El boicot de EEUU a Cuba, Nicaragua y Venezuela condiciona la Cumbre de las Américas

Lunes, 6 de junio de 2022. La incógnita sobre los países y gobernantes que finalmente participen en la novena Cumbre de las Américas, cuya fase preliminar se inició este lunes 6 de junio 2022 en la ciudad estadounidense de Los Ángeles, aplastó como una pesada losa la atención a su agenda, con varios de los temas de mayor interés para el hemisferio, informa Humberto Márquez (IPS) desde Caracas

La discusión sobre quienes serían invitados por Washington, y quienes motu proprio decidieron no asistir, «restó importancia al sentido de estas cumbres: cómo mejorar para el bien de todos la relación de América Latina y el Caribe con Estados Unidos», dijo a IPS la catedrática de relaciones internacionales Elsa Cardozo.

La cumbre «es importante para tratar temas como la migración, la seguridad, la prosperidad y dentro de ella el comercio, la energía, la pobreza, los derechos humanos y la cuestión ambiental» expuso Cardozo, exdirectora de la Escuela de Estudio Internacionales en la Universidad Central de Venezuela.

Sin embargo, desde que se hizo patente que Estados Unidos, como anfitrión, no invitaría a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, las capitales del hemisferio se poblaron de declaraciones sobre el deber de incluir a todos o excluir algunos, y varios mandatarios fueron tajantes: «O vamos todos, o no voy».

Las cumbres de las Américas, cada tres o cuatro años, se iniciaron en 1994 en Miami, sureste de Estados Unidos, con el entonces presidente Bill Clinton (1993-2001) como anfitrión, y participaron los 34 gobiernos activos en la Organización de Estados Americanos (OEA).

Cuba, cuyo gobierno fue excluido de la OEA en 1962, se incorporó al sistema de cumbres en la séptima edición, en Panamá en 2015, cuando en Washington gobernaba Barack Obama (2009-20017) y su vicepresidente era el actual mandatario estadounidense, Joe Biden.

Washington considera que tanto en Cuba como en Nicaragua y Venezuela los gobiernos no son democráticos y transgreden la Carta Democrática Interamericana adoptada en 2001 en Lima por los Estados miembros de la OEA.

El coordinador estadounidense de la Cumbre en Los Ángeles, Kevin O´Reilly, adelantó hace una semana que los tres gobiernos no serían invitados.

Con esa decisión «básicamente están aplicando el criterio de la Carta Democrática, el espíritu regional de estas cumbres», observó a corresponsales Michael Shifter, expresidente del centro de análisis político Diálogo Interamericano, en Washington.

Según ese criterio, «para ser invitado, hay que cumplir ciertos requisitos, tener como mínimo un gobierno elegido. Cuba, Nicaragua y Venezuela son dictaduras, no tienen elecciones serias, todas son farsas», comentó Shifter.

De México a Argentina

Hace un mes, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador planteó que «si no se invita a todos, va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo», y esa expresión fue pistoletazo de salida para demandas similares en la región y anuncios claros o condicionados de inasistencia.

Al despuntar la cumbre este lunes 6 ya se confirmó que López Obrador, gobernante del principal socio de Estados Unidos en la región y cuya presencia buscaron afanosamente en los últimos días los organizadores de la cumbre, no cruzará la frontera para asistir a la cita.

El mapa de ausencias, de cada gobierno o de sus mandatarios, se fue dibujando de norte a sur: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Cuba, San Vicente y las Granadinas, Venezuela, Bolivia, Argentina.

El mandatario argentino, Alberto Fernández, durante largos días deshojó la margarita entre asistir o no, y finalmente optó por acudir, animado por la oferta de un encuentro bilateral con Biden.

Desde Caracas su par Nicolás Maduro proclamó que «Alberto Fernández será la voz del sur y de Venezuela en la Cumbre de las Américas».

