No compres, adopta

por Javier Polo Brazo

 


Jamás pensé que este lema tan usado por las asociaciones de protección de animales lo tendríamos que usar también con los seres humanos. El capitalismo -tan denostado como triunfante- nos ha colocado en una posición donde todo tiene un precio, lo mismo da que hablemos del último modelo de móvil, de unas vacaciones en el Caribe o de la vida de un ser humano.

Por mucho que juguemos con las palabras, la gestación subrogada no es sino un miserable comercio donde quien tiene la suerte de disponer de dinero suficiente se aprovecha de la miseria de mujeres que no tienen dónde caerse muertas. Parece que en esta época de postureos masivos en la que nos ha tocado vivir, darle tus apellidos a alguien que no lleva tu ADN se ha convertido en un anatema.

Ahora una treintena de familias españolas reclaman al gobierno español una solución, porque no pueden traerse a sus hijos nacidos de esta manera desde Ucrania (país que por cierto está técnicamente en guerra). Ciertamente creo que el gobierno debe hacer algo al respecto: abrir causa penal contra todos ellos y contra todos los que les precedieron. La gestación subrogada no es un vacío legal, no está en ningún limbo jurídico, en España es sencillamente ilegal, por tanto quien lo hace o colabora comete un delito y no termino de entender por qué no se persigue.

No, no van a conseguir ni mi apoyo ni mi solidaridad con su situación; es más sólo van a conseguir mi repulsa y mi más activa condena. No entiendo esa relación inversamente proporcional entre el interés de que nuestros apellidos solo los lleven quienes comparten nuestros genes y el absoluto desinterés por los menores que están muriendo en las aguas del Mediterráneo o con aquellos que lograron llegar a la costa y vagan absolutamente desatendidos por nuestras calles.

Que vivíamos en una sociedad enferma era algo sabido, aunque tengo serias dudas de que seamos conscientes de que el último síntoma de lo despreciables que podemos llegar a ser es la gestación subrogada. Para revertir un poco las cosas podríamos dejarnos de eufemismos y empezar a llamar a las cosas por su nombre: alquiler de vientres de mujeres necesitadas por personas con suficientes recursos.