La economía global se desacelera mientras España es la que más crece de los países desarrollados

El tercer trimestre del año pasado pero sobre todo el cuarto, han colocado a España como líder del crecimiento dentro de los países de su entorno al conseguir un espectacular liderazgo del 2,5% del PIB, más del doble que Francia, casi triple que Alemania, cinco veces más que Italia, más que Reino Unido…

La economía española aguanta sorprendentemente en medio de un panorama de frenazo económico global. El Producto Interior Bruto del país cerró 2018 con un crecimiento anual del 2,5%, según el avance provisional publicado este jueves por el INE.  El crecimiento registrado es muy positivo cuando se compara con la evolución de la zona euro: en los datos del cuarto trimestre conocidos este jueves, la actividad en España avanza a ritmos del 0,7%, una mejora de una décima respecto al 0,6% obtenido en los tres trimestres anteriores y muy por encima del 0,2% que se ha exhibido en el cuarto trimestre de una zona euro baqueteada por la incertidumbre en Italia, los chalecos amarillos en Francia o los problemas de la industria alemana del automóvil para adoptar las nuevas regulaciones medioambientales. En definitiva, pese a la ralentización de los socios comerciales la economía española resiste y muy bien.

Es cierto que España ha conseguido cotas de crecimiento de casi el 3% en los últimos tres años tras los efectos de los recortes presupuestarios aplicados en ese trienio, pero nadie apostábamos por que nuestro país consiguiese un nivel de crecimiento tan elevado en un ejercicio tan difícil como 2018, y menos aún acabar el año con una tasa de paro del 14% habiendo creado más empleos netos que nadie en la UE.

Mientras el escenario global era y es raro: la actividad y la inflación de Estados Unidos, el menor crecimiento de China, el aumento de la deuda global, el recorrido de los mercados bursátiles y la resolución de las tensiones comerciales son los principales factores que incidirán en la economía global en 2019. Hay diseñados tres escenarios posibles para el ciclo que viene: una desaceleración leve, una recesión controlada o -el menos probable de todos- una crisis más profunda.

Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China (también ampliadas a otros países y regiones) encienden luces amarillas sobre el desempeño de los intercambios comerciales a escala global. Previo a esta situación, en 2017 los flujos anuales de inversión extranjera directa disminuyeron un 23% y en el primer semestre de 2018, la tendencia se profundizó con una caída del 41%. El FMI en boca de Christine Lagarde, indicó que “hay señales de que el crecimiento mundial se ha estancado. Va perdiendo sincronía y cada vez son menos los países que participan en la expansión”.

Otro de los elementos a tener en cuenta es que el PIB de Estados Unidos ha venido creciendo por encima de su potencial, fenómeno que ha impulsado presiones inflacionarias moderadas, pausadamente correspondidas por la política monetaria con leves y graduales aumentos de la tasa de interés por parte de la Fed. Después de 7 años de mantener la tasa baja, la Fed inició una subida escalonada. El último aumento se dio en diciembre, cuando llegó a 2,25% y a 2,5%. De ahora en adelante lo que ocurra con la tasa dependerá de la evolución del nivel de actividad y de la tasa de inflación en los EE.UU. La economía estadounidense ha superado el nivel de pleno empleo del 5% creando leves tensiones inflacionarias que hicieron reaccionar lentamente a la Fed. El incremento de la inflación, pese a ser lento, limita la apreciación del dólar y potencia el alza (o limita la caída) de algunas commodities.

También las tensiones comerciales entre EE.UU. y China complican los pronósticos. Si se produjera una escalada en el conflicto, el impacto de las trabas al comercio implicaría una disminución del 6,2% del flujo de intercambio en los países avanzados, y de más del doble, 14%, en el caso de las economías emergentes y en desarrollo.

Sin embargo, si la inflación en Estados Unidos se acelerara y las tasas de interés de la política monetaria subieran más, el dólar podría depreciarse al no ser visto como un refugio tan seguro. La pregunta central es si estamos ante un cambio de ciclo internacional con capacidad para autorregularse o en presencia de un proceso de gestación de una crisis global derivada de los desequilibrios acumulados.

Hay tres posibilidades. Las dos primeras suponen un ciclo autorregulado. Por un lado, una desaceleración sin recesión en los principales países, con caída del crecimiento global hasta entornos del 3%. Alternativamente, una recesión limitada y controlada, con inflación estable en EE.UU. y caída del crecimiento global a un entorno de 2% a 1,3%. A esto se agregan algunas economías desarrolladas en recesión (Italia y Japón son los más expuestos), lo que conduce a menor inflación, o inclusive deflación en los países nombrados. Tras la guerra comercial no resuelta, resurgen problemas de oferta y producción. El tercer escenario es el de una crisis más profunda, con magnitud difícil de determinar. En los tres casos domina el desempeño de la economía de los EE.UU., luego la de China y en tercer lugar la de Europa, junto con la de algún país emergente relevante, como Brasil. La conclusión otorga mayores y parejas probabilidades (del orden del 40%) a las alternativas de desaceleración suave y tendencias recesivas. Si la inflación en los EE.UU. se mantiene en el entorno actual aumentan las probabilidades del escenario 1, aun respecto del 2. Bastante menos probable aparece el escenario 3, y creo que no se dará bajo ningún presupuesto previo.

En definitiva, el año 2019 puede ser difícil de pronosticar con tantas variables a considerar, pero en lo doméstico es cierto que la evidente mejora del conflicto catalán que tanto daño ha hecho a la imagen de confianza de España y las políticas expansivas del gasto dentro de un orden, pueden seguir aportando alegría a la economía que es lo que le faltaba a nuestro país que pese a lo que digan muchos casi siempre va bien; y por algo será.


Francisco Villanueva Navas, analista financiero de La Mar de Onuba es economista y periodista especializado en Economía

En Twitter: @FranciscoVill87

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