«Mientras dure la guerra», de Alejandro Amenábar

vAlejandro Aménabar (nacido en Santiago de Chile en 1972, tiene ahora 47 años) es un gran director de cine. Si Almodóvar está siempre lleno de voz personal, de mundo propio, incluso en alguna película regular, la “voz” de Amenábar es poco visible -como en el gran Kubrick sus películas tienen poco que ver unas con otras-  mientras que su perfección y buena hechura son como su tarjeta de presentación segura. No sé si “Mientras dure la guerra”, su película casi recién estrenada, es la mejor de las suyas, creo que las hay mejores (a mí me gustó mucho “Mar adentro” de 2004 y aún más “Ágora” de 2009) pero sin duda esta es una gran película marcadamente española. Salamanca en los primeros días y meses del Alzamiento Nacional, que primero se decía era para restaurar el buen camino de la República -por eso usaron la bandera republicana los muy primeros meses- para cambiar después, vía ese Franco melindroso y frío, a una concepción distinta de España, recuperando la tradicional bandera monárquica. La Junta de Burgos (presidida por un general a la antigua, Cabanellas, que dicen era masón) se disolverá para que Franco sea “caudillo”, “generalísimo” y Jefe del Estado. Muchas cosas han cambiado ahí. La película tiene tres protagonistas básicos, al contradictorio y gran Miguel de Unamuno (1864-1936) rector de la Universidad y gran intelectual de honda y rica trayectoria, al general Millán Astray (1879-1954), gallego y fundador de la Legión, cojo, tuerto y manco, un militarote lleno de bravuconería, y al en apariencia tímido y apocado Franco, con su vocecita atiplada, católico a machamartillo, duro, muy duro en el fondo, y que conspira y no conspira con su hermano Nicolás (que le ayuda) y sus muy beatas mujer e hija. Este es el panorama que desarrolla muy bien Amenábar, actuando como un cronista que testimonia- Amenábar usa un poco la “cámara fría”. Unamuno es la 3ª España, no le gustan ni los unos ni los otros. La República de Azaña le ha desengañado, no quiere marxismo, pero si llega a creer que la República debe ser corregida (y firma el documento de la Universidad salmantina en apoyo al Alzamiento), cuando ve las venganzas, los paseos, la intolerancia de los sublevados, también se pone contra ellos. Es la muy comentada escena en el Paraninfo de la Universidad -le han pedido al rector que calle y lo va a hacer- pero ante los cantos fascistas, llega al “Venceréis porque tenéis la fuerza bruta con vosotros, pero no convenceréis”- Reacciona contra el grito de Millán Astray  “Viva la muerte!”, que es un grito de la Legión (por eso los legionarios se llaman “novios de la muerte”) y no un grito sólo contra Unamuno. Parece que es histórico que en ese trance duro, por el que el rector será cesado y quedará en su casa vigilado (era octubre y murió el 31 de diciembre) es Carmen Polo, la mujer de Franco, la que lo ayuda a salir de la mano, pues se dice muy admiradora del “Unamuno cristiano”. Amenábar abunda en sutiles detalles, que no sé si captará bien quien no conozca lo básico de la historia. Millán Astray (que se casaría con una corista, la argentina Celia Gámez) más que cruel es bruto y tosco, pero nunca es un beato. Por el contrario Franco, que nunca alza la voz y reza y cree en el Cielo católico, es de una fría crueldad sin concesiones.  ¿Entenderán bien la película de Amenábar y el relato de tantos sutiles cambios, quienes no conozcan algo de antemano? Acaso se queden en espectadores más planos, pues la película puede parecerlo, plana por testimonial. Pero incluso para quienes se queden en la superficie -la calidad es obvia- habrá un buen motivo para pensar en nuestra historia, y saber si hemos curado los defectos… Muchos, una vez más (contra Vox y contra Podemos) sentimos honda añoranza de esa Tercera España que fueron Juan Ramón Jiménez, Manuel de Falla, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Unamuno, Aleixandre, Baroja y tantos y tantos más, eminentes. Una película de Amenábar que merece verse.

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