«El Gran Reemplazo»: desmontando la nueva conspiración racista de la extrema derecha

por Vicente Barrachina

 

Jueves, 14 de octubre de 2021. El pensamiento conspiracionista se ha convertido en uno de los pilares fundamentales sobre los cuales se sustenta la alt-right o «derecha alternativa». En realidad, esto no es nada nuevo, ya que desde la misma aparición de la ideología ultraderechista los mitos y confabulaciones sirvieron como sustento ideológico para la expansión e implantación de esta en las capas sociales, con ejemplos tan sonados como las conspiraciones sobre comunistas, masones o judíos que auparon al poder a los fascistas a principios del siglo XX.

Sin embargo, el auge de la extrema derecha en los últimos años ha venido a coincidir también con una proliferación de las teorías conspiracionistas, así como de sus adeptos. En el universo de las conspiraciones, se pueden encontrar desde sectas como los Illuminati o los masones, hasta teorías de la conspiración como la del ‘’Gran Despertar’’ de QAnon o la reciente teoría de la Plandemia, que a grandes rasgos defendía una supuesta conspiración de las élites para expandir un virus que, aunque no era especialmente peligroso, serviría para atemorizar y controlar a la población; y estos solo son algunos ejemplos de los cientos de movimientos conspiracionistas que existen a día de hoy y que, como se puede ver, en un gran porcentaje se asientan sobre el negacionismo a toda evidencia, objetividad e investigación científica.

Esta proliferación del conspiracionismo ha tratado de ser abordada desde diferentes perspectivas. Desde la psicología se señala que, a pesar de que la mente humana está diseñada para detectar patrones y lo hace con una gran efectividad, en ocasiones se cae en sobreinterpretaciones, viendo patrones donde no los hay, lo que puede provocar que cuando ciertos sucesos parecen seguir una lógica hay gente que crea una historia que no se corresponde con la realidad. La gran cantidad de información a la que las personas están expuestas en la actualidad favorecería las posibilidades de relacionar eventos aleatorios.

Por su parte, desde la sociología se argumenta que esta se debe a causas estructurales que se corresponderían con un cambio de la composición social. Algunos sociólogos como Richard Sennett o Zygmunt Bauman apuntan procesos sociales que tendrían en común la mayor inseguridad de los individuos en la sociedad actual, en la que todo se acelera y nada es estable, por lo que sería lógico que estos individuos busquen cada vez más seguridad. Las conspiraciones son un recurso mental seguro, ya que ofrecen soluciones fáciles a problemas complejos.

A estas visiones se le añaden otros factores que también han aportado su granito de arena en el auge del conspiracionismo. Entre ellas probablemente la más destacada sea el soporte que las redes sociales e Internet han facilitado al este tipo de pensamientos para extender sus teorías, todo ello junto al clima de desinformación y fake news que se respira en la red. Dicho de otro modo, ahora las creencias irracionales pueden encontrar puntos en común, adueñarse de espacios en Internet y elaborar auténticas burbujas de información que caen en un sesgo de confirmación brutal y que, extrapoladas a la realidad, se convierten en una suerte de posverdad.

En cualquier caso, sean cuales sean las causas de la expansión de la creencias en estas teorías, es innegable la relación entre este y la extrema derecha. Se puede debatir si esta se trata de una relación directa, en la que la extrema derecha busca utilizar e influir en los círculos conspiracionistas, o si es más bien indirecta en tanto que estos círculos suelen estar compuestos por personas extremistas. Lo que no parece debatible es que estas conspiraciones suelen tener como chivo expiatorio a personas de carácter progresista o a colectivos vulnerables, desviando la atención de la fuente real de los grandes problemas que asoman por el horizonte terrestre.

De entre todas estas teorías, una que en el mundo hispanohablante ha pasado desapercibida pero que está ganando cada vez más fuerza, no solo por difundirse de manera consciente, sino también por estar detrás de buena parte del argumentario ultraderechista, es la de «El Gran Reemplazo».

Origen de la teoría de «El Gran Reemplazo»

Jean Raspail, autor de El Desembarco. Autor: Fabrice Bluszez, 28/12/2015. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA4.0)

Los orígenes de la teoría de la conspiración de «El Gran Reemplazo» se remontan, sorprendentemente, a una novela francesa de 1973. Se trata de El campamento de los santos, también conocida como El desembarco, una novela del escritor francés Jean Raspail en la que relata la llegada masiva de inmigrantes de los países empobrecidos a tierras europeas, que aunque se produce de forma pacífica, provoca un reemplazo de la población autóctona europea y la desaparición de la civilización occidental.

