Lo que el arte nos enseña sobre la igualdad de género

Detalle de Susana y los viejos (Artemisia Gentileschi 1610). Wikimedia Commons

por Laura Luque Rodrigo

 

 

Las representaciones de las mujeres en la pintura, desde la Antigüedad, han tenido que ver con su papel en la sociedad. A lo largo de la historia, las mujeres han aparecido en los cuadros enmarcadas en determinados tipos: el ángel del hogar (buena madre y esposa), la fem fatal (mujer seductora y malvada), las mujeres ociosas (de clase alta), la mujer moderna (en los albores del siglo XX, conduciendo o fumando como algo anecdótico), etc.

El balcón (1868), Manet. Prototipo de mujeres ociosas. Wikimedia Commons
Mujer conduciendo, (1901-2), Ramón Casas. Prototipo mujer moderna. Wikimedia Commons

Esas imágenes de las mujeres se han perpetuado hasta llegar a nuestros días. Ahora, vemos esos prototipos en la publicidad, las series, el cine o los videoclips.

No lo sabemos, pero no inventamos nada nuevo en ellos, sino que arrastramos el peso de una historia visual y literaria milenaria.

La historia del arte estudia esta transmisión de las imágenes a través del “método iconográfico”, que varios estudiosos desarrollaron desde finales del siglo XIX.

Este método estudia las obras de arte desde los símbolos que aparecen en las obras, qué significados se les otorga en cada época y lugar, y cómo evolucionan. Aplicar el método nos permite entender cómo se han ido construyendo los estereotipos en torno al género. Una de las muchas cuestiones que pueden estudiarse son las imágenes relacionadas con la sensualidad y el erotismo.

Es difícil saber desde qué momento el ser humano comenzó a representar la sensualidad en el arte. Lo cierto es que encontramos escenas de sexo explícito en todas las culturas desde la Antigüedad.

El baño, provocación o intimidad violentada

Susana y los viejos de Tintoretto. Wikimedia Commons
Diana y Acteón, Tiziano entre 1556 y 1559. Wikimedia Commons

Un caso interesante es el de la mujer que está tomando un baño y es violentada. Lo encontramos en un mito de la antigüedad como es el de Artemisa (la diosa Diana en la mitología romana) y Acteón, muy representado durante la Edad Moderna por pintores como Tiziano, Clerck y Alsloot o Heintz, entre otros.

El mito, narrado por Ovidio, cuenta que Artemisa, mientras tomaba un baño en el río, sorprendió al cazador Acteón observándola.

Como castigo, la diosa lo convirtió en un venado para que fuera apresado por sus propios perros. Sin embargo, el momento que eligen los pintores no es ese, sino el instante en el que el hombre observa a la diosa.

Esta escena se repite en la obra literaria Los siete infantes de Lara, aunque sin apenas representaciones plásticas.

Susana y los viejos. (1610). Artemisia Gentileschi. A la izquierda obra final, a la derecha radiografía con la primera versión.

Encontramos un episodio de la Biblia muy similar: Susana y los viejos, historia muy representada en la pintura. Susana, una mujer casada, es observada por dos viejos jueces mientras toma un baño. Al rechazar sus proposiciones, es acusada de adulterio falsamente.

Gracias a la intercesión de Dios, los viejos terminan siendo castigados. Con todo, de nuevo el instante que plasma tradicionalmente la pintura es cuando ella es observada, no la del castigo ejemplarizante. La imagen de Susana aparece como prototipo de lo erótico y no como la encarnación de una violación.

Ablutions, performance en el Guy Dill’s studio, con Judy Chicago, Suzanne Lacy, Sandra Orgel, y Aviva Rahmani (Patrocinado por Feminist Art Program at CalArts), 1972.

Sólo en la obra de Artemisia Gentileschi, una pintora barroca italiana, la situación parece más violenta que sensual, sobre todo en la primera versión, que actualmente conocemos gracias a un estudio radiográfico.

Fotograma de la serie Juego de Tronos. Daenerys entrando al baño. Capítulo 1×01.

