Millón y medio de universitarios españoles: ¿Pero por qué los conocemos tan poco?

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La actual crisis provocada por la pandemia del coronavirus ha incrementado el interés por las universidades. Y la necesidad de finalizar el curso de forma no presencial ha generado un amplio debate acerca de las alternativas que aporta el aprendizaje en línea. Se trata de decisiones que afectan a la actividad de muchas personas ya que en España hay una comunidad universitaria de más de millón y medio de estudiantes, la mayoría en universidades presenciales.

Pero más allá de algunos tópicos, la realidad de las condiciones de vida de nuestros universitarios es aún poco conocida. Y a menudo se olvida que se trata de una comunidad caracterizada por una gran diversidad.

Esta diversidad es aún mayor a nivel internacional. Por ejemplo, y gracias a Eurostudent, sabemos que Alemania tiene un 20% de estudiantes viviendo con sus padres, mientras que en Francia y Portugal son el 35% y el 50% respectivamente. Por desgracia no sabemos cuál es esta proporción en España. Y esta falta de información supone un problema, especialmente en una situación de docencia en línea que supone, en cierta forma, llevar el aula a casa del estudiante.

Formas de entender la vida universitaria

En paralelo a los cambios producidos en los últimos años en las universidades, se están desarrollando formas diversas de entender la vida universitaria. Y este proceso se verá acelerado gracias a la incorporación de herramientas más intensivas en tecnología. A raíz de la necesidad de información sobre los estudiantes, nació hace unos años Eurostudent, red que, por desgracia, no cuenta con España entre sus miembros.

Pero gracias al proyecto Vía Universitaria de la Xarxa Vives, disponemos de información para las universidades de este ámbito.

Una de las conclusiones importantes de la última encuesta, con respuestas de 40 000 estudiantes, ha sido comprobar la elevada dedicación horaria de los estudiantes. Aunque con grandes diferencias entre estudios. Por ejemplo, en los Grados de Humanidades los estudiantes dedican un promedio de 32 horas semanales (mediana), mientras que en Ciencias de la Salud este valor es de 45 horas.

Elevada asistencia a clase

La encuesta constata una elevada asistencia a clase, con diferencias también entre titulaciones. Globalmente, un 72% de los estudiantes declara asistir a más del 75% de las clases. Pero esto plantea dilemas importantes ya que deberíamos saber en qué medida responde a una preferencia de los estudiantes. Y si los eventuales cambios que puedan producirse en las estrategias docentes pudieran modificar este comportamiento.

Esta elevada asistencia está muy relacionada con un elevado número de horas presenciales. La mayoría de titulaciones de grado programan para un estudiante a tiempo completo alrededor de 20 horas semanales.

Matrícula a tiempo completo

Otra de las características de la encuesta es que la gran mayoría de estudiantes se matricula a tiempo completo, a diferencia de otros países. Esto plantea la duda sobre si esta intensidad de dedicación horaria y este elevado nivel de asistencia a clase no será un factor importante para explicar la dificultad que tiene compaginar estudios y otras actividades. Y está muy relacionado con la posible compaginación de estudios con trabajo.

Así, si bien una amplia proporción de estudiantes se dedica de forma exclusiva a los estudios, también es cierto que un 51,6% asegura compatibilizar sus estudios con alguna actividad laboral. La encuesta revela que estos porcentajes varían mucho en función de la edad y de la tipología de los estudios.

Los estudiantes que tratan de compaginar trabajo y estudio son más en ciencias sociales (58,2%) que en ciencias experimentales (41,2%). Los resultados varían también en función de la clase social, ya que entre los estudiantes de clase alta la proporción de estudiantes que compagina estudios y trabajo es menor.

La dimensión metodológica

La última encuesta incluyó aspectos sobre el uso de las diversas metodologías de enseñanza y aprendizaje. De manera simple, una distinción genérica conduce a constatar que predominan las asignaturas con “metodologías tradicionales” (60%), en relación a las asignaturas que utilizan “metodologías activas” (35%) o “metodologías innovadoras” (5%). Pero se observan diferencias en esta proporción entre titulaciones.

En las disciplinas académicas de más tradición hay un mayor predominio de las metodologías tradicionales, mientras que en las disciplinas que tienen una mayor dimensión práctica esto ha supuesto un impulso mayor para las metodologías más activas.

La encuesta permite comprobar que con metodologías tradicionales es más frecuente que el estudiante se limite a hacer lo que considera imprescindible. En cambio, con metodologías activas se impulsa a los estudiantes a consultar más materiales. Estos resultados sugieren que es la metodología la que incide en el estilo de aprendizaje y no al revés.

Estas dificultades para implicar más a los estudiantes en procesos de aprendizaje activo están relacionadas con la débil vinculación de los estudiantes con la universidad. Esto conecta con otra dimensión importante: la dimensión económica.

El peso de la economía familiar

La encuesta constata que la economía familiar tiene un peso importante en la financiación de los estudios, poniendo de relieve que las barreras económicas no tienen que ver sólo con los precios de las matrículas sino con el coste de oportunidad de la formación superior. Esto guarda relación con el hecho de que el modelo universitario se resiente del papel muy débil del Estado en relación con la financiación de los costes asociados a estudiar. También está relacionado con la edad tardía de emancipación de los jóvenes españoles.

Este breve repaso a algunos resultados de Vía Universitaria permite confirmar que conocemos poco las condiciones de vida de los universitarios. Y la importancia de esta información para los procesos de mejora y de innovación. Justo cuando este conocimiento es imprescindible para ayudar en el proceso de toma de decisiones para afrontar la crisis.

Esperemos que España pueda incorporarse cuanto antes al proyecto Eurostudent, para mejorar el nivel de información, aspecto que ayudaría a una distribución más eficiente y equitativa de recursos en las universidades.


Ernest Pons Fanals, Profesor e Investigador Facultad de Economía y Empresa, Universitat de Barcelona, Universitat de Barcelona
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