La base de los hechos que narra Raspail se sustenta en un supuesto cambio en la correlación de fuerzas entre las potencias occidentales y los países del ‘’tercer mundo’’ que, gracias a diversos factores, como el progreso económico o, principalmente, gracias a un aumento exponencial de su población, habrían conseguido someter a los decadentes países occidentales y ocuparlos.

A pesar de que se trata de una novela ficticia, el propio autor confía en la inminencia real de estos hechos como explica en el prefacio de la tercera edición francesa de la novela: ‘’Probablemente las cosas no sucedan exactamente como lo he descrito, pues El desembarco sólo es una parábola, pero a fin de cuentas el resultado no será distinto, aunque quizás se produzca siguiendo formas más difusas y aparentemente más tolerables’’.

Aunque aludiendo al título de la obra se pudiera pensar que esta inmigración masiva respondería a un desembarco de población africana en costas europeas, el autor especifica que se trata de ‘’masas humanas procedentes del lejano Ganges’’, es decir, de India; con el objetivo, según él, de ‘’evitar entrar en el debate trucado del racismo y el antirracismo’’.

Sin embargo, los tímidos intentos de alejarse de posiciones racistas de Raspail no evitaron, primero, que fuera acusado de escribir un libro profundamente xenófobo que caricaturiza a los inmigrantes como ‘’monstruos’’ incivilizados y carentes de raciocinio y, segundo, que se convirtiera en uno de los libros estrella de la derecha alternativa.

Tras su publicación en los años 70, la novela ya recibió críticas positivas por parte de escritores asociados a la extrema derecha, pero no sería hasta fechas más recientes que el libro triunfaría de forma rotunda ubicándose entre los libros más vendidos en Francia en 2011. Hasta Steve Bannon, el famoso ex-asesor de Donald Trump, ha citado en repetidas ocasiones esta novela.

¿Qué es la teoría de «El Gran Reemplazo»?

Cartel de la ultraderechista Liga Norte de Italia sobre la inmigración en el que se dice: «¡No pudieron ponerle reglas a la inmigración, ahora viven en las reservas!». Autor: riccardo f.m., 25/03/2008. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)

El éxito de la novela El Desembarco se debe esencialmente a que se ha convertido en el libro de cabecera de la última conspiración racista de la extrema derecha: «El Gran Reemplazo». Esta teoría tiene su inicio o momento fundacional en otro libro más reciente llamado El gran reemplazo y escrito por el novelista francés Renaud Camus.

Camus fue un ferviente defensor de los derechos del colectivo LGTB en los años 60, llegando a convertirse en un ícono gay en Francia, ya que sus padres, de valores tradicionales y homófobos, le repudiaron cuando este les confesó su homosexualidad y le desheradaron. De este modo, publicó Tricks en 1979, una obra rompedora que narraba sus aventuras sexuales, y recibió en 1996 un reconocimiento a su trayectoria por la Academia Francesa, entre otras efemérides.

En contraposición con esta primera faceta disruptiva y activista de Camus, en su vejez este se fue acercando a posturas más extremistas y xenófobas. Ya en los años 2000, cuando publicó sus diarios, mostró su antisemitismo alegando que había demasiados judíos en el programa de radio francés Panorama. En sus palabras, había una ‘’sobrerrepresentación de un grupo étnico’’. Del boom de su juventud, Camus pasó a la marginalidad cultural teniendo que publicar él mismo sus propias obras.

Pero su caída en la marginalidad no le impidió convertirse en un referente ultraderechista. Así pues, Camus escribiría El gran reemplazo en 2012, donde, gracias a la influencia de El Desembarco de Raspail y a otras teorías conspiracionistas como la de Eurabia, elaboraría una teoría que explicaba un plan en plena ejecución de las élites europeas para reemplazar de forma sistemática a la población europea por población africana.

La idea de una invasión extranjera es recurrente en muchas retóricas nacionalistas. No en vano, en partidos políticos como Vox en España se puede ver como tildan de «invasión» a la inmigración. Pero es en ciertos momentos históricos cuando unas condiciones políticas y sociales determinadas hacen que esta idea se convierta en un miedo exacerbado e irreflexivo que condicione la propia vida. Camus supo leer este momento, de crisis económica en Europa junto a una crisis migratoria en Siria y en el norte de África, para publicar esta teoría.

