La normalización del desempleo y de la flexibilidad aboca a la juventud a la precariedad

Shutterstock / loreanto
por Stribor Kuric Kardelis

 

Jueves, 17 de noviembre de 2022. “Vas a vivir peor que tus padres”, “si te esfuerzas puedes conseguir todo lo que te propongas”, “lo que necesitas es formarte”, “lo que necesitas es emprender”, “estamos en crisis”, “estamos en crisis otra vez”, “eres de la generación de las dos crisis”, “sois la generación de cristal”, “cuando empiezas es normal cobrar poco”, “no son remuneradas, pero te dan experiencia”, “la jornada es hasta el cierre”, “buscamos a alguien que haga un poco de todo”, “lo mejor es ser tu propio jefe”, “el contrato es de tres meses”, “el trabajo para toda la vida ya no existe”, “aquí se sabe a qué hora entras, pero no a qué hora sales”, “en veinte años no sabemos qué trabajos habrá”, “tienes que adaptarte al cambio”, “pues en mi empresa hay una directora”, “mañana hay que venir con falda”, “si no puedes mantenerlos no tengas hijos”, “por lo menos en casa de tus padres ahorras”, “ahora está de moda el video-currículum”, “apúntate a chino”, “no sé yo si habrá jubilaciones”, “deberías ir al psicólogo”, “igual mi tío te puede contratar en su empresa”, “todo saldrá bien”…

Con estas frases iniciábamos el último informe sobre juventud y empleo que elaboramos desde el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de FAD: Radiografía del (des)empleo juvenil en España 2007 – 2022. Todas ellas hacen referencia a una realidad, unos mensajes y unas promesas incumplidas que la mayoría de los jóvenes se ven obligados a afrontar en su día a día.

La problemática del desempleo y la precariedad entre la juventud se ha convertido en un reto que sigue lastrando a la sociedad. A lo largo del informe analizamos en detalle las siguientes cuestiones: la empleabilidad y el paro juvenil desde la crisis de 2008 hasta la actualidad, las características y condiciones laborales del empleo juvenil, los factores estructurales que sitúan a la juventud en una posición de vulnerabilidad, el impacto de la pandemia sobre el mercado de trabajo y algunas reflexiones en torno al futuro del empleo juvenil.

El desastre de los últimos años

El problema estructural del empleo juvenil se viene enquistando en España en las últimas décadas, pero los últimos 15 años han sido especialmente desastrosos. Dos de los indicadores que mejor reflejan el estado de la cuestión son la tasa de desempleo y la tasa de temporalidad:

Tasas de paro joven 2007 – 2022

1. La tasa de desempleo para jóvenes de 16 a 29 años analizada en tres grupos de edad muestra que en 2008 (cifras del segundo trimestre, EPA-INE) para el grupo de 16 a 19 años era del 41 %; para el grupo de 20 a 24 años del 18,5% y para el grupo de 25 a 29 años era del 11,7 %.

Todos estos porcentajes aumentaron drásticamente en los primeros años de la crisis de 2008, especialmente para el grupo de menos edad. En 2013 se registraba un alarmante 73 % de paro en el grupo de 16 a 19 años, un 53,6% entre jóvenes de 20 a 24 años y un 33,7 % entre quienes tenían de 25 a 29 años.

En los años posteriores se observó una mejora paulatina (a excepción de los datos para 2020 con la crisis de la Covid-19) hasta llegar a reflejar en el primer trimestre de 2022 un 46,4 % de paro para los y las más jóvenes, un 26,7% para el grupo intermedio y un 18,3 % para los y las jóvenes de más edad; aún lejos de la tasa de paro general del 13,6 %. Como vemos, a pesar de la mejora relativa en los últimos años no hemos llegado a alcanzar niveles inferiores a los registrados antes de la crisis de 2008.

