La inteligencia artificial va a revolucionar la economía global

por Francisco Villanueva

 

Viernes, 21 de abril de 2023. La IA abre paso a un formidable boom de productividad como no ha conocido la Humanidad en siglos. El futuro ya llegó y la Inteligencia Artificial está, concretamente, en la palma de la mano. Y se abre un mundo diferente de aquí en más y a más.

Goldman Sachs señala que la Inteligencia Artificial, convertida en sinónimo de automatización y disminución de los costos laborales, ha desatado un extraordinario boom de productividad, superior al de cualquier otro momento de la historia del capitalismo en su fase de revolución industrial, que implica un alza de más de 7 puntos anuales en el producto bruto global de los próximos 10 años.

Este boom de productividad desatado por la inteligencia artificial es parte integrante de lo que se ha denominado Cuarta Revolución Industrial que es la digitalización forzada de la manufactura y los servicios, y que se desarrolla utilizando tres tecnologías fundamentales, que son la IA, la Internet de las Cosas, y la robotización; y que culminaría en el mundo avanzado, incluyendo China, en 2030, o antes.

Lo que caracteriza a la IA es que genera un producto que es indistinguible de las creaciones más avanzadas de la mente humana, y que, asociada a la Internet de las Cosas, quiebra todas las barreras actuales y virtuales existentes entre las máquinas y los seres humanos. Es el más formidable proceso de ruptura del status quo en todas partes y al mismo tiempo hasta ahora experimentado en la historia humana.

Las consecuencias son las siguientes: más de dos tercios de los actuales puestos de trabajo de EE.UU. y Europa serían automatizados en los próximos 10 años. Hay que agregar para evitar toda apresurada visión catastrófica que el desplazamiento de trabajadores que provocaría la ola de automatización que se aproxima arrastrada por la IA sería superada por un proceso de creación de nuevos puestos de trabajo cuantitativa y cualitativamente superior, con la particularidad que los nuevos empleos requerirán necesariamente un nivel de calificación extremadamente elevado, y que por eso, precisamente, ofrecerán salarios dos y tres veces mayores.

Las tres cuartas partes del producto bruto mundial, que asciende a 100 billones de dólares en 2023, corresponde a industrias tradicionales (manufacturas, transporte, logística, y salud); y son estas industrias las que están experimentando una profunda e irreversible transformación con la digitalización completa de la totalidad de sus sistemas productivos, que ejercita la explosión industrial, que es la más profunda y generalizada de la historia del capitalismo.

Lo notable es que ahora este proceso de digitalización, sobre todo en las manufacturas, está siendo multiplicado por 100 o 200 a través de la tecnología impresora en metales de la 3D, lo que ocurre o puede ocurrir en todas partes del mundo, sin limitación geográfica alguna, y esto acarrea una sistemática y brutal caída de los costos de producción. De ahí que la tendencia sea que las grandes compañías transnacionales tiendan a realizar la totalidad de su producción a través de terceras firmas especializadas, mientras que se concentran en la investigación y el desarrollo, las ventas, y el marketing.

El resultado es una fenomenal aceleración de la división internacional del trabajo, lo que significa que el boom de productividad que se anuncia tiene necesariamente una dimensión global. Por cierto que este extraordinario boom de productividad que se aproxima tiene un carácter intensamente disruptivo, y equivale a una revolución social de nuevo tipo donde la educación supera al capital como el principal factor de crecimiento económico. Ya lo había advertido Schumpeter: “el capitalismo es un proceso de revolución permanente”.

En EE.UU. como primera economía del mundo, esto puede implicar un salto de productividad de 1 punto y medio por año en la próxima década; y a partir de allí, a contar de 2035 aproximadamente, se ingresaría en una nueva etapa histórica del sistema capitalista, cualitativamente distinta a cualquier otra del pasado. Ya lo había advertido León Trotsky: “la verdadera separación entre el mundo moderno y la Edad Media tendrá lugar en EE.UU”.

Por supuesto, como era absolutamente previsible, la emergencia en gran escala de la revolución industrial y de la IA, su principal tecnología, ha desatado un verdadero pánico cargado de miedo e incertidumbre, que se ha transformado en intentos utópicos como el de intentar establecer una pausa en el boom de productividad desencadenado por la IA.

Esto es algo semejante a lo que ocurrió al desplegarse las Primera y Segunda revoluciones industriales, cuando proliferaron los intentos del socialismo utópico basados en la premisa de la necesidad de alejarse del mundo moderno.

Lo que está en marcha es una época de extraordinaria incertidumbre provocada por una crisis del status quo en todas partes y al mismo tiempo. Es el estruendo que provoca el derrumbe de los talleres del pasado, pero ciertamente no el fin del mundo, sino todo lo contrario.

En este cuadro de oscura y brutal incertidumbre hay un dato cierto que determina a todos los demás; y es que el boom de productividad que se aproxima es lo contrario, exactamente, de una etapa de decadencia y oscuridad. En suma, resumiendo, es un privilegio formidable, único, vivir en esta etapa histórica, apasionante y rara como ninguna.

Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero.
@FranciscoVill87

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