«El Gran Reemplazo» ha cobrado diferentes formas, pudiendo cambiar los pueblos que están llamados a efectuar esta invasión, así como las élites o los motivos que tienen para promoverla, pero siempre mantiene un mismo núcleo sobre el reemplazo de la población autóctona por una inmigración masiva que ya no puede ser atendida en sus países de origen debido a su crecimiento desmedido. En sus diferentes formas, la teoría se ha expandido por los círculos de extrema derecha occidentales.

Renaud Camus, autor de El Gran Reemplazo. Autor: Renaud Camus, 29/11/2012. Fuente: Flickr (CC BY-2.0)

El lugar donde mayor éxito ha tenido la teoría de «El Gran Reemplazo» ha sido, naturalmente, el país del autor, Francia. La sustitución de la cultura francesa por la, supuestamente en oposición, cultura musulmana, lleva muchos años presente en el debate político francés. Pero en los últimos años los discursos racistas están calando de forma más intensa en la sociedad francesa, de forma que la extrema derecha ha estado a un paso de hacerse con el poder en las últimas elecciones de la mano de la líder ultraderechista Marine Le Pen.

Además, en los últimos meses, la líder de Agrupación Nacional y anteriormente del Frente Nacional está siendo desbancada en las encuestas por un prominente líder ultraderechista proveniente de los medios de comunicación, Eric Zemmour, y que es señalado como uno de los principales propagadores de la teoría del reemplazo desde su altavoz en los medios. Así, Zemmour diría en una entrevista que ‘’los musulmanes tienen su propio código civil’’ por lo que no tienen sitio en Francia y en su último libro defiende posturas muy cercanas a la teoría de «El Gran Reemplazo».

El panorama francés actual se resume en que alrededor de un 35% de los electores optarían en primera vuelta por Le Pen o Zemmour, que tienen la conspiración del gran reemplazo como uno de los ejes de su discurso; al mismo tiempo que otras formaciones políticas como la del propio Macron, presidente de la República Francesa, han adoptado posturas profundamente islamófobas, si bien no llegando al extremo del conspiracionismo.

Hay quienes también señalan como una figura destacada en el liderazgo del conspiracionismo francés al escritor Michel Houellebecq, en particular por su novela Sumisión, en la que describe una Francia gobernada por un presidente musulmán y destruida por el islamismo. Este, junto a los ya mencionados Raspail o Camus, han contribuido a que el conspiracionismo xenófobo haya pasado de unos años de marginalidad a volver a impregnar el panorama político francés, como ya lo hiciera en centroeuropa a mediados del siglo XX.

Para colmo, los medios de comunicación, así como influencers afines al discurso ultraderechista, han difundido esta teoría. Un ejemplo en España puede verse en el periodista Íker Jiménez, que ha dado pie a difundirlas y a traer a «expertos» para defenderlas ante una amplia audiencia.

Consecuencias del pensamiento conspiracionista

Hombre portando una bandera con el lema ‘’Libertad o muerte’’ en una manifestación pro-armas en EEUU. Autor: Fibonacci Blue, 28/04/2018. Fuente: Flickr (CC BY 2.0)

Una vez explicitada la forma en la que la teoría de «El Gran Reemplazo» ha impregnado la sociedad francesa, es necesario señalar cómo se ha expandido y las consecuencias del auge de esta teoría conspiracionista.. Uno de los países donde más han calado estas ideas ha sido los Estados Unidos. Aunque la obra de Camus no ha sido traducida al inglés, se puede ver la influencia que ha tenido esta en la sociedad estadounidense solamente con escuchar las proclamas de algunas manifestaciones ultraderechistas.

Por ejemplo, en los atentados supremacistas de Charlottesville de 2017, los manifestantes de extrema derecha tenían entre sus cánticos ‘’no nos reemplazarán’’ o ‘’los judíos no nos reemplazarán’’ y uno de estos supremacistas atentó con su coche contra un grupo de manifestantes antirracistas asesinando a una mujer. No era la primera, ni sería la última muerte a manos de un individuo que enarbola las teorías de la conspiración.

Solo en lo referente a la teoría de «El Gran Reemplazo» hay varios ejemplos más. En 2019, el supremacista Brenton Tarrant perpetró dos atentados en Nueva Zelanda en un par de mezquitas de la ciudad de Christchurch asesinando en ellos a 49 personas. Antes de cometer los atentados publicó un manifiesto titulado ‘’El Gran Reemplazo’’ en el que decía que un viaje a Francia le había convencido de que su país estaba bajo una ‘’invasión’’ de los ‘’no-blancos’’.