Porcentaje de jóvenes asalariados temporales 2008 – 2022

2. Por lo que respecta a la tasa de temporalidad, en los últimos 25 años entre el 69 % (2009) y el 93 % (2014) de las y los jóvenes de 16 a 19 años asalariados eran temporales. Algo inferiores son las cifras de temporalidad de jóvenes entre 20 y 24 años, entre el 50 % (2009) y el 74% (2016); y entre el 36,9 % (2009) y el 49,8 % (2017) de jóvenes de 25 a 29 años.

Unas cifras de temporalidad del empleo joven que duplican, incluso triplican, la temporalidad del total de la población. En los periodos de mayor impacto de las crisis de 2008 y de la Covid-19 (2013 y 2020), la tasa de temporalidad se redujo ligeramente para el grupo de 25 a 29 años. No obstante, esto no indica una mejora de las condiciones sino el efecto de la destrucción masiva del empleo que afecta especialmente a la contratación temporal.

El argumento de la meritocracia y la responsabilidad

El modo en el que se han regulado los mercados de trabajo en España es uno de los principales motivos que han llevado a la situación en la que nos encontramos en la actualidad. Las políticas de empleo en las últimas décadas han adoptado en gran medida los valores del contexto socioeconómico neoliberal en el que vivimos, exacerbando los discursos de la responsabilidad individual y la meritocracia, que tiene entre sus máximos la figura del emprendedor.

El mantra de que la innovación, el esfuerzo, la autosuficiencia, la adaptabilidad y la autogestión son el mejor camino para fomentar el empleo ha ido permeando en políticas públicas que se han basado más en la lógica de la “activación” de la fuerza de trabajo que en contrarrestar los efectos de la desigualdad y procurar generar empleos dignos para toda la población.

En este camino se ha desplazado la responsabilidad ante el desempleo y la precariedad de un marco colectivo y de garantías de protección estatal a un marco individual, debilitando la figura del obrero colectivo, dualizando el mercado laboral (seguridad frente a precariedad) y generando altos niveles de frustración y estrés en la fuerza de trabajo.

En el caso de la juventud, al ser las últimas personas en incorporarse al mercado de trabajo no cuentan con la protección ligada a la antigüedad y, por el tipo de sectores de actividad económica a los que suelen acceder (principalmente comercio y hostelería), se encuentran en una posición de especial vulnerabilidad ante la flexibilidad llegando a asumir la intermitencia como una condición inherente al trabajo.

Los mejores datos en 10 años

La última reforma laboral aprobada en diciembre de 2021 modifica por primera vez en décadas la receta de que un mercado de trabajo más flexible supone mayores y mejores niveles de empleo. Se ha potenciado la contratación indefinida modificando las fórmulas contractuales y, en especial, eliminando la contratación por obra y servicio y restringiendo las condiciones para la contratación temporal.

Aunque hay elementos que se podrían cuestionar de la reforma, y su impacto a medio y largo plazo (especialmente en el contexto de incertidumbre actual) están por examinar, los primeros cambios han sido muy significativos: en el segundo trimestre de 2022 la tasa de temporalidad para jóvenes de 16 a 29 años ha pasado a ser de 47,18 % y la tasa de desempleo a 20,45 %, las más bajas desde hace más de una década.

De este modo, los datos se convierten en el mejor argumento para desmantelar la idealización de la flexibilidad en el mercado de trabajo como solución ante el desempleo.

Stribor Kuric Kardelis es Doctor en Sociología y Antropología (2019) por la Universidad Complutense de Madrid. Su tesis, “Artesanía Teatral. Modelos de creación, organización y condiciones sociolaborales desplegadas en el panorama teatral madrileño”, recibió el Premio Extraordinario del curso 2019-2020. Máster en Análisis Sociocultural del Conocimiento y de la Comunicación (2014, UCM) y Grado en Sociología (2013, UCM). Trabaja como investigador social en el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fad. Anteriormente ha trabajado como profesor contratado en el Centro Universitario Villanueva (2019), investigador predoctoral en formación (FPU) en el Departamento de Sociología Aplicada de la UCM (2015-2019) y coordinador del Aula Laboratorio de Teatro Social de la UCM (2017-2020).

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