De cuando hay bulos que pretenden enmascarar a la ciencia

La verdad es lo que es,

y sigue siendo verdad

aunque se piense al revés.

Antonio Machado (1875-1939)

Al Dr. Fernando Simón
por José Luis Pedreira Massa

Este periodo de pandemia y confinamiento nos ha ofrecido muchas informaciones sobre la ciencia y lo sanitario de interés indudable, muchas de ellas se amparaban en un gran desconocimiento, otras con la clara intención de pretender informar y otras para obtener un rédito secundario contra el gobierno. La gran mayoría de las ofertas cumplían fielmente lo que dijo Thomas Huxley cuando nos avisaba que “las nuevas verdades frecuentemente empiezan como herejías, pero muy a menudo acaban como supersticiones”, al fin y al cabo, esas nuevas verdades no dejaban de ser bulos malintencionados que no pasaban de meras supercherías.

Cuando nos enfrentamos a la ciencia lo podemos hacer como lo hacían dos mujeres de la familia que son especiales y particulares donde las haya, ellas me enseñaron durante años algo fundamental, fue una enseñanza que no viene en los libros de Medicina, me mostraron la existencia y el poder oculto de un “colega” omnipresente, con un poder otorgado muy superior a cualquier medio de comunicación de amplia tirada o gran “share”, un poder de influencia y credibilidad de gran impacto, sin una localización determinada pero siempre vigilante para emitir su juicio y veredicto casi, casi infalible a los oidos de la población, por lo tanto, muy difícil de combatir, este “colega” de tales especiales características es, ni más ni menos, el “Dr. Dicen” y hoy se complementa con el “Dr Google”. Me enseñaron, estas dos mujeres peculiares donde las haya, el valor de la creencia sobre la evidencia, de “hacer lo de siempre” sobre las posturas nuevas y de progreso, de la medicina popular sobre la medicina científica, del valor “de lo mío” sobre lo probado y contrastado, el valor de la autoridad de lo innominado y verbal sobre la autoría científica y publicada. En fin, un “colega” poderoso y peligroso que ocupa nuestro lugar cuando no hacemos una buena comunicación con la población.

Mayoritariamente voy a seguir a mi profesor de Metodología de investigación, el Prof. J. Wagensberg que no era médico, sino físico. Él decía que los científicos no tenían solo virtudes, sino que también tenían algunos “vicios menores destinados a arañar tiempo a la reflexión: el Físico: levantar cejas, dar un golpe de hombro y dicen: “¿Y…?”; los Biólogos: arquean las cejas con sorpresa y dicen: “¿Ah, sí?…”; los Arqueólogos y paleontólogos: cabecean con preocupación y dicen: “No creas, no creas,…” y los Matemáticos: fruncen el ceño y murmuran: “Eso es trivial” o bien “Eso no tiene sentido”, a ellos mi descaro añadió que los Psiquiatras: apoyan la barbilla en una mano y dicen en voz baja algo que se le parece a:”Eso es más complejo”.

Mucho se ha criticado al Dr. Fernando Simón acerca de las aparentes autocorrecciones casi continuas y a su trasmitir incertidumbre. La gente deberíamos saber que un buen esquema conceptual no cambia las respuestas, sino que cambia las preguntas.

En el contexto general de generación de información intervienen algunas funciones humanas especiales. La imaginación produce objetos mentales, pero para que éstos sean comunicables a otras mentes, hay que transformarlos en objetos reales. Ese proceso de transformación es la representación. Y, en algunos casos, aún se recomienda una fase más, la interpretación, que sirve para consumar la inserción del nuevo objeto, real y finito, en la realidad preexistente. El creador, el compositor o el arquitecto, aunque también interpretan, sobre todo imaginan y representan, mientras que el intérprete, como p.e el pianista o el maestro de obra, aunque también crean y representan, sobre todo ejecutan. Otro ejemplo muy evidente: Cuando el Bosco pinta su obra el Jardín de las Delicias, primero tuvo la producción de su imaginación en torno a las condiciones y pensamientos que existían entonces, Esos pensamientos los transforma en tres tablas con su arte y su pintura que consigue representar esos contenidos; Luego llegamos los observadores de cada época cuando nos posicionamos delante de las tablas y vemos o interpretamos esas escenas tan impactantes, pero lo hacemos nosotros unos cuatro o cinco siglos después y con nuestra formación actual, eso es lo que representa para nosotros, no tengo muy claro que El Bosco estuviera muy de acuerdo con alguna de estas interpretaciones.