En este manifiesto también mencionaba el Plan Kalergi, otra teoría conspiracionista racista que defiende que el filósofo austríaco de nombre interminable Richard Nikolaus Graf von Coudenhove-Kalergi ideó un plan a comienzos del siglo XX para perpetrar un ‘’genocidio’’ sobre la población europea mediante la inmigración masiva y la mezcla de esta con ‘’razas no europeas’’, todo ello con el objetivo de crear un híbrido dócil y sumiso, de tal forma que la raza blanca quedase exterminada.

Es una teoría muy similar a la de «El gran Reemplazo» y que también fue popularizada hace poco por un líder ultraderechista europeo, pero en este caso no era francés, sino italiano: Matteo Salvini. Así, el que fuera Ministro del Interior de Italia y líder actual del partido La Liga, dijo en un mitin que existía un ‘’intento de genocidio contra las poblaciones que han estado viviendo en Italia durante los últimos siglos, que alguien querría suplantar por decenas de miles de personas procedentes de otras partes del mundo’’.

Otro ejemplo es el atentado supremacista que cometió el estadounidense Patrick Crusisus en un supermercado de la ciudad texana de El Paso, en el que fueron asesinadas 23 personas. Su autor alegaba que lo que pretendía era ‘’matar tantos mexicanos’’ como fuese posible y, en un manifiesto muy similar al de Tarrant, defendía que los extranjeros estaban desplazando a la ‘’gente blanca’’ de ‘’origen europeo’’.

Más allá de la teoría de «El Gran Reemplazo», el conspiracionismo en su conjunto ha sido uno de los pilares que ha contribuido a la radicalización de muchos de los terroristas de los últimos años, pero estos casos se siguen tratando a menudo como casos aislados perpetrados por esquizofrénicos o tarados mentales, que no tienen causas sociales detrás.

Así, puede citarse el caso de Anders Breivik, que asesinó a 69 personas en Noruega, pero lo que los medios no suelen resaltar es que era un fascista declarado y que las víctimas eran jóvenes de las juventudes del partido socialista noruego. Breivik, al igual que los terroristas ya mencionados, publicó antes de perpetrar los asesinatos un manifiesto contra el islam, el feminismo y el ‘’marxismo cultural’’.

Lejos de ser casos aislados, el terrorismo de extrema derecha se ubica como la primera amenaza para países como Estados Unidos y la proliferación de las teorías de la conspiración no hace sino crear un clima idóneo para la aparición de nuevos ‘’lobos solitarios’’ que se alcen contra el globalismo, el feminazismo o contra cualquier otro chivo expiatorio que se saquen de la manga y que justifique sus discursos y agendas machistas, racistas, xenófobas y cargas de odio.

La realidad demográfica actual

Renaud Camus defiende que ‘El Gran Reemplazo no es una teoría’’, sino ‘’el nombre para un fenómeno como la Gran Depresión, la Revolución Francesa o la Gran Guerra’’. Sin embargo, las pretensiones científicas de este y otros autores se vienen abajo cuando se descubre que dichas teorías se formulan a partir de muy pocos datos empíricos e investigaciones, pero sí de mucho acientifismo y conspiranoia.

Solamente la afirmación de que la población occidental será sustituida por la africana o asiática es altamente improbable. Es cierto que la natalidad de los países occidentales es inferior a la de los países orientales, llegando a casos extremos como es el del caso de Ucrania con 1,14 de índice de fecundidad o el de Níger con un 6,91. Por lo tanto, parece innegable que los países occidentales, que ya han completado su transición demográfica, esto es, que han conseguido bajos índices de natalidad y mortalidad estabilizando de este modo su población, se mantendrán en niveles bajos de fecundidad mientras que, por su lado, los países orientales seguirán teniendo más hijos que los primeros en los próximos años.

Pero la realidad es bien diferente: la demografía no parece comprar las predicciones agoreras de la extrema derecha. Para empezar, hay que considerar la velocidad de este crecimiento y si es asimilable por las sociedades occidentales. Se estima que para el 2100 la población mundial podría haber superado los diez mil millones (actualmente se encuentra en unos ocho mil millones), pero ni siquiera es seguro que se vaya a superar esta cifra.

