¿Qué necesita el sistema educativo español para convertirse en referencia?

Yuganov Konstantin / Shutterstock
por Enric Prats

 

Un ejercicio demoscópico sencillo, con amigos y vecinos, nos advierte de que esto de la educación no va bien, entre la mediocridad y el suspenso, y de que vamos a peor. En materia de educación, los redentores son rápidos a la hora de proponer sus remedios, tanto los que apuestan por replantear el sistema educativo de arriba a abajo como los partidarios de recuperar fórmulas de un pasado caduco, lo que intensifica el grado de estrés sobre el sistema. Hay que hurgar algo más.

La celebración del Día Internacional de la Educación, apoyado por la UNESCO, y la cartera de gobierno recién estrenada en España, que al menos no se olvida de la educación en el preacuerdo adoptado pueden ser buenos motivos para preguntarse si la educación realmente ocupa, y no solo preocupa, las agendas de las autoridades educativas, y repasar, a modo de balance, el estado de la educación en España.

Un asunto complejo, más allá de la escuela

Como estipula la resolución de Naciones Unidas, el Día Internacional de la Educación se propone situar en el centro del debate la necesidad de una educación de calidad, además de inclusiva y equitativa. Nada menos. Lo que sea una educación de calidad será distinto según los colores ideológicos, religiosos o políticos de cada cual, que determinarán definiciones, finalidades, métodos y maneras de educar bien distintas.

Y casi lo mismo podrá suceder con lo de inclusiva o equitativa, pues intentar que nadie quede atrás (como el nombre de la famosa ley de educación estadounidense de 2001 Que ningún niño se quede atrás) siempre será un deseo codiciado y difícil de rechazar, pero que suele venirle ancho a cualquier sistema de escolarización.

Para hacer balance de la educación es preciso saber de lo que hablamos y es imprescindible perpetrar algunos reduccionismos. Con dicha Resolución, ya estamos reduciendo lo educativo a la escuela, algo que no gusta a todos aquellos sectores que se esfuerzan por ampliar el espectro de la educación.

De hecho, el llamado “fracaso escolar” tiene más de fracaso social que de desastre de la escuela, puesto que en los resultados escolares participan muchos condicionantes externos sobre los cuales, demasiado a menudo, no existe preocupación política por intervenir de manera contundente.

La educación en los datos

Lo mismo ocurre cuando rebajamos lo escolar a un resultado, cayendo inevitablemente en el peligroso mundo de los datos. Y en este terreno, habrá que reconocer que la educación en España resulta francamente mediocre, justo en el punto medio. Lo es cuando se comparan resultados en conocidas pruebas internacionales, en la media de los países del club de la OCDE, y también lo es cuando se mira el porcentaje de gasto público en educación y otros indicadores de carácter social o cultural, como los niveles de pobreza o de gasto familiar en cultura, por poner algún ejemplo.

También es mediocre la educación en España cuando se comprueba el cortoplacismo exasperante en la clase política: desde la aprobación de la Constitución, España ha tenido una veintena de ministros de educación (solo cinco mujeres), lo que da una media de dos años en el cargo. Si la educación es un asunto complejo y altamente vulnerable a contingencias varias, eso requiere planificación y mirada a largo plazo, del todo incompatible con la fugacidad cuando escrutamos en la historia reciente, de tan solo algunas décadas.

Por poner un ejemplo, España legisló la obligatoriedad de la educación hasta los 16 años en 1990, nada menos que tres décadas después que Francia (1959): hemos tardado bastante en ponernos al nivel de otros países en este y otros asuntos, lo que ha lastrado notablemente la evolución del sistema.

Se podría afirmar, por lo tanto, que la escuela se ha sostenido a pesar de esa poca diligencia de los poderes públicos y gracias quizás a elevadas dosis de profesionalidad, no siempre reconocida. Girando el argumento, las radiografías internacionales podrían ser peores si no fuera por el trabajo poco gratificado de los que intervienen en el día a día.

Hacia un nuevo enfoque

Por esta razón, el balance obliga a mirar hacia la escuela y la realidad cotidiana. Aunque es cierto que el marketing educativo ha sacado oro allí donde hasta hace poco se veía óxido, la innovación en la escuela se ha instalado en los equipos docentes. Hay más conciencia de que el saber ya no es lo que era y que el aprendizaje se mueve por caminos más complejos, gracias o por culpa de (según las versiones) tecnologías más sofisticadas y más accesibles, entre otras razones.

