Envolviendo caridad

Los voluntarios de la ong Pinardi, vinculada a los salesianos, ha sido la encargada este año de envolver nuestras compras de Navidad en los centros de la FNAC de Callao y Parque Sur en Madrid. En lugar de dedicar estas tareas a algunos de sus empleados, esta multinacional francesa le ha cedido espacio a la ong citada que, a cambio de la voluntad de los compradores, envolvía nuestras compras.

Supongo que las necesidades de esta organización son muchas, que tener una oportunidad de ingresar dinero de una forma relativamente fácil, en un país donde cada día hay más entidades de este tipo compitiendo por el mismo euro, era algo que había que aprovechar y entiendo que tomar la decisión habrá provocado algún debate interno en la misma. No obstante, personalmente creo que esta decisión no ha podido ser más desacertada.

La FNAC es una empresa que, a pesar de estar aguantando los envites de las crisis –primero la económica y luego la del comercio digital-, no deja de reducir plantilla desde el año 2012. La Inspección de Trabajo les ha obligado recientemente a convertir en indefinidos la mayoría de los contratos laborales que tenía al considerar que estos no podían considerarse temporales. También está inmersa en una estrategia de redefinición de sus centros de venta, con lo que la reducción de personal seguirá en 2019; por ejemplo, en plena campaña de Navidad está cerrando su principal tienda de Sevilla, que será reconvertida en hotel.

No creo que este contexto sea el más propicio para que una ong, con toda la buena voluntad que sin duda le supongo, acepte este tipo de regalo envenenado. Voluntarios de una asociación colaborando indirectamente a la supresión de puestos de trabajo a cambio de una limosna que financie sus programas de, precisamente, integración laboral. Honestamente es algo que me chirría desde que me enteré.  Desde mi punto de vista no es razonable y pienso que tampoco es aceptable.

Las formas de financiación no son neutras y no cualquier modo de captación de recursos es lícita, éticamente hablando. Si las ongs vinculan su reputación –que es su principal activo- a las marcas comerciales a cambio de unos óbolos están deslegitimándose como entidades y se están poniendo fecha de caducidad.


Javier Polo Brazo

@JavPolo

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