«Fernández y López Obrador, éste con su peculiar estilo con el que dice, luego matiza, vuelve a decir y matiza de nuevo, saben que más allá de las diferencias coyunturales deben cuidar la relación con Estados Unidos», observó Cardozo.

Pero con el reguero de ausencias, entre las decididas por Washington y las asumidas en el resto del hemisferio, la cita en Los Ángeles ya ha quedado como una cumbre mermada, que pone sobre la mesa las fracturas Norte-Sur americanas y la polarización latinoamericana y caribeña entre izquierda y derecha, más que entre democracia y autoritarismo.

Una realidad que se reflejará en la tradicional foto de familia una vez que el miércoles 8 se produzca el esperado encuentro de los líderes continentales, en lo que representa de todo un fracaso para Biden y su diplomacia con la región que Washington definió en el pasado como su patio trasero.

Los pueblos aguardan

Washington propuso «Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo», como lema de la novena cumbre, con cinco ejes temáticos: Salud y resiliencia en el hemisferio, futuro verde, acelerar la transición a la energía limpia, transformación digital y gobernabilidad democrática.

Un tema candente para el diálogo hemisférico es el de la migración, con centenares de miles de latinoamericanos y caribeños que pugnan por migrar a Estados Unidos, y las políticas y medidas estadounidenses para contenerlos en sus países de origen, ante las costas norteamericanas o en la frontera de México.

Con respecto a la recuperación económica, libre comercio y negociación multilateral, funcionarios estadounidenses, han dejado saber que su país no se propone nuevos pactos sino profundizar el trabajo con los acuerdos ya existentes.

La primera cumbre lanzó la iniciativa del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), cuando el continente estaba regido por gobiernos afines a Washington, pero esa propuesta naufragó en 2005, durante la cuarta cita, en Mar del Plata, Argentina.

En esa ocasión, ya con gobiernos izquierdistas en varios países sudamericanos, los cuatro del Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) más Venezuela dieron un portazo en la cara al entonces mandatario estadounidense George W. Bush (2001-2009) y consiguieron sepultar el Alca.

En cuanto a energía, están por verse las propuestas de cooperación para una transición a energía limpias, mientras que la coyuntura está marcada por impactos en el mercado mundial –mayores precios y corte en los suministros- derivados del conflicto entre Occidente y Rusia tras la invasión a Ucrania.

¿Regresa Estados Unidos?

Analistas concuerdan en que la cumbre de Los Ángeles, prácticamente en la frontera con América Latina, se inscribe en la ristra de citas cimeras de Washington –con Europa, el sudeste asiático y los Estados del Indo-Pacífico- para afirmar su papel preponderante en el mundo ante la emergencia de China como rival cada vez más competitivo.

China, el campo del comercio e inversiones, y Rusia, en áreas como energía y cooperación militar, han aumentado su presencia en América Latina, que Estados Unidos siempre ha considerado como parte de su dispositivo geoestratégico.

Pero además la novena cumbre se ha visto como la oportunidad de Biden y del Partido Demócrata de Estados Unidos para marcar diferencias y ganar la voluntad hemisférica, con promoción del multilateralismo, para contrastar con la pasada presidencia de Donald Trump (2017-2021) y su Partido Republicano.

Un detalle no menor es que esa relación abona el interés electoral de los demócratas en áreas como el sudoriental estado de Florida, asiento de una gran comunidad de origen latinoamericano y crucial para definir mayorías en las elecciones para el Congreso estadounidense previstas para el próximo noviembre.

Así se explica el ansía de Washington por la presencia del mexicano López Obrador, del que recibió un portazo este lunes 6, y el redoblado trabajo tras bambalinas en procura de que la cumbre produzca al finalizar esta semana una declaración y plan de acción, que insuflen nuevo aliento a la relación hemisférica, a modo de cemento para tratar de que se recompongan las fracturas que la propia cumbre ha puesto más que en evidencia.

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