No es tan difícil

por Javier Polo

Comprando lectura y bebida para mi viaje en la estación de Sant, en Barcelona, se me acercó un hombre  para felicitarme. Sorprendido -y pensando que me confundía con otro- me aclaró que la felicitación era por haber elegido como lectura el último ejemplar de LE Monde diplomatique, algo que, según él, me convertía en miembro de un grupo minoritario y selecto de lectores.

Le agradecí la felicitación cortesmente y me quedé, como dicen ahora, “rallado” porque hasta ese momento no era consciente de formar parte de ningún minoritario grupo de lectores. También pensé que igual este hombre no me hubiese felicitado si supiese que soy un poco compulsivo leyendo y que suelo leer todo lo que cae en mis manos, ya se trate de la publicación mencionada o del catálogo de Ikea. Es más, en mi diario desayuno leo el periódico que haya en el bar, algo que en Sevilla se reduce al ABC o al Diario de Sevilla, ambos muy distantes de la filosofía de la revista que nos ocupaba. Bien es cierto que esos otros periódicos y revistas no voy al kiosco a comprarlos y que si puedo elegir… 

En fin, que este hombre me alegró la tarde con su felicitación y por el hecho de que se dirigiera a mí en castellano al ver que era el idioma en el que me estaba comunicando con la dependienta. Algo que esas otras lecturas casuales suelen poner en duda cuando se refieren al comportamiento de los catalanes.

El tipo obviamente era progresista, porque si no de qué va a felicitarme por leer lo único rojeras que queda en el mundo. Por su acento es obvio que catalán y por su conversación una persona afable y, juraría, que buena gente. Así que automáticamente fui a más en mis disquisiciones y  pensé en lo que hubiera pasado si este señor supiera que, mientras existió, fui un asiduo comprador de la revista “Ajoblanco” o que me gusta escuchar de vez en cuando –que tampoco hay que abusar- a Manel o a Els Catarres.    

No sé, igual piensan que esta diatriba de hoy tampoco es que aporte mucho; pero a mí me hace pensar que la vida fluye por caminos muy distintos a los que reflejan los telediarios y periódicos. Que no es tan difícil, que la gente corriente está en otras cosas y que muchas veces es más fácil entenderse en encuentros casuales que en Parlamentos y púlpitos. De momento ya hay dos lectores de una revista concreta, viviendo en puntos opuestos de la geografía, que durante unos segundos conectaron más entre ellos que quienes supuestamente nos representan.        


Javier Polo Brazo, columnista de La Mar de Onuba, es fotógrafo, cineasta y escritor. Ente sus obras destacan el cortometraje Andar dos kilómetros en línea recta y el documental Las Altas Aceras. Desarrolla su actividad profesional en los campos de los Recursos Humanos, la gestión de calidad y la Responsabilidad Social Corporativa.
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