Hay más conocimiento sobre cómo se aprende, no tan solo de cómo funciona el cerebro, y las fuentes para aprender se han multiplicado. La diferencia radica en que ese aprendizaje no se mide en clave individual, sino colectiva: educativamente hablando, se crece cuando se crece con otros, como recogió la UNESCO en su última declaración programática de 2016, donde la educación se presenta como un árbol variopinto y acogedor. El cambio no es menor.

Confianza y complicidad

Es indudable que las escuelas están experimentando un proceso interesante de adaptación a los tiempos y que una sociedad en red, digitalizada, cada vez más diversa y con elevadas dosis de presión por resultados requiere una educación que se debe concebir y regir con otros parámetros. Que un determinado ranking sitúe a España en un puesto más arriba o más abajo no aporta demasiado a la calidad del sistema. No siempre hay que jugar la Champions.

En cambio, que se adopten medidas para la actualización de los temarios y la apuesta por la innovación metodológica, por la mejora de la formación del profesorado y el acceso a la profesión, por hacer la escuela más inclusiva y más abierta a todos los actores implicados, incluidas las familias, son retos que el sistema no puede soslayar. Eso implica incrementar la responsabilidad de los poderes públicos y reforzar la confianza en los profesionales de la educación, que son los que podrán mejorar la escuela.


Enric Prats, Profesor de Pedagogía, Universitat de Barcelona. Profesor de Pedagogía en la Universidad de Barcelona.
Delegado del Rector para la Comunicación Digital Autor de "L'escola importa" (Ed. Eumo, 2019)

¿Conseguirán las nuevas políticas educativas que salgamos de una situación crítica?
Eva Ponte, Profesora del Departamento de Educación y Coordinadora Académica de Prácticum de Máster Universitario de Formación del Profesorado, Universidad Nebrija

 

 

El Día Internacional de la Educación celebra el papel de la educación en favor de la paz, reconociendo su importancia para alcanzar el desarrollo sostenible y resaltando la necesidad de adoptar medidas para garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad.

La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, indica en el mensaje que ha emitido con esta ocasión que los principios fundamentales son los siguientes:

        • La educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad pública.
        • La educación es la fuerza más poderosa de que disponemos para garantizar mejoras significativas en las áreas de salud y economía y crear sociedades resilientes y sostenibles.
        • La educación ha de recibir atención y acción colectiva a nivel mundial.

Resultados españoles cuestionados

Los resultados del sistema educativo español están siendo cuestionados por el lugar relativo que ocupa España en las evaluaciones internacionales PISA. Aunque ha habido avances en los rankings que se generan a partir de dichas evaluaciones, la posición de España con relación a los países desarrollados de su entorno es claramente mejorable.

En el informe más reciente, de 2018, nuestro país no supera la media de la OCDE ni en Matemáticas ni en Ciencias, habiendo caído ambas medias diez puntos desde la evaluación de 2015 y alcanzando el nivel más bajo en Ciencias desde que existe el informe PISA. Más preocupante, quizás, es que los resultados del test de Lectura fueron invalidados porque las respuestas de los alumnos en la parte de fluidez lectora no parecían reflejar la capacidad real de los alumnos.

Estamos ante una situación crítica a la que hay que responder con prontitud. Una forma de mejorar estos resultados, ya constatada en los sistemas educativos con más éxito, es prestarle la atención necesaria a la capacidad de los docentes, como menciona el creador del informe PISA, Andreas Schleicher.

Programa educativo del Gobierno

Prestar mayor atención al profesorado y a la carrera docente es una de las propuestas del nuevo programa de gobierno en temas de educación, junto con varias otras, a resaltar las siguientes:

      • Inclusión: fomenta la coeducación y la prevención del bullying.
      • Eliminación de la segregación escolar: potencia la prevención del fracaso y abandono escolar y la educación de los 0 a los 3 años.
      • Transversalidad e interdisciplinariedad: resalta el desarrollo de las soft skills, la educación afectivo-sexual y la formación profesional.
      • Digitalización en educación: propone mejorar el talento digital, siguiendo el marco establecido por la ONU en sus metas 2030 para la educación.
      • Universidad: lanza el Pacto por la universidad, vincula las enseñanzas artísticas superiores a la educación universitaria y promueve el parque científico.

