La contradictoria (o no tanto) teoría del Obispo de Huelva sobre la violencia de género

El obispo de Huelva, José Vilaplana, ha mostrado su confianza en que la Iglesia puede aportar “la educación del corazón” ante la “lacra” que supone la violencia de género y ayudar al conjunto de la sociedad mediante la educación a que “haya un respeto máximo a la dignidad de todas las personas”.

En una entrevista concedida a Europa Press, Vilaplana ha insistido en que “las relaciones humanas tienen que tener como clave la paz y la complementariedad del otro con las cualidades de cada uno”, por lo que ha condenado “la lacra de las muertes de mujeres”, en la que además de las víctimas que son asesinadas, están las “víctimas colaterales” que son los hijos.  Vilaplana, se aleja así de las explicaciones y análisis que los expertos vienen realizando sobre la violencia machista al justificarla sobre la base de la negativa de las mujeres a asumir ese papel de “complematerirad” con el varón que consecuencias tan nefastas ha tenido para  el conjunto de las mujeres.

Así, el obispo ha hecho referencia al último caso de violencia machista que ha tenido lugar en la provincia de Huelva, en Bollullos Par del Condado, y ha señalado que desde la Iglesia han intentado estar cerca de la familia, “pidiéndole a Dios que conceda ese cambio en el corazón” para que estas situaciones dejen de darse.

Igualmente, Vilaplana ha expresado su postura acerca de las movilizaciones en torno a que se respeten los derechos de las mujeres del pasado 8 de marzo, en la que hace suya la carta más importante sobre la mujer escrita por San Juan Pablo II ‘Mulieris Dignitatem’, la Dignidad de la Mujer, y el papel que el Papa Francisco ha querido dar a las mujeres para que estén presentes en cualquier tema de la Iglesia..

La carta citada publicada en 1988  hace un alegato de la mujer según la Iglesia Católica en la que indica que

La Iglesia, por consiguiente, da gracias por todas las mujeres y por cada una: por las madres, las hermanas, las esposas; por las mujeres consagradas a Dios en la virginidad; por las mujeres dedicadas a tantos y tantos seres humanos que esperan el amor gratuito de otra persona; por las mujeres que velan por el ser humano en la familia, la cual es el signo fundamental de la comunidad humana; por las mujeres que trabajan profesionalmente, mujeres cargadas a veces con una gran responsabilidad social; por las mujeres «perfectas» y por las mujeres «débiles». 

De esta forma, ha hecho referencia al amplio grupo de mujeres que trabajan en el obispado de Huelva, sobre las que espera que “se sientan bien valoradas”, por la importante labor que hacen en este ámbito y por la que se ha mostrado muy agradecido.


 

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