‘Menudo Hospital, sin corazón’, por Luis Callejón

por Luis Callejón

 

Miércoles, 15 de febrero de 2023. Mis escritos suelen ser constructivos sobre temas relacionados con turismo y arquitectura, dos temas que me gustan, y eso no quiere decir que sea un sabio de la materia, pero si un curioso que le gusta construir. Hoy me gustaría seguir en esa línea, pero en un segmento que desconozco, pero sufro, y es la sanidad.

Soy de esas personas, que su relación con la sanidad intento que sea nula o casi nula, solo aporto sangre como donación, y si los he necesitado en más de una ocasión, siempre han realizado todos los sanitarios una labor ejemplar, más o menos rápida.

Me gustaría contar el calvario de mi pareja, compañera, amiga, amante, etc. para intentar aportar datos que permitan construir algo mejor. Todo empezó en diciembre de 2021, tras las limitaciones sufridas por el COVID, ella sintió la llamada de la libertad y adquirimos un patinete eléctrico, el primer día de uso estuvo rodeado de respeto y miedo, y la prudencia se convirtió en fiel compañero de aventura, el segundo día es anulado el respeto y sigue quedando parte de miedo y prudencia, y el tercer día el miedo desaparece llevándose de la mano la prudencia, y aparece la valentía y la falsa destreza. Pues sí, esta combinación hizo que se moviera en un estado de euforia adelantando vehículos, pero con la mala fortuna de tropezar con un pequeño hoyo en la calzada, y salir disparada hacia el bordillo del acerado, donde impacto su pierna y sufrió fractura de tibia y peroné.

Tras el vuelo y aterrizaje con poca fortuna, empezaron a rodearla curiosos y personas que solo pretendían ayudar, sin conocimientos médicos, y me gustaría señalar una mujer de un puesto de artículos de artesanía frente a Vialia, que le llevo una manta mientras esperaba la ambulancia, gracias.

El proceso siguiente que vivimos fue la espera para la operación, ya que esto fue un sábado y hasta el martes no había quirófano, al menos eso nos dijeron. El martes estaba preparada para la operación, pero hubo urgencias de última hora y se aplazó para el día siguiente. La operación fue muy bien, el cirujano cuando le preguntó la causa del accidente y respondió ella: “el patinete”, el sonrió y le comento irónicamente, que los cirujanos de traumatología estaban encantados con los patinetes ya que tenían más trabajo que nunca.

Pasaron las semanas, poco a poco recuperaba independencia, empezó con una silla de ruedas, continuó con las muletas y se levantó y anduvo. En el proceso bajó la inflamación de la pierna, adaptándose a su estado anterior, con la mala fortuna que ella al ser delgada, los tornillos de anclaje que sujetan y fijan al que va por el interior del hueso, se le marcan, es decir sobresale y le produce rozaduras en la piel al ponerse pantalones. En la correspondiente revisión con los médicos de la Seguridad Social, y al ver lo descrito anteriormente, le mandan por urgencia para que le den cita con el fin de quitárselo, ya que su función había terminado y lo único que podía generar era una patología mayor. Esto ocurrió en el mes de marzo de 2022, y empezamos la espera que duró hasta el mes de septiembre, donde recibe un burofax de la Seguridad Social que le solicita su autorización para desplazarla a un hospital privado con la finalidad de agilizar su proceso. Se desplazó al hospital a firmar el consentimiento, y se inició el cambio. Le toco un hospital que se encuentra frente a donde fue operada, el hospital HM, donde le hacen las pruebas preoperatorias y le dan cita para operarla para el 14 de noviembre, hasta aquí todo bien. Pero empezó un nuevo calvario, el día antes a la fecha de la operación le llaman para comunicarle que el doctor que le realizaría la intervención se ha puesto malo y que próximamente se pondrían en contacto con ella, esto fue el 13 de noviembre, nunca más se supo del hospital.

Desde la semana siguiente, ella intentó contactar con el hospital semanalmente, variando la hora de la llamada, y la respuesta siempre la misma, una maquina con una música de fondo y nadie que atienda la llamada. Pasaron los meses y el lunes 6 de febrero recibe una llamada de un numero oculto, que coge por casualidad ya que no suele hacerlo, y le dicen que ya hay un médico que le va a quitar el tornillo, y que será el jueves 9 de febrero, “por fin” grito ella, y cuando le pregunté a qué hora, me dice que la llamaran para decírselo. La llamada se produjo el miércoles 8 a las 21:00, ni un papel para convocarla y poder pedir autorización en el trabajo, y le citan para el día siguiente en el hospital HM a las 9:45, cuando llegó a la recepción y comentó lo ocurrido, le preguntan si no se ha equivocado de hospital, pero tras la insistencia buscan el expediente y lo encuentran. Tras horas de espera y al encontrarse en ayunas, eran las 12:30 cuando decidió volver a casa y que sea lo que Dios quiera, que no es más que un par de años cargando con el tornillo y usando más falda que pantalón, hasta que se vuelva a reencauzar en la Seguridad Social, ya que el HM ha sido eliminado de sus opciones.

Entiendo la falta de personal y el retraso, pero no entiendo la falta de humanidad de algunos hospitales como el que nos hemos encontrado en este viaje, HM hospital. Sigo defendiendo la sanidad pública, siempre está, con más o menos dificultades que pueden ser solucionables, pero una cosa si tiene la gran familia de la Sanidad pública y es corazónGracias.

Luis Callejón es arquitecto

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