Ese mal llamado bandas juveniles y sus violencias

por José Luis Pedreira Massa

 

Martes, 15 de febrero de 2022. El grupo para los y las adolescentes representa un referente fundamental, pero no todos los grupos son iguales, el grupo de amigos o amiguetes es para la convivencia más formal; la “pandilla” clásica (p.e. para los guateques), la panda (p.e. para ir de chiquitos) y, por fin, la banda, cuyos objetivos son diversos y pretenden tener un grado de dominio o de otra funcionalidad social, incluso comisión de actos en el límite de lo delictivo (desde el vandalismo urbano hasta las confrontaciones con otras bandas por el territorio).

Contexto que define a estos grupos de adolescentes y jóvenes:

    1. Los integrantes de cada grupo, con variables como la edad, el origen socio-económico-cultural de estos jóvenes, el grado de formación (es diferente que sigan con los estudios a que ya hayan abandonado los estudios) y su dedicación (posibilidad de trabajar o se dediquen solo a trapichear).
    2. Lugar de asentamiento, en los barrios humildes el grupo juvenil se constituye como un referente social y de trasmitir valores de fidelidad, de pertenencia y de convivencia y relaciones personales y afectivas; mientras que en los barrios más acomodados los grupos se dedican más a actividades de ocio y tiempo libre o para la búsqueda de pareja.
    3. Para qué se establecen estos grupos: En muchas ocasiones estos grupos intentan sustituir o restañar vínculos afectivos y sociales dañados, otra dimensión se refiere a compartir experiencias, aficiones o viajes o bien pretender buscar procesos de identificación o de identidad social.
    4. Los antecedentes personales de los integrantes, caso de las carencias previas de tipo cultural, afectivo, económico o bien de tipo mixto, constituyendo ese terreno tan peligroso de las carencias múltiples. Otro tipo de antecedentes como las experiencias y vivencias propias de violencia machista o violencia en el seno de la familia, ya que constituyen un modelo de reaccionar frente a la frustración y de imponer los propios criterios. El acoso escolar es un antecedente fundamental en dos dimensiones concretas: en la primera consiste solventar la situación de ser acosado, al unirse al grupo dominante, con lo que se pasa de acosado a ser miembro del grupo acosador y, por lo tanto, se tiene protección; la segunda dimensión consiste que los jóvenes que no eran sensibles al acoso escolar les cuesta comprender que en el caso de la violencia machista la mujer denunciara o se defendiera de esa violencia y justificaban la respuesta de violencia contra las mujeres.
    5. Las funciones de los grupos son muy diversas, unas veces son para ocio y tiempo libre, o para realizar nuevas actividades a diferencia de lo que venía haciendo hasta ese momento dado, en otras es para sentirse protegido ante el acoso u otro tipo de violencias sociales, también puede ser para buscar pareja. En el grupo se busca una sensación de seguridad y de satisfacción personal, pero también de vivencias emocionales y afectivas.
    6. Peligros: pueden crearse vínculos disfuncionales para sustituir y rellenar esas carencias afectivas, emocionales y vinculares previas. En otras ocasiones, realizan actos que limitan con lo legal o francamente trasgreden la ley social (vandalismo, peleas, comisión de delitos como asaltos). También se inician las conductas adictivas, con todo lo que ello comporta de alteración del proceso mental, de comisión de delitos y de destrucción personal. Las conductas adictivas comportamentales o conductas adictivas sin sustancias, donde los teléfonos móvil y las redes sociales.

El grupo en la etapa juvenil es necesario, pero se precisa un control razonable. No todos los grupos son malos, se ha de aceptar que un grupo juvenil deriva hacia la agresividad porque busca una solución inmediata ante una dificultad, sea de la índole que fuere. Por ello habría que relacionarlo con la tolerancia a la frustración, con baja capacidad de aceptar la frustración y la capacidad mental dificulta el acceso a la reflexión, en estas condiciones, se facilita el paso al acto, esa actuación es una especie de descarga del malestar “actuada” por el comportamiento externo y su expresión es la externalización como respuesta agresiva o incluso violenta.

