Siempre de luto

Los órganos judiciales dictaron en el segundo trimestre de 2018, la cifra de 9.149 sentencias condenatorias por violencia de género, según el CGPJ.

Por dentro y por fuera en negro o en morado, puede resultar irrelevante para quienes lo visualizan, incluso tachado de folklórica dicha indumentaria simbólica, pero es tan bárbara la situación de este desenfrenado terrorismo machista, que no hay recurso al que no acudamos para visibilizar la indignación, la desesperación, y la rabia de ser asesinadas por ser mujeres, teniendo la escalofriante sensación, y los tozudos datos de que se nos “ha declarado la más sucia, sutil y mortífera de las guerras personalizadas”, macabramente bajo el paraguas del amor romántico, de carácter tan privado como una propiedad de uso.

Y una gran muestra de autosuficiencia para poder pasar de las resistencias, a la igualdad era Carmen Alborch con su discurso. En Malas (Aguilar), ya en 2002, recordó que con ese adjetivo se condecora, sencillamente, a las mujeres “desobedientes”, de ahí su lema: “Somos malas, pero podemos ser peores”, porque aún queda mucho que contradecir, así nos arengaba salir de la sumisión, y enfrentarnos al patriarcado que tiene rostro masculino, sin olvidar que el hombre no es machista por ser hombre, sino por ser patriarcal.

Más de 3.000 hombres son condenados por violencia machista cada mes. Los órganos judiciales dictaron en el segundo trimestre de 2018, la cifra de 9.149 sentencias condenatorias por violencia de género, según el Consejo General del Poder Judicial. En ese mismo periodo se presentaron un total de 42.077 denuncias. Los juzgados de Violencia sobre la Mujer acordaron 6.714 órdenes de protección del total de solicitadas, un 67,8%. ¿Y qué ha pasado? 51 víctimas mortales, 7 menores, amén de huérfanos, e incontables daños colaterales.

Más de 3.000 hombres son condenados por violencia machista cada mes.

Si estos datos (muestrario de una parte) en lo que mujeres afectadas por crímenes, acosos, violencia sexual, violencias machistas, asesinatos de hijos e hijas, y demás persecución contra la mujer, se diera con respecto a terrorismo de estado, terrorismo vial, medioambiental, u otras circunstancias, no cabe duda que este país tendría declarado el “Estado de Emergencia, o Zona Catastrófica”, con medidas de alta intensidad y el país estaría no solo en alerta, sino sin dejar un solo cabo sin atar para prevenir, y erradicar la máxima expresión del patriarcado, que es la termita más poderosa del siglo XXI, la más potente para agujerear un sistema, así como el feminismo el mayor antídoto contra el declive de estas sociedades.Porque es sabedor que el privilegio es el mayor enemigo del derecho.

No son solo los brazos ejecutorios de algunos hombres, es Google con medio centenar de despidos en dos años por acoso sexual, es la RAE, prohibiendo el “todos y todas”, el Regatón, los masculinos currículos escolares, los sexistas cuentos infantiles, sectores de jerarquía eclesiástica, algún legionario suelto o en grupo, sectores de la judicatura, de alguna fuerza política que no condenan, y además parece ser no están lejos de algunos negocios del sexo, y así tocando todos cenáculos paralelos o no.

Es un entramado de tal magnitud, que es un error gravísimo tener la tentación de pensar que las violencias machistas, tienen una respuesta circunscrita a un plan, a unas medidas. El tema es tan estructural que solo una repuesta de Estado, en términos de políticas públicas, y privadas puede iniciar un proceso para revertir esta ancestral, renovada y mortífera opresión contra las mujeres. Por eso la igualdad debe ser entendida en relación “no solamente con las oportunidades, sino también con los resultados”  No olvidemos que la igualdad es como la gravedad, una necesidad.


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