Los planes de restauración son insuficientes para prevenir que los contaminantes procedentes de los fosfoyesos lleguen al estuario, según un estudio publicado por ‘Marine Pollution Bulletin’ dado a conocer por Radio Huelva.
Las balsas son responsables de peligrosos vertidos que llegan a la ría.
El Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Huelva señala a las balsas como responsables del vertido de grandes concentraciones de zinc y arsénico con capacidad de alcanzar el Océano Atlántico.
Es urgente adoptar medidas efectivas de restauración en las balsas. Es la conclusión a la que llega un estudio publicado por la revista de divulgación científica internacional ‘Marine Pollution Bulletin’ bajo el título ‘Efectos de la mezcla del agua de mar en la movilidad de los lixiviados de fosfoyesos’, dado a conocer este lunes por Radio Huelva de la Cadena Ser. El trabajo desvela dichos efectos como una amenaza para las condiciones ambientales del litoral onubense, como consecuencia de los vertidos de cantidades significativas de arsénico y Cadmio, hasta un 16 y un 13 por ciento del total que llega a la ría. Un paso más en el grado de conocimiento que se tiene del impacto que producen las balsas de fosfoyesos. Un espacio afectado por filtraciones constatadas que provocan que los lixiviados contaminados lleguen hasta el estuario y posteriormente al océano.
La publicación se argumenta en la tesis doctoral realizada por Eugenia María Papaslioti, dirigida por el profesor Rafael Pérez López. En el trabajo participan investigadores del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, el CSIC, la Universidad de Huelva y la de Granada.
Para el director de la tesis, el proyecto de clausura de las balsas previsto por la empresa no terminaría con el proceso de lavado de los contaminantes, y sería procedente “algún tipo de canal perimetral o barrera impermeable que impidiese la entrada de agua del estuario”. López explica que eso es lo que está ocurriendo con las balsas 1 y 4, que ya están restauradas y los contaminantes se filtran al estuario». El trabajo simula lo que ocurre con los lixiviados cuando llegan al estuario. Diversos contaminantes se quedan disueltos y esto les permite desplazarse gracias al flujo mareal.
EL ESTUDIO
Hay contaminantes presentes en la Balsas, como el aluminio, hierro, cromo, plomo y uranio, que precipitan sobre el fondo y dejan de estar disueltos en el estuario. Sin embargo hay otros, como el cobalto, níquel, cobre, Zinc, arsénico, cadmio y antimonio, que se quedan en disolución. Entre el 80 y el 100 por cien de estos últimos materiales no precipitan al fondo y se mantienen disueltos.
El objetivo del estudio es simular y evaluar el comportamiento de contaminantes como Al, As, Cd, Co, Cr, Cu, Fe, Ni, Pb, Sb, U y Zn, cuando los lixiviados se lanzan a la costa sometidos al agua de mar, y los procesos geoquímicos que toman después estas soluciones.
Los apilamientos de fosfoyesos contienen aguas subterráneas altamente contaminadas que se retienen en profundidad por la superficie del pantano, forzándolos a fluir lateralmente y llegar al borde del apilamiento. Estas fugas contaminadas ácidas emergen, formando los llamados flujos de salida, que son hasta hoy en día una continua fuente de contaminación en el estuario. Otra fuente de contaminación es el agua almacenada en la superficie de los apilamientos, conocida como agua de proceso.
La investigación concluye que los planes de restauración no son suficientes para prevenir que los lixiviados procedentes de los fosfoyesos lleguen al estuario. Las balsas son responsables de importantes cantidades de contaminantes que llegan a la ría.
Estos hallazgos enfatizan la necesidad de adoptar planes de restauración eficientes con el fin de gestionar con éxito la contaminación por fosfoyeso en el estuario de Huelva, y, lo que es más importante, evitar que estas aguas residuales lleguen al estuario.
