Tres temporeras aseguran que las obligaban a «beber en pleno Ramadán para aguantar jornadas de sol a sol»

Pesadilla en Las Posadillas: Tres mujeres marroquíes contratadas en origen aseguran que el «jefe» les retenía el pasaporte, no les ha pagado y las ha obligado a «compartir alojamiento con hombres».

por Perico Echevarría

 

Miércoles, 22 de mayo de 2019. Obligadas a romper el ayuno del Ramadán bebiendo agua para poder soportar extenuantes jornadas laborales, que casi doblan lo estipulado en el convenio colectivo, y en la propia oferta de empleo que les animó a venir a España desde Marruecos. Al otro lado del Estrecho es un sueño ganar 40 euros diarios por seis horas y media de trabajo, con media de descanso. Así debe figurar en sus contratos, pero no lo pueden asegurar, porque nadie les ha dado una copia del mismo.

Nos reunimos cuando se acerca la caída del sol, la hora de romper el ayuno (este jueves a las 21,30 horas), en un hotel de Huelva facilitado por la Asociación de Usuarios de la Administración de Justicia (AUSAJ), que les ha ofrecido asistencia, alojamiento y un abogado. No parecen las mismas personas del día anterior, cuando un redactor de La Mar de Onuba fue a recogerlas a Moguer después de haber abandonado la finca de la empresa Las Posadillas, en la que habían sido contratadas para recoger arándanos hasta el próximo 31 de julio. A Moguer habían llegado andando y cargando con fardos y maletas. Todo lo que habían traído para una estancia de tres meses en la provincia de Huelva. Ese día habían trabajado, otra vez, de “sol a sol”; estaban exhaustas. Una de ellas vomitaba con frecuencia y pidió ir al médico. En el centro de salud las tres fueron atendidas y medicadas.

Al día siguiente no paraban de dar gracias por haber disfrutado de una buena cama y una ducha con agua caliente. Una de ellas había pasado vergüenza cuando la médica quiso ver mejor una erupción cutánea que tuvo que ser tratada. Se resistía a quitarse algo de ropa porque su higiene personal no era la que hubiese deseado. Han pasado varios días con mucho calor en el campo, y aire frío cuando cae el sol, y no había sido capaz de ducharse con el agua tan fría. La médica que le atendió cree que la erupción de debe a algún tipo de «sulfato», y que es una patología frecuente en las mujeres temporeras que pasan por su consulta de urgencias.

Aunque ya estaban más tranquilas y descansadas, no fue fácil convencerlas para que accedieran a que la entrevista fuera grabada con una cámara de televisión, aun preservando su anonimato. La eficaz intervención de una intérprete del colectivo Mujeres 24 Horas y dos activistas del grupo fue esencial para que al final aceptaran. Hubo que hacer muchas llamadas hasta que el abogado las animó a contarme su historia y que yo pueda traerla a La Mar de Onuba.

El cuento de la lechera

Las tres mujeres llegaron a Huelva a través del acuerdo de colaboración entre los reinos de España y Marruecos, para la contratación en origen de trabajadores y trabajadoras para la recolecta de frutos rojos. Desde enero hasta finales de julio, alrededor de 20.000 mujeres llegan a Huelva procedentes del país alauita, con la esperanza de ganar un salario imposible en Marruecos. 40 euros diarios, durante tres meses. Unos 3.900 euros, Para ellas, un dineral. En su mente, alguna ya ha gastado, ilusionada, parte de ese dinero en mejoras para sus familias y para ella misma.

Las tres habían oído hablar de las ofertas para venir a España. “Nos acercamos y nos apuntamos en Anapec”, la Agencia Nacional de Empleo marroquí. “Luego llegó el visado para venir acá”. Las tres han dejado hijos y, una de ellas, marido. Las otras dos están divorciadas. “Es lo primero que nos preguntaron, si teníamos hijos”. En la oferta de Anapec se especifica este aspecto. Para venir a recoger fresas, moras y arándanos en Huelva, tener hijos facilita ser seleccionada.

