15 días de ayuno: Habib Qadmi, interno en el CETI de Ceuta, mantiene la huelga de hambre para reunirse con su esposa española y sus hijos en Sevilla

El Habib Qadmi, en una imagen tomada el pasado martes en el CETI de Ceuta, cuando llevaba 11 días en huelga de hambre

“Dispuesto a llegar al final”, ayer sufrió un desmayo y ha perdido mucho peso,

Inició el ayuno el pasado 27 de marzo junto a otros 13 internos, solicitantes de asilo que el martes “suspendieron” su protesta hasta que finalice el estado de alarma.

Está casado con una española y tiene domicilio en Sevilla.

Perdió la residencia durante cinco años por un delito cometido en 2013, y solicita que, cumplida la pena, se le reconozca el derecho a la reagrupación familiar.
por Perico Echevarría

 

 

11 de abril de 2020. El Habib Qadmi cumple este sábado su décimo quinto día de huelga de hambre. Casado con una española, este marroquí de 41 años permanece «retenido» en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta desde septiembre del pasado año.

Nacido en Oued Zem, ciudad mártir de Marruecos en recuerdo de la masacre de 1955 tras el levantamiento contra la autoridad francesa de la época, Habib ya era residente en España, donde tenía su situación regularizada y ejercía su oficio de mecánico en Sevilla.

En la capital hispalense le esperan Carmen, su mujer, y los dos hijos de esta. Dos jóvenes ya adolescentes a los que Habib ha ayudado a criar desde que tenían 3 y 5 años, y a los que llama “mis hijos”. Está preocupado por ellos. Y por Carmen. Es asmática, y Habib sabe que el coronavirus que mantiene a España en confinamiento es especialmente agresivo con las personas que padecen enfermedades y afecciones respiratorias.  Aunque, por el estado de alarma, estos días no acude a su trabajo en la cadena Burger King, Carmen tiene que ocuparse de sus dos chavales. “Cada día espero a que me llame para comprobar que está bien; hasta que la escucho no me quedo tranquilo”, cuenta Habib a La Mar de Onuba.

Habib y Carmen, en una imagen tomada en Ceuta en julio del pasado año,

Se conocieron y se enamoraron en Sevilla. En 2011 comenzaron una vida juntos. Vivieron juntos en Dos Hermanas y en los barrios sevillanos de San Jerónimo, Juan XXIII, y, actualmente, Su Eminencia. En 2013, Habib se vio envuelto en un asunto menor de tráfico de hachís (un “error” que no oculta y que considera más que pagado) y recibió como castigo la expulsión de España durante cinco años.

La pena está cumplida, pero por motivos que Habib no entiende, España no le deja volver a Sevilla y reunirse con sus esposa y sus hijos. Tampoco puede volver a su casa en Marruecos. Habib no es “practicante”, no cumple con el Ramadán y ha tenido «muchos problemas por mi manera de hablar y de pensar”. Además, no mantiene relaciones con su familia de origen, con la que mantiene pleitos en los tribunales. En 2015, durante una de las visitas de Carmen a su «exilio», Habib y ella se casaron bajo el amparo de las leyes marroquíes.

En febrero de 2019 se cumplieron los cinco años de expulsión con los que fue penado por el delito cometido y Habib se dispuso a «volver a casa». Pero, «inexplicablemente», el Estado español no se lo permite.

REAGRUPAMIENTO FAMILIAR

Tarjeta roja de El Habib Qadmi, expedida en diciembre del pasado año

«Lo único que pido es reunirme en Sevilla con la única familia que tengo», dice. En julio, cuando ya intuían un proceso largo, Carmen consiguió que Burger King le ofreciera un traslado a Ceuta. Pero farragosos trámites administrativos y dificultades para la escolarización de los niños, entre otras complicaciones, le hicieron desistir. El 9 de septiembre, Habib ingresó voluntariamente en el CETI de Ceuta y inició los trámites para pedir, de nuevo, la residencia en España.

