‘El principito’, por Alberto Revuelta

Este cobarde tecnológico ha asesinado como en la play station de sus palacios varios a 23 personas más dignas que él.  No lo detendrán. No lo juzgarán.

por Alberto Revuelta

 

Sábado, 7 de enero de 2023. Mientras Donald Trump pagaba O dólares en impuestos sobre la renta en 2020, su último año como presidente, y animaba a sus aguerridas huestes a asaltar el capitolio; mientras Andrew Tate planificaba un grupo criminal con su hermano y dos rumanos para dedicarlo a trata de mujeres y a violaciones sin control porque considera y ha dicho que “las mujeres son propiedad de los hombres”; mientras el tribunal judicial de Nanterre, cerca de Paris, abría una investigación contra el autor de cómics Bastien Vivés por difusión de imágenes de pornografía infantil; mientras el abogado de la publicación Charles Hebdo afirmaba que su libertad en Francia le permite cagarse en Dios y a su publicación dibujar al líder musulmán de Irán con faldas levantas, piernas al aire y bailando el can can; mientras Jean-Claudio Dassinder columnista del Canal CNews afirmaba en un debate sobre delincuencia juvenil que en Francia “ a los musulmanes no les importa la República, ni siquiera saben qué significa esa palabra”; mientras Inglaterra soporta huelgas concatenadas por protestas sociales derivadas de las consecuencias del brexit y de las crisis económicas que desde entonces soporta, un malnacido publica una libro sobre su gran historia de vividor ambulante.

El tal autor, además de enmerdar a su ya enmerdada familia paterna y dejar a los pies de los caballos a su difunta madre, cuenta que cuando prestó servicio militar en Afganistán mató a distancia y sin riesgo suyo a 23 ciudadanos del país como si fuera muñequitos de un juego de internet o piezas de ajedrez. Este desgraciado tataranieto de una reina que se enriqueció con la trata de esclavos negros y que ha vivido de la fortuna de su real familia británica sin haber dado golpe en su vida, ha puesto de manifiesto las barrabasadas que los dirigentes occidentales y antes los sovieticos cometieron en Afganistán.

Este cobarde tecnológico ha asesinado como en la play station de sus palacios varios a 23 personas más dignas que él.  No lo detendrán. No lo juzgarán. Ganara dinero contando sus muertos. Nos tendremos que empachar con su verborrea estulta hasta que consiga vender la segunda y la tercera edición de su bazofia abecedaria. Anas Haqqani, un alto cargo talibán, ha cargado contra el príncipe Enrique por estas afirmaciones. «Enrique. Aquellos a los que mataste no eran piezas de ajedrez. Eran seres humanos que tenían familias que esperaban su vuelta». «Entre los asesinos de afganos no muchos tienen la decencia de revelar su conciencia y confesar sus crímenes de guerra». «la verdad es la que ha dicho: el pueblo inocente fueron piezas de ajedrez para sus soldados y líderes políticos y militares». Los británicos «fueron derrotados en ese ‘juego’ de tablero blanco y negro». «No espero que el Tribunal Penal Internacional (TPI) le cite a declarar o que los activistas de derechos humanos le condenen porque son sordos y ciegos ante usted. Esperemos que estas atrocidades sean recordadas en la historia de la humanidad».

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