¿Con quién están los hijos? El de una de ellas con su madre. Otra de ellas ha tenido que llevarlo a un pueblo del interior de Marruecos, “un viaje muy caro”, y contratar una muchacha para ayudar a la abuela, que lo acoge estos meses, «es una mujer muy mayor». En sus cálculos, el dinero que iba a ganar en España le daría para pagar la ayuda y el préstamo que ha pedido para el viaje y el «papeleo» para el contrato. Unos 700 euros. Opto por no preguntarle a qué papeleo se refiere y qué pagos ha tenido que hacer o a quién. No es la primera vez que lo escucho e imagino la respuesta.

Durante la entrevista muestran vídeos que han grabado con sus teléfonos móviles en los módulos prefabricados en los que han sido alojadas. En uno de ellos se puede ver a varias mujeres que hablan muy enfadadas. ¿Qué es lo que está pasando?, les pregunto. El vídeo se grabó el domingo 19 de mayo. Ese día, cuentan, la empresa había despedido a 33 trabajadoras que se habían quejado del ritmo y exceso de trabajo, y habían pedido que les explicaran bien sus derechos laborales y sus obligaciones. A todas les habían explicado en Marruecos que la jornada laboral sería de 6 horas y media, y que tendrían un día de descanso pagado. También media hora de pausa durante la jornada laboral.

Cuando llegaron a la finca los manijeros les mostraron otra realidad. El trabajo no se mide por horas, se mide por cajas. El objetivo lo marca el patrón, y la jornada termina cuando los manijeros lo dicen. Las tres mujeres se quejan de que durante este mes, en el que se está celebrado el Ramadán y no pueden comer ni beber hasta la puesta del sol, es difícil aguantar tantas horas en el tajo. “Seis horas y media sí, pero diez o doce es imposible, y más con tanto calor como ha hecho estos días. Durante el Ramadán no podemos comer ni beber durante el día, Algunas mujeres no podían más, y los jefes las obligaron a beber agua para que resistieran”.

¿De verdad?

Sí, y no nos dejaban hacer el descanso de media hora.

¿Cómo es eso?, pregunto, si haber salido aún del asombro de lo que acaban de contarme.

La media hora a la que tenemos derecho, sea Ramadán o no. Durante el Ramadán nos han quitado ese derecho, porque dicen que si no es para comer no podemos parar el trabajo, cuentan, muy enfadadas. Como las mujeres del vídeo, como las treinta y tres que el día 19 protestaron y fueron despedidas, según el relato de estas mujeres.

Lo primero que nos dijeron es que tendríamos una vivienda en condiciones. Pero no era verdad. Estábamos dieciocho personas en una misma vivienda. Nos dijeron que tendríamos una vivienda en condiciones pero no era verdad. (Lo repiten varias veces, muy enojadas). Somos 18 personas en una misma vivienda, con un mismo servicio y una sola cocina para todos. Además no hay agua caliente, llevamos muchos días duchándonos con agua fría después de tantas horas, tanto calor y mucho sudor. El tema de la vivienda hace que las tres hablen a la vez, muy airadas. También nos dijeron que sólo habría mujeres en la vivienda, pero también hay hombres.

¿Habéis hablado con alguien, algún consultor o mediador? ¿Nadie os ha explicado vuestros derechos y cómo reclamarlos?

Nadie nos ha explicado nada.

Angels y Esther, del colectivo Mujeres 24 horas se sorprenden y se animan a intervenir en la entrevista para preguntar si en el trayecto desde Marruecos hasta Huelva, en el ferry o en el autocar, les habían mostrado un vídeo oficial. Se refieren a uno que el Gobierno se había comprometido a hacer y a que  todfas las mujeres conocieran. En él se daría la bienvenida a las mujeres y se les explicaría las condiciones de los contratos que ya deben haber firmado y del que deben tener Ninguna de las tres mujeres ha recibido su copia.  También debería explicar cómo debe ser su estancia en España, los derechos de los que gozan por estar acogidas en nuestro país, y las formas hacerlos valer si los sienten conculcados. Nadie parece haberlo visto. La Junta de Andalucía se comprometió a imprimir 280.000 folletos de similar contenido en seis idiomas. Tampoco se han visto.