El Gobierno le concedió la “tarjeta roja” el 17 de diciembre. En unos días hará cuatro meses. La tarjeta roja es una suerte de salvoconducto que habilita a los solicitantes de residencia a permanecer en suelo español y moverse libremente por el territorio nacional hasta que se resuelvan sus expedientes. Excepto si se expide en Ceuta o Melilla. En esos casos, los solicitantes quedan “inmovilizados” en las ciudades autónomas. Los traslados a la península son escasos, y los tiene que autorizar la Delegación del Gobierno, organismo que valora y decide las circunstancias individuales de cada solicitante.

Desde el CETI, Habib pide ser autorizado a viajar a Sevilla por razones de arraigo familiar. «Pero nadie me escucha», se lamenta. «Me dicen que mi matrimonio no tiene validez en España”. Se queja de ello en una de las cartas dirigidas a la Delegada del Gobierno en Ceuta, la socialista Salvadora Mateos: «Sra. delegada del gobierno: quiero presentar queja por la policía de extranjería (…). A mi mujer ni siquiera la quieren llamar y ella les llama y no quieren hablar con ella. Espero que me concierte una cita y usted pueda ver todas las pruebas«. Entre las pruebas que Habib quiere mostrar a la Delegada del Gobierno, a las que ha tenido acceso La Mar de Onuba, hay un poder notarial que acredita la situación matrimonial de la pareja (ver).

El Habin Qadmi con su esposa Carmen y los dos hijos de esta

Era el cuarto escrito que Habib dirige a Salvadora Mateos. Ni ella, ni nadie de su equipo, ha respondido. Ni para concertar la cita solicitada, ni para explicarle por qué no se le autoriza a esperar la resolución de su solicitud de residencia en Sevilla; en su propia casa, junto a su esposa y sus hijos. Lo máximo que le han ofrecido es ponerle en contacto con «asociaciones» que puedan buscarle un «piso de acogida» y alguna ayuda para su subsistencia. «Yo no quiero nada de eso», dice. «No espero que el  Estado español, ni nadie, me dé nada. Soy un trabajador que sé cómo ganarme la vida, y que tengo mi casa en Sevilla. Ya he cumplido. Sólo pido poder reunirme con mi familia. No puede ser que nadie entienda esto».

15 días sin comer

Cuando el pasado 20 de marzo se supo que el Gobierno iba a trasladar a la península a un centenar de internos para «descongestionar» el CETI de Ceuta ante el estado de alarma, Habib creyó que había llegado el momento que tanto esperaba. Que, por sus circunstancias personales y teniendo dónde ir, sería uno de los «afortunados». No lo fue. Tampoco el 27 de marzo, cuando otros 37 internos dejaron el centro ser acogidos por ONG de Andalucía y Castilla La Mancha. Ese día, Habib y otro grupo de marroquíes (en su mayoría, disidentes rifeños que también están en posesión de la tarjeta roja) consideraron que el Gobierno les estaba discriminando al seleccionar a los internos beneficiados por los excepcionales traslados. Iniciaron una huelga de hambre.

La existencia de la protesta fue «desconocida» por la Delegación del Gobierno en Ceuta al ser consultada por La Mar de Onuba el pasado lunes, cuando los internos llevaban ya diez días sin comer. Un portavoz aseguró que se trataba de un montaje, y que aunque los internos llevaban más de una semana sin acudir al comedor del centro, comían «a escondidas» en sus habitaciones. El martes, el mismo portavoz hizo llegar a esta redacción un enlace a una página de Ceuta TV que anunciaba que los internos habían puesto fin a la huelga que el día antes aseguró que no estaba teniendo lugar.