 

Esta historia del baño llevó a varias artistas encabezadas por Judy Chicago a realizar en 1972 la performance Ablutions, para resarcir a todas esas mujeres representadas como sensuales cuando sufrían un acto violento.

Sin embargo, esta imagen se sigue repitiendo. Por ejemplo, en la primera escena en que aparece Daenerys, protagonista de la serie Juego de Tronos, en la que ella se dispone a tomar un baño bajo la mirada incestuosa de su hermano.

La mujer, la manzana y el mal

Adán y Eva en el Paraíso terrenal (1550), Tiziano. Wikimedia Commons

El juicio de Paris. (1639). Rubens. Wikimedia Commons

Otros casos los encontramos a través de la cuentística tradicional. Por ejemplo, la historia mitológica de Eros y Psique que cuenta Apuleyo, inspiró el conocido cuento de La Bella y la Bestia, cuya influencia llega a Pedro Almodóvar, que relacionó Átame con la versión del cuento de Disney.

También pervive a través de la historia la manzana como símbolo del mal asociado a la mujer. Una manzana está en el origen de la Guerra de Troya, desencadenada por una disputa entre Afrodita, Atenea y Hera. Paris elige a Afrodita como la más bella y la diosa le da a cambio el amor de Helena, lo que provoca la batalla.

La bruja ofreciendo la manzana a Blancanieves. Fotograma de la película de Disney.

La manzana vuelve a estar presente en la Biblia. El demonio consigue que Eva y Adán coman del fruto prohibido, una manzana. También aparece en el cuento de Blancanieves. Cómo no, de nuevo una disputa entre dos mujeres por ser la más bella.

Retos en nuestra sociedad

Todas estas representaciones de lo sensual están retratadas desde el punto de vista masculino. Llama la atención cómo en muchos episodios lo erótico se muestra a través de mujeres que son atacadas. Pero ¿y ahora? ¿Sigue siendo la sexualidad femenina un tabú en las artes? ¿Sigue predominando la violencia?

Algunos estudios recientes indican cómo la pornografía que consumen nuestros jóvenes está plagada de actos violentos sobre las mujeres, violaciones, incluso en grupo. Esto podría ser una de las causas de que este tipo de acciones se den cada vez con más frecuencia en la realidad. Por este motivo debemos educar en valores como la igualdad de género también a través del arte.

Es un reto que una sociedad que se comunica a través de imágenes, como son los emoticonos, adquiera más cultura visual. Esto podría conseguirse a través de una mayor formación en historia del arte, trabajando en el análisis visual de imágenes que nos rodean y son consumidas por la juventud, al igual que lo hacemos con los textos. De esta manera, seríamos más reflexivos y críticos con respecto a lo visual y más conscientes de qué percibimos a través de la vista.

Como dijo en los años 70 el escritor y crítico de arte John Berger:

“Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se miran a sí mismas a través de cómo son miradas. Esto determina no solo la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres, sino también la relación de las mujeres consigo mismas.”


Este texto proviene del artículo _Erotismo y sensualidad: pervivencias visuales desde una perspectiva de género, publicado en pre-print en la revista Calle 14 de Colombia._


Laura Luque Rodrigo es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Jaén, de la que actualmente es profesora. Ha trabajado en inventarios artísticos institucionales. Ha participado en diversos proyectos relacionados con el arte contemporáneo, publicado múltiples artículos en revistas científicas y capítulos de libro; catálogos de exposiciones y libros. Ha participado en una treintena de congresos nacionales e internacionales, e impartido conferencias en diversas instituciones nacionales e internacionales. Realizó una estancia de investigación en la Pontificia Università Gregoriana de Roma y una estancia docente en la Universidad de Siena; recibió un premio de emprendimiento. Es miembro del comité científico de varias revistas y es co-Coordinadora del Grupo de Arte Urbano ligado al GEIIC. Pertenece al grupo Arquitecto Vandelvira (HUM 573). Además ha coordinado una veintena de actividades divulgativas, como cursos, ciclos de conferencias, mesas redondas, etc.
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