Brexit: entre la desconfianza y la tensión

Después de haber conseguido sacar adelante su salida de la Unión Europea (UE), el Reino Unido atraviesa sus horas más bajas mientras el tiempo juega en su contra para sacar adelante la era post-brexit .

En la larga lista de temas a tratar entre la UE y el reino británico, uno de los principales es la intención de Bruselas de llegar a un acuerdo comercial con Londres para evitar una competencia desleal por parte de este último.

En medio de un clima de tensión que aumenta por momentos, Michel Barnier, negociador de la Unión Europea, ha recordado al gobierno británico que antes de que finalice el mes de junio, la cuestión comercial debe quedar cerrada y «perfectamente aclarada» para poder establecer un tratado de libre comercio en el que ambas potencias salgan beneficiadas.

Sin embargo, esta fecha ha sido marcada por los británicos como el fin de las discusiones entre la UE y Gran Bretaña, que alcanzan ya su tercer encuentro sin llegar a buen puerto.

IGUALDAD DE CONDICIONES

Tanto la Unión Europea como el Reino Unido mantienen sus posiciones perfectamente definidas y no parece que ninguna de las partes vaya a ceder.

Esta oposición ha dinamitado las conversaciones entre Barnier y el negociador británico, David Frost, quienes coinciden en que, hasta el momento las reuniones entre ambos está siendo decepcionantes.

Por un lado, la petición de la UE se enmarca en la necesidad de «crear acuerdo comercial muy amplio, con garantías para evitar que Gran Bretaña desregule su economía en materia fiscal, social y medioambiental».

Es decir, lo que la UE quiere evitar es que, una vez se produzca la separación total del Reino Unido de Europa,  Johnson convierta al país en un paraíso fiscal.

Sin embargo, Frost asegura que este plan planteado por la entidad europea responde a un «enfoque ideológico» que no respeta la petición planteada por el país británico sino que, más bien, «la UE quiere atar Reino Unido a las leyes y los estándares europeos».

La propuesta planteada por parte de Bruselas para conseguir un acuerdo equitativo entre ambas potencias, es que el Reino Unido se acoja a una extensión del periodo de transición, y así poder continuar con las negociaciones.

«NO» A LA PRÓRROGA DE TRANSICIÓN DEL BREXIT

Llegadas las conversaciones a un punto muerto del que no parece que vaya a ser fácil salir, la Unión Europea ha planteado al Reino Unido que soliciten una extensión del periodo de transición , que termina el 31 de diciembre de 2020, para conseguir fijar los derechos y deberes de cada institución una vez Reino Unido abandone la institución europea.

La finalidad de este periodo de transición es que ambas partes puedan ajustarse y negociar los términos de su nueva relación.

Sin embargo, el Reino Unido ya ha confirmado que no piensa acogerse a ningún tipo de prórroga y que «si la UE nos lo pide, no la aceptaremos“, según señala David Frost.

Ante la negativa de Frost en representación del gobierno británico, Michel Barnie ha asegurado que «no vamos a llegar a un acuerdo a cualquier precio. Nunca llegaremos un acuerdo en detrimento del mercado interior y la unión aduanera porque nunca sacrificaremos el futuro».

Otro de los grandes problemas a los que se enfrenta la UE es que Reino Unido ha asegurado que, con o sin acuerdo, antes de finalice el año, van a llevar a cabo sus objetivos.

Esto implica que, si las intenciones compartidas por Frost se cumplen, al gobierno británico parece que no le va a importar salir de la Unión Europa sin alcanzar un acuerdo.

En medio de todo este clima de crispación, acentuado aún más por la imposibilidad de realizar un encuentro en condiciones normales a causa del coronavirus, Michel Barnie ha destacado que, desde la UE, «estamos preparados para todas las opciones. No soy optimista. Seguiré con determinación, pero no optimista».

El cuarto encuentro de negociaciones entre los representantes de la Unión Europea y el Reino Unido tiene previsto celebrarse en los próximos días.

Tras esta reunión, se celebrará una cumbre entre la ambas potencias para evaluar el ritmo y el estado en el que se encuentra el diálogo entre ellos.

Un diálogo que podría romperse por completo si Boris Johnson, primer ministro británico, cumple su promesa de levantarse de la mesa de negociaciones si no existen avances en que permitan avistar un acuerdo en el futuro.

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