Las dos propuestas esenciales

Más allá de aquellos temas que se puedan politizar, desde un punto de vista puramente educativo y basado en la evidencia –que debería ser el punto de partida de cualquier reforma educativa– hay dos propuestas esenciales: mejoras en la formación del profesorado y universalización del acceso a la educación de 0 a 3 años.

    1. Mejoras en la formación del profesorado. La importancia del profesorado en la calidad del sistema educativo ha sido ratificada en numerosos estudios a nivel internacional, llevando a organizaciones mundiales como la OCDE a situar a los profesores y a los líderes educativos en el centro de las reformas educativas.Los resultados de Finlandia en las pruebas PISA a lo largo del tiempo indican que es uno de los países cuyo sistema educativo es de los más eficaces. Por un lado, a nivel social, el país tiene recursos y ha diseñado un sistema de servicios sociales que establece un contexto muy positivo para el aprendizaje y la enseñanza.Además, Finlandia ha hecho diversas apuestas a lo grande, entre ellas se ha centrado en seleccionar profesorado y equipos directivos con talento, formarles muy bien y darles autonomía, así como un prestigio profesional con sueldos muy competitivos y el reconocimiento de su autoridad como expertos.Más importante aún es que el sistema finlandés se basa en la confianza en el maestro, la dirección, los centros educativos y otros agentes del sistema y les otorga el tiempo y las herramientas necesarias para desarrollar un sistema educativo de calidad.
    2. Educación 0-3 años. El aprendizaje ocurre en todas las etapas de la vida. Los neurocientíficos han disputado que algunas habilidades sólo se pueden aprender en la primera infancia, como los “neuromitos” que plantean que hablar un idioma o desarrollar talentos musicales solo se puede lograr si se adquieren desde muy pequeños.Por otra parte, son numerosas las investigaciones que demuestran que existen ciertas funciones, como las relacionadas con estímulos visuales y auditivos, que han de ser desarrolladas dentro de unos periodos del desarrollo infantil temprano. Documentales como The Beginning of Life o Brain Matters han permitido a un amplio público entender de forma muy directa e intuitiva la enorme relevancia de este periodo de desarrollo en la educación.Pese a que la importancia de la educación infantil temprana ha sido reconocida en numerosos estudios en muchos países, incluido el nuestro, continúa siendo una asignatura pendiente.

¿Qué ocurre con la lectura?

El programa no da la importancia que requiere a un aspecto que está poco de moda comparado con temas de tecnología, robótica o ciencias, pero que es absolutamente crucial: la lectura.

El lenguaje es el medio por el que el aprendizaje tiene lugar: si los estudiantes no tienen una buena capacidad de lectura, no podrán ampliar sus conocimientos y experiencias. La lectura activa muchos procesos interrelacionados y su calidad se mide teniendo en cuenta varios factores, así como la relación entre los mismos.

Uno de esos factores es la fluidez lectora o la rapidez con la que se lee (palabras por minuto). Aunque este indicador, a primera vista, pueda parecer poco significativo, la fluidez lectora es uno de los aspectos más relevantes de cara a la comprensión lectora, especialmente de textos con elevado contenido académico y técnico.

La falta de atención a este aspecto a nivel de formación de profesorado, la ausencia de bibliotecas de aula y de centros, la inexistencia de la figura del bibliotecario y de métodos de evaluación adecuados y a cuyos resultados el profesor pueda acceder prontamente, es preocupante.

Las consecuencias de estas carencias son notables. ¿Recuerdan lo que ocurrió con los resultados del informe PISA 2018? Los alumnos españoles no parecían ni siquiera saber cómo responder a las pruebas de fluidez lectora. La lectura debería ser el eje del sistema educativo, y no solo la lectura de no ficción, también la de ficción, pues los beneficios de esta lectura van mucho más allá de lo académico.

Cuáles son los retos

El reto del gobierno y del país es trascendental, por lo que hemos de buscar un clima de cooperación que nos ayude a centrarnos en lo que es mejor para el alumnado.

Esencial en este proceso es que los agentes involucrados no solo tengan voz, sino también voto: alumnos, padres, maestros, profesores y otros educadores. Sus opiniones han de ser escuchadas y atendidas a través de los medios ordinarios (consejos escolares, reuniones, acuerdos con grupos educativos, etc.), pero sería deseable contar también con datos objetivos recabados de forma sistemática, a través de encuestas, entrevistas o grupos de enfoque.

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