Gráfico sobre la evolución de la población mundial de 1950 a 2050. Fuente: Statista

La capacidad de asimilar este crecimiento dependerá especialmente de cada país, ya que cada uno tiene dinámicas demográficas distintas, pero por establecer una comparación, de alcanzar los diez mil millones en 2075 se trataría de un incremento del 25% en 50 años, mientras que la población mundial ha aumentado en mucho más de un 100% en los anteriores 50 años. De este modo, el aumento poblacional no solo se estancará en los próximos años, sino que podría llegar a detenerse y convertirse en decrecimiento. Aquellos malthusianos que defienden que habrá un aumento poblacional inasumible tienen, por ahora, pocas pruebas a su favor.

Por otro lado, la tendencia del crecimiento poblacional es a estabilizarse a medida que los países alcanzan cierto nivel económico, social y cultural. Pero no solo eso: la población migrante procedente de países con alta natalidad termina acoplándose a las características demográficas del país en el que acude a vivir. La natalidad de un nigeriano medio en su país no es la misma que cuando reside en Francia o en Alemania, especialmente a medida que pasa el tiempo y se suceden las siguientes generaciones.

Por otra parte, tampoco se sostiene la premisa de que los habitantes de países orientales vendrán en masa a los países occidentales. Los países no orientales de mayor población, como China o India, ya han completado prácticamente su transición demográfica, por lo que no aumentarán mucho más en población. Es decir, que si no han venido hasta ahora masas de millones de personas indias o chinas a las fronteras europeas, tampoco lo harán en el futuro, salvo que suceda una catástrofe natural de envergadura o un conflicto bélico que fomente una migración masiva, como sucedió en la Guerra Civil de Siria en 2015. Y, cuando eso sucede, los flujos migratorios se concentran en los países limítrofes mientras que a Europa o a América lo que llega es más bien residual.

En lo que respecta a África, es cierto que la mayoría de sus países no han completado su transición demográfica y que tienen altos índices de fecundidad a la vez que muchos han conseguido reducir considerablemente su mortalidad, consiguiendo así un crecimiento poblacional considerable. Por ello, son el continente que más crece.

A pesar de esto, hay que señalar, primero, que su potencial de crecimiento es limitado, ya que no es lo mismo que China con más de mil millones de habitantes tenga un índice de fecundidad del 6,91 a que lo tenga Níger, con tan solo 24 millones de habitantes; y, segundo, que la capacidad de África para completar su transición demográfica y reducir su natalidad vendrá en gran parte dada por la capacidad que tenga de salir de la pobreza, en lo que Occidente puede tener un papel fundamental.

El famoso demógrafo sueco Hans Rosling defiende esta postura, remarcando cómo los países que redujeron su natalidad lo hicieron junto a un desarrollo de técnicas anticonceptivas y otros factores ligados al desarrollo económico, e indicando además que cada vez los países completan su transición demográfica más rápidamente, ya que mientras que a algunos países europeos les tomó más de 200 años completarla, por ejemplo algunos latinoamericanos lo han hecho en poco más de 50.

Como de costumbre, no requiere mucho trabajo demostrar que los problemas que señala la extrema derecha no se corresponden con la realidad. Aun así, en España hay incluso una parte de la izquierda, llámese natalista o reaccionaria, que está comprando este discurso y, por ende, favoreciendo la desviación del foco sobre otros problemas.

Así, Ana Iris Simón, la autora del superventas Feria, en su ponencia ante Pedro Sánchez en la iniciativa Pueblos con Futuro, pronunció un discurso que se hizo rápidamente viral en el que denunciaba la decadencia de la sociedad española en comparación con los años 80, lamentando que las mujeres retrasaran la edad para tener hijos y reprochaba que se prefiriera ‘’importar la natalidad en lugar de fomentar la de adentro’’.

Esta izquierda, de la cual Simón se ha convertido en un referente, pretende denunciar las miserias del sistema capitalista e intenta escapar de discursos explícitamente racistas, pero no repara en que con este discurso contribuye a reforzar las herramientas del propio racismo. Las lógicas ellos-nosotros, los de afuera y los de adentro, siempre acaban llevando a la xenofobia, al identitarismo y al supremacismo.

A pesar de que las teorías de la conspiración puedan ser más o menos marginales, estas siempre se asientan sobre prejuicios estereotipos previos presentes en todas las sociedades humanas. Queda a la voluntad de cada uno si quiere contribuir a que se perpetúen o dejarlos Al Descubierto.

Vicente Barrachina. Articulista. Apasionado por la Sociología y la Ciencia Política. Periodismo como forma de activismo. En mis artículos veréis a la extrema derecha Al Descubierto, pero también a mí.

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