectos faraónicos ya no tienen cabida. Ojalá hayamos aprendido.

En suma, el gobierno de coalición que pronto se estrenará tendrá que afrontar problemas de nuevo cuño, relacionados con la identidad y la post-política, y otros muy concretos, basados en la articulación territorial de España.

Con la geometría variable de los necesarios 176 escaños, auguro una legislatura corta, pero con debates profundos sobre la España que veremos en 2030.


Juan Luis Manfredi, Profesor titular de Periodismo y Estudios Internacionales. Escribe sobre relaciones internacionales y diplomacia, comunicación y tecnología, así como riesgo político y orden liberal. Es autor de numerosos libros y artículos sobre estas materias, fruto de los trabajos de campo realizados en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación del Gobierno de España.
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