Escrito firmado por los internos del CETI de Ceuta, en el que anuncian la «suspensión» de la huelga de hambre

Todos menos Habib, como sus propios compañeros aclaraban en el escrito al que ha tenido acceso y reproduce esta revista, en el que también anunciaban que aplazaban su protesta hasta que finalice el estado de alarma. Habib respeta y comprende la decisión de sus compañeros, dispuestos a permanecer en el CETI porque en Marruecos les espera la cárcel. A Habib le esperan su mujer y sus hijos en Sevilla. Lo están pasando mal, «tienen depresiones», como el mismo cuenta en otra de las cartas -sin respuesta- que ha enviado a la Delegada Mateos. Está decidido a conseguir que le escuchen. Aunque sea arriesgando su vida con la huelga de hambre. Hoy, 11 de abril, cumple 15 días sin ingerir alimentos. Sólo agua, café y tabaco.

Ayer se desmayó. Dice que cuando sus compañeros de habitación lo acompañaron a la enfermería, la única asistencia que se le ofreció fue mermelada, «que es rica en azúcar». Lleva varios días pidiendo que le hagan una analítica, pero en el centro «no se aclaran». Que «si el escrito lo tienen que coger los del grupo de la mañana», y que estos dicen que «los la tarde». Habib quiere, sobre todo, demostrar que mantiene su lucha. Que no come «a escondidas», como dijo el Gobierno. La Dirección General de Inclusión y Atención Humanitaria, que tiene entre sus comptencias la planificación, gestión y seguimiento de los centros de estancia temporal de inmigrantes (CETI) y de los centros de acogida a refugiados (CAR), asegura que «todos los internos tienen garantizada la asistencia médica» y no teme por la salud de ninguno de ellos.

«Se están cachondeando de mí», dice Habib enfadado. En su voz se nota que está más débil. Él mismo asegura estar sorprendido de las canas que ha sumado desde que inició la huelga. ¿Vas comer?, le preguntamos. «Nunca», responde. «Sólo cuando pueda abrazar a mi mujer».

Cear reclama el traslado urgente a la península de solicitantes de asilo y migrantes

Desde la declaración del estado de alarma el pasado día 14 de marzo, la situación en la que se encuentran las personas migrantes en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se ha visto seriamente agravada, especialmente en los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha pedido por carta al presidente del Gobierno el traslado urgente a la península de estas personas para que se garanticen sus derechos.

Actualmente, en plena cuarentena por coronavirus, 1.653 personas migrantes y solicitantes de asilo residen en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, a las que hay que sumar las 50 personas que han llegado hoy y que se encuentran en la puerta de acceso al mismo. Mientras, 459 personas residen en el CETI de Ceuta. Además, se han suspendido los traslados a la península desde las ciudades autónomas y es importante señalar que en la zona Centro Menores “La Purísima” – mezquita del cementerio musulmán-CETI- Complejo V Pino, se encuentran confinadas un gran número de personas en el perímetro de la ciudad.

A las situaciones traumáticas vividas por cada persona en su país de origen y en su trayecto migratorio, se suma que muchas llevan un largo periodo de estancia en el centro y que entre ellas se encuentran personas enfermas con discapacidades severas, mujeres embarazadas solas, niñas y niños recién nacidos o víctimas de violencia de género. Situaciones de extrema vulnerabilidad que se ven seriamente agravadas por la ansiedad que está provocando esta pandemia en todo el mundo.

Durante las últimas semanas, el estado psicológico de las personas residentes se ha ido deteriorando progresivamente debido a la sobreocupación de los centros y a la incertidumbre a causa del coronavirus, lo que ha provocado entre las personas residentes varios incidentes, huelgas de hambre, cuadros de ansiedad, dificultad para conciliar el sueño…

Por todo lo expuesto anteriormente, CEAR ha dirigido una carta al presidente del Gobierno español para que autorice con la máxima celeridad el traslado urgente y reubicación de las personas solicitantes de protección internacional y migrantes que se encuentran en los CETI de las ciudades autónomas, con especial atención aquellas que se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad.

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