La religión es una forma de conocimiento en la que la imaginación se nutre de la revelación, por lo que la representación es, por sagrada, también intocable. El progreso de la religión tiene, en todo caso, el estrecho margen que le otorga la interpretación y, en demasiadas ocasiones este estrecho margen se anula, surgiendo el fundamentalismo. Sin riesgo a exagerar, podemos decir que la religión, necesariamente, no progresa. Siempre podremos probar, éso sí, cambiar de religión, y tampoco pasa nada.

La ciencia es una forma de conocimiento en la que la imaginación, representación e interpretación se estimulan, se provocan, se insinúan, se acarician, se golpean, se corrigen, se refutan y se confirman mutua y continuamente. Con estas condiciones la ciencia, necesariamente progresa. Claro que, para ello, como dice Berhane Asfaw: “las investigaciones deben ser largas y minuciosas. La consistencia y la seguridad son esenciales en la ciencia. La integración de nueva información es ciencia. Lo contrario es religión”.

El paradigma de estos comentarios ha sido la aportación diaria del Dr. Simón, mientras sus atacantes no podían manejarse en esa incertidumbre del cambio e incorporación de los nuevo, simplemente porque solo buscaban destruir a la persona y no las informaciones que aportaba. Volviendo de nuevo a Wagensberg, cuando nos recuerda que todo progreso tiene sus riesgos y es bien cierto que las nuevas tecnologías, mal usadas, duermen la imaginación., ése hecho es, al mismo tiempo, el síntoma inconfundible de un falso progreso creativo: es cuando uno se percata que, en lugar de pensar más, está pensando menos, pero lo niega.

Se ha acusado al Dr. Simón de crear incertidumbre, pero quienes eso hacían se olvidaban que cuando la incertidumbre es relevante, el ser vivo afina dos grandes funciones: la capacidad de anticipación (la percepción del mundo exterior, la inteligencia y el sistema inmunológico) y la acción actuando en consecuencia (cambiar el entorno con la tecnología o cambiar de entorno con nuestra movilidad). El Premio Nobel Ylia Prigogine fue uno de los constructores y defensores de la incertidumbre en los procesos científicos y en la propia vida, frente a lo que defendían los deterministas de otro Premio Nobel como era Jacques Monod. Sus principios fueron debatidos en una jornada fantástica, organizada por el Prof. Wagensberg que se llevó a cabo en el Castillo de Figueras, en la casa de Dalí, el encuentro vio la luz en un libro magnífico: “Proceso al azar”, hasta el título es sugerente y el texto es de lo más edificante para el pensamiento.

Dice Richard Feyman que “el científico descubre las leyes de la naturaleza como el novato que deduce las reglas del juego del ajedrez tras largas horas de mirón en partidas de café”. El científico aprende con su cotidiano quehacer viviendo que con la vida la materia gana identidad; con la inteligencia, la identidad se anticipa a su entorno; y con la cultura, la inteligencia llega a preguntarse sobre ella misma. En este devenir se mueve el científico por ello el método científico más fiable es un método ideado por los filósofos presocráticos, siendo su máximo defensor Heráclito, este método es el método dialéctico, que se expone sucintamente en la gráfica adjunta.

Para investigar necesitamos una hipótesis de partida que formula el investigador, se constituye en la tesis dialéctica. Al desarrollar la investigación esta tesis se confronta con la realidad que pretende estudiar, constituyéndose en la antítesis. De esa confrontación dialéctica surge un resultado científico que, forzosamente, se constituye por la síntesis. Pero el proceso científico está en contínuo cambio, lo que quiere decir que esa síntesis se transforma, a su vez, en una nueva hipótesis que genera un círculo de avance. Es decir que, como defendía Karl Popper, todas las verdades científicas son mentira, ya que el trabajo diario del científico consiste en equivocarse intentando cambiar la verdad; la verdad científica es la única que tiene una vigencia limitada.