No. Nadie nos habló durante el trayecto. Solo al llegar a Huelva, una persona nos recibió y nos decía «por aquí, por aquí”.

¿Y con quién tratabais? ¿Quiénes eran vuestros superiores?

Los encargados «marroquinos» y un jefe llamado Antonio.

En la denuncia que habéis presentado ante la Policía decís que habéis recibido insultos. ¿De quién y de qué tipo?

Hay muchos insultos. No dicen cosas como “yo os he traído de la calle y tenéis que dar gracias a Dios por estar aquí. También nos decía que “yo os he traído de Marruecos, pero si no eres buena trabajadora te devuelvo a Marruecos.

¿Quién os decía esas cosas?

Los encargados marroquinos y el jefe Antonio.

¿Habéis cobrado vuestro salario?

No. En Marruecos nos dijeron que nos pagarían el trabajo una vez a la semana o cada quince días, según el campo que te tocara. Una vez aquí nos dijeron que no, que se cobraba cada mes. A la que lleva más tiempo le dieron 130 euros después de haber trabajado una semana, a nosotras dos no nos habían dado nada todavía. Sólo cuando hablamos con la abogada y lo de la denuncia nos dieron 50 euros a cada una. Ese día nos devolvieron el pasaporte.

¿Cómo que os devolvieron el pasaporte? ¿Quién tenía vuestros pasaportes?

Cuando llegamos, una persona nos pidió los pasaportes en el autocar, y nos dijo que nos lo daría cuando volviéramos a Marruecos.

A las tres mujeres no les había extrañado que la empresa les requisara el pasaporte, pero les alertó que se lo devolvieran tan pronto, faltando más de dos meses para finalizar sus contratos; después supieron que la empresa las iba a «devolver» a Marruecos el viernes de la semana pasada, al día siguiente de grabar esta entrevista.

¿Por qué habéis abandonado la finca?

Porque nos amenazan todos los días con devolvernos a Marruecos, sin dinero y sin nada.

¿Y qué esperáis que pase ahora?

Queremos cobrar lo que hemos trabajado y que nos den trabajo como nos “prometieron” para venir a España, que era por tres meses. Queremos hacer el trabajo en las condiciones que nos prometieron y volver a nuestra casa con el dinero que esperábamos reunir aquí para nuestras familias.

Cuentan que se sienten muy mal. Muy humilladas.

Reacción de la empresa

La Mar de Onuba se ha puesto en contacto con la empresa Los Arenales SL., propietaria de Las Posadillas, en una de cuyas fincas sitúan las tres mujeres entrevistadas en esta páginas los hechos que dicen haber sufrido. Es una de las más conocidas y prósperas del sector, y da trabajo a cerca de un millar de personas en plena temporada de recolecta de frutos rojos. Factura más de 18.000.000 millones de euros, y su tasa de rentabilidad, cercana al 40 %, es considerada excelente por las empresas de rating. 

Aunque la empresa ha declinado hacer declaraciones a este medio, o permitir la entrad de cámaras en la finca, sí ha manifestado preocupación por la difusión en los medios de comunicación de la denuncia de las tres temporeras. Aseguran estar orgullosos del trato que reciben sus trabajadores, en general, y presumen de ofrecer las mejores viviendas del sector para los contratados en origen. Es una empresa que ha crecido, que dice apostar por la sostenibilidad medioambiental y la innovación en los procesos productivos, y además dispone de diversos certificados de calidad de reconocimiento internacional. Aseguran también que la denuncia les ha sorprendido y que han abierto una investigación al respecto. Aparte de lo dicho, "no vamos a mantener más contactos con La Mar de Onuba".

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