Alternativas para afrontar estas situaciones:

    1. La primera característica consiste en la participación de los propios jóvenes en buscar una salida para estas situaciones complejas, es decir, si los jóvenes son el problema, los propios jóvenes deben ser considerados como parte activa de la solución. La sociedad presiona para buscar una solución en la represión judicial para abordar este tipo de comportamientos sociales, es cierto que la acción policial puede ser necesaria, pero solamente cuando hay comisión de delitos o conductas disruptivas en el comportamiento social.
    2. La tendencia a aislar este tipo de grupos puede tener un efecto paradójico, consistente en apartar de las relaciones sociales normalizadas a estos grupos a los que se considera tan “perniciosos”, pero ese apartamiento y aislamiento social también evita los factores correctores de la convivencia social y que se erijan los valores del grupo como los únicos y a los que hay que rendir pleitesía, por ello se debe evitar la creación de guetos, tanto de barrios o dentro de una zona. El gueto más común consiste en las instituciones para la infancia y la adolescencia, en la institución de la infancia y la adolescencia aparece un cuadro denominado “institucionalización” que termina afectando a la estabilidad emocional y vincular de niños, niñas y adolescentes, facilitando sentimientos de rabia y desolación que favorecen la comisión de disfunciones comportamentales como forma de reafirmación personal y de respuesta ante las normativas, que se interpretan como represivas. La única alternativa posible es la creación de grupos de convivencia pequeños, de vida familiar sustitutiva o acogimiento familiar, en estos grupos pequeños se puede recomponer un andamiaje afectivo y emocional que podría restañar las carencias previas.
    3. El diseño fundamental consiste en fomentar actividades de ocio juvenil y que tengan locales adecuados para ello, con la dotación de recursos que sean preciso. De forma complementaria, es muy importante que se diseñen actividades comunitarias y sociales que se dirijan a la adolescencia y la juventud, con el fin de sentirse útiles para la convivencia del conjunto de la sociedad.

Con contenidos emocionales asociados a estas situaciones, sería preciso evaluar la posibilidad de un tratamiento en los servicios de Salud Mental. Los profesionales de la Salud Mental infantil deben saber discernir lo que es propiamente un efecto de problemas mentales, o bien es algo que no tiene que ver directamente con un problema de salud mental. Es cierto que pueden existir factores constitucionales, pero se limitan a la capacidad de aceptar la frustración, el estilo del perfil cognitivo para la interpretación y la percepción, es decir son los rasgos temperamentales básicos, que se establecen como factores psicobiológicos, es decir de vulnerabilidad de las personas.

Nelson Mandela repetía insistentemente que el factor más importante para realizar un cambio social revolucionario era la educación. En el caso de las bandas se comprueba que están constituidas, en su mayoría, por chicos, en menor proporción chicas, que han abandonado la escolaridad y/o han presentado un fracaso escolar reiterado. En este contexto hay que reiterar que el factor de riesgo de más impacto para la presentación de conducta disocial en la adolescencia y etapa juvenil es el abandono escolar.

En el seno de la familia es donde se crean las bases seguras, como decía John Bowlby, para establecer un reconocimiento de las conductas de apego y del funcionamiento vincular, base para una estabilidad, continuidad y seguridad en la vida afectivo-emocional. Pero la familia también es el núcleo fundamental donde se establecen las bases de la convivencia, del respeto y de los valores éticos y sociales. Un dato: en estos grupos de chicos y chicas que se subsumen en las normas de las bandas, suelen tener problemas relacionales en el seno de su propia familia, incluyendo la violencia familiar ascendente o violencia filio-parental.

La violencia social y su dimensión en la infancia y la adolescencia es un tema muy complejo y con múltiples factores que interactúan entre sí. Por ello, la respuesta y la alternativa no puede realizarse con medidas simples y, mucho menos, de efectos inmediatos.

El Dr. José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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