Con este esquema podemos acercarnos a lo que expone el Dr. Simón. Sus detractores le acusan de dar informaciones contradictorias o incompletas, incluso le acusan de mentir. Pero se olvidan de reflexionar lo que acontece: primero que existe una realidad cambiante de forma contínua y, por lo tanto, se debe adaptar al esquema precedente de confrontarse, de forma contínua a esa realidad cambiante antes de exponer su síntesis, siempre interferida por la continuidad de la modificación de los datos poblacionales y de las aportaciones científicas. Dos ejemplos nos ayudan a comprender lo dicho: el origen de los datos que utiliza el Dr. Simón provienen de los que aportan las Comunidades Autónomas, luego si las CC.AA insisten en la falsedad de los datos lo que confirman es que ellas aportan datos falsos, posiblemente de forma intencional con el fin de acusarle a posteriori de lo que ellas mismas han ocasionado. Muchas CC.AA han demostrado su gran deslealtad y su capacidad de falsear la realidad. Un segundo dato consiste en el resultado reciente del tratamiento con Dexametasona, un fármaco muy utilizado y conocido desde hace tiempo, hay que tener cuidado: es un tratamiento acompañante, paliativo y complementario, no es curativo y solo contribuye a mejorar el pronóstico y, por lo tanto, a evitar posiblemente algunos fallecimientos según parece, pero solo es así de efectivo en los casos muy graves. Tampoco es cuestión del Dr. Simón aportar los límites y las limitaciones de este estudio. Esa es la incertidumbre de la ciencia, no el cambio de opinión del Dr. Simón.

Entonces, vds se preguntarán sobre el hecho de la investigación y su complejidad, pues el Premio Nobel Albert Szent-Gyorgyi nos lo explica con suma sencillez a la par que con gran profundidad: El secreto del éxito de la investigación es ver lo que todos han visto y pensar lo que nadie había pensado.

Estos nuevos científicos-cienceros surgidos en estos meses de pandemia y que se han adueñado de los medios de comunicación, informando sobre inexistentes razones y generando todo tipo de bulos, cumplían a rajatabla lo que comentaba mi buen amigo el Dr. Federico Menéndez: “Sociabilizar el conocimiento y la cultura está muy bien, pero para ello hay que tener conocimiento y cultura, de lo contrario lo que se sociabiliza es la ignorancia”. Sin duda esa era la pretensión última de esta caterva de cienceros que han surgido como setas y que se permiten insultar y descalificar públicamente y desde todo tipo de medios de comunicación a aquellos que exponían, con humildad y con las dudas emergidas del conocimiento científico, informaciones contrastadas.

La ciencia es eminentemente elitista y no se le pueden aplicar criterios democráticos, tal como enunciaba el Premio Nobel Severo Ochoa. Por mucho que quieran estos cienceros de tres al cuarto y por mucho que lean, si es que lo hacen, no podrán llegar al nivel de aquellos que, tras largos periodos de estudio y de trabajos de investigación de tipo dialéctico como son los trabajos epidemiológicos, han dedicado varias décadas de su vida a estos menesteres. Aunque la forma de exponer del Dr. Simón sea cercana y con lenguaje asequible, su contenido lleva varios lustros o décadas de estudio. Así aconteció con medidas, tan aparentemente simples, como el lavado de manos o la distancia física como técnicas de control y que, en las fases iniciales de la pandemia, crearon todo tipo de chismes y chistes de incredulidad e incluso de descalificación.

Victoria Camps ya nos avisa que las religiones siempre tienen respuestas y desde la ética láica, tenemos que ir construyéndolas, ya expusimos al principio de estas líneas porqué era esta situación y por ello, por su simplismo, por su fuente reveladora.

Un último ejemplo revelador de los expuesto con anterioridad lo representa que un cardenal diga en sede religiosa y vestido con todos los ornamentos de su poder, que la vacuna frente al coronavirus se está investigando sobre células de los fetos que provienen de los abortos. Este dislate es tan grande que, como dice Carmen Iglesias, solo nos queda señalar que frente a la falsificación consciente de la historia hay que oponer la búsqueda de la verdad. Así es frente a este origen revelado por su supina ignorancia e idea preconcebida, solo queda contraponer la realidad de los avances científicos que siempre son controlados y demostrables, a diferencia de sus actos que suelen estar en el ocultismo y el secretismo y formulados como dogmas.

Lo curioso es que ningún ciencero de tres al cuarto de época reciente, ha elevado su “docta” opinión sobre el particular. Yo he encontrado la razón en Groucho Marx: “¿Qué hay que hacer para tener poder y ser aceptado? Deja de lado la honestidad, cuando lo consigas, ya está”.

No me gusta lo que ha pasado con el Dr. Simón ni cómo se le ha tratado, aunque estuviera poco acertado en alguna ocasión, se le debe el respeto debido de quien ha intentado con solvencia, discreción y sometido a una gran exposición explicar de forma sucinta y simple las complejidades de su trabajo.

Ante ello reitero y hago mías las palabras de mi amigo el Prof. Federico Mayor Zaragoza: “Me preocupa el silencio de la ciencia. Los científicos deben ser los portavoces de los sin voz”. Por ello, modestamente, yo he alzado mi voz.


José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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