Perderlo todo bajo las llamas y volver a empezar en silencio

Dos incendios se han producido en febrero en asentamientos de temporeros que trabajan nuestro campo en míseras condiciones.

“Cuando llegué trabajé cuidando a un niño de interna, pero como no me pagaban, tuve que venir al asentamiento a buscarme la vida en los invernaderos” (Rachida).

También la indiferencia y el silencio ante el sufrimiento pesaba sobre los asentamientos antes del verano, antes de los primeros brotes de covid-19.

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Níjar (Almería). Unas 400 personas ven como sus escasas pertenencias se calcinan bajo las llamas. Palos de la Frontera (Huelva). El fuego arrasa con un campamento donde malviven también cientos de personas. Son dos grandes incendios que se han producido en febrero en asentamientos de temporeros inmigrantes que trabajan nuestro campo en míseras condiciones. Los focos escasearon y ninguna autoridad dispuso ningún techo para darles cobijo. Es difícil pensar que se diera este mismo silencio con españoles o turistas, como señalan Rosa Márquez y Marta Jaenes en esta entrevista.

Primero solicitaron una alternativa habitacional, luego se resignaron a lo de siempre: volver a reconstruir la vida sobre las cenizas en silencio. Una de las personas que presenció el incendio en el campamento de Atochares (Níjar) es Rachida (nombre ficticio), que es oriunda del norte de Marruecos. “Cuando llegué trabajé cuidando a un niño de interna, pero como no me pagaban, tuve que venir al asentamiento a buscarme la vida en los invernaderos”, explica. “Trabajo algunos días sueltos, cuando lo consigo”, cuenta a cuartopoder, a través del colectivo La Resistencia.

Rachida cuenta que tuvo suerte porque no perdió sus pertenencias bajo las llamas de Atochares. El fuego se originó en la parte baja, donde viven los trabajadores subsaharianos. En la parte se encuentran los marroquíes. Se quemaron dos hectáreas. “Justo el incendio terminó al lado de mi chabola y no perdí nada. Sin embargo, más de 400 vecinos míos han perdido absolutamente todo: los papeles, el pasaporte, el dinero ahorrado de la campaña, sus casas, todo…”.

Sin embargo, Rachida también ha sufrido las consecuencias del incendio. “Nos ha afectado muchísimo, por ejemplo, en mi chabola dormimos dos personas más cuatro de las personas afectadas. Hay gente que duerme en tiendas de campaña en la calle, aunque nos intentamos ayudar entre todos. Yo antes del incendio ya ayudaba con los trámites. Ahora también ayudo en la preparación de comida caliente, en hablar con toda la gente que nos ayuda con donaciones. Intentamos hacer todo lo posible para que pase rápido. Si la gente pudiera tener papeles, esto no pasaría”, cuenta.

“La respuesta de las autoridades ha sido ninguna. No hemos obtenido respuesta ni del Ayuntamiento, ni de la Diputación, ni de la Junta de Andalucía. Tampoco del defensor del Pueblo, a quien hemos enviado una carta”, explica Isa Carmona Pérez, secretaria de Organización de CGT-Almería. Su sindicato y el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) han prestado ayuda a los afectados en estos días así como la Fundación Cepaim, Andalucía Acoge, Cáritas, Médicos del Mundo o Cruz Roja.

Una denuncia similar hacen en el asentamiento de infraviviendas de Palos (Huelva), donde la semana pasada hubo un incendio que dejó sin nada a 400 personas. “Es paradójico, además de patético observar cómo las diferentes administraciones se esconden detrás de un reparto de mascarillas o de agua por las ONG, cuando se trata de personas trabajadoras extranjeras mano de obra en uno de los sectores que más aportan al PIB de la provincia de Huelva”. Y añaden que “solo bajo la lógica de un profundo racismo o de absoluta irresponsabilidad institucional puede entenderse semejante incongruencia”, denunciaba la Asociación Mazagón en un comunicado remitido al Diario de Huelva.

También la indiferencia y el silencio ante el sufrimiento pesaba sobre los asentamientos antes del verano, cuando la covid-19 nos hicieron dirigir la mirada a las condiciones de vida de los temporeros y temporeras migrantes. Cuando se produjeron momentos de tensión en Albacete, un primer incidente en 15 años de temporadas, las redes se llenaron de comentarios racistas y xenófobos. Se desconoce qué originó estos incendios, aunque es fácil que se produzcan por las condiciones de vida en los campamentos y los materiales de los que están hechos las chabolas. Lo que sí se sabe es que no ocurren por primera vez y probablemente, por desgracia, tampoco será la última.


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