Nueva era del sector agrícola estadounidense por la guerra de Ucrania

por Francisco Villanueva

 

Sábado, 9 de julio de 2022. La crisis provocada por la Guerra de Ucrania y las sanciones comerciales impuestas a Rusia por EE.UU, la Unión Europea (UE) y Gran Bretaña constituyen un único fenómeno histórico en términos de la economía mundial; y según la estimación de muchos estrategas y expertos esta situación puede durar “muchos años”.

El shock provocado en los commodities agrícolas y energéticos se ve agravado debido a la limitación impuesta en los stocks de reservas de trigo y gas natural existentes en la etapa pre pandemia (último trimestre de 2020), y que se exacerbó luego por la pandemia del Coronavirus.

La experiencia histórica demuestra que las sanciones internacionales a Rusia van a mantenerse por un extenso período, incluso después de que se resuelva el conflicto de Ucrania. Se señala, por ejemplo, que las sanciones impuestas a Rusia por la anexión de Crimea en 2014 todavía siguen vigentes.

El precio del petróleo aumentó 18% mensual en febrero y marzo de este año, el mayor nivel de alza en ese periodo desde 1946; y el precio del trigo creció +29% en marzo, el nivel más alto a contar desde la década del 30, en tanto los gastos en fertilizantes y combustibles subieron +90% y +60% a contar de febrero de 2022. Hay que agregar que en las dos semanas posteriores a la invasión de Ucrania por Rusia el precio del trigo ascendió un 36% y se espera un incremento superior en el resto del año.

Rusia y Ucrania combinadas representan 29% del total de las exportaciones globales de trigo; y más de 90% de estas ventas externas están destinadas a los países de África, Medio Oriente y la Unión Europea.

El sector agrícola norteamericano, el primero del mundo, también ha experimentado cambios estructurales de largo plazo. Hay que señalar que la principal restricción que presenta la producción agrícola de EE.UU es una limitación extraordinaria en la fuerza de trabajo. La desocupación estadounidense es 3.6%, la menor en los últimos 60 años; y en la producción agroalimentaria el porcentaje es todavía menor. Por eso tiende a desaparecer la producción de frutas y hortalizas, que es una tarea trabajo intensiva, lo que afecta fundamentalmente a los Estados de Florida y California, que están reemplazando esos productos con importaciones mexicanas, esto significa que la clave de sector agrícola norteamericano que viene es la sofisticación creciente del equipamiento agrícola, que pasa de la automatización actual a la creciente autonomía de los bienes de capital, encabezados por los tractores autónomos sin conductores, que trabajan 7 días por semana, las 24 Horas, con programas de alta precisión completamente tecnificados.

El resultado es una aceleración del proceso de consolidación y concentración, con unidades productivas cada vez mayores en manos de grandes corporaciones, y no de agricultores individuales.

Más de 60% de las exportaciones agrícolas norteamericanas, que el año pasado superaron los 160.000 millones de dólares, y se destinaron fundamentalmente a China, que es un principal mercado externo, fueron obra de estas grandes corporaciones, que a su vez tienden a especializarse en 1 o 2 commodities específicas, sobre todo soja o maíz, en tanto los agricultores destinan su producción a los grandes centros urbanos.

El personal que requiere este equipamiento debe realizar estudios de ingeniería, programación y codificación, con una elevada formación analítica, donde los estudios tradicionalmente agronómicos ocupan un papel secundario. Los principales centros de formación agrícola de EE.UU reflejan en su currículo las nuevas tendencias en la formación de los agrónomos estadounidenses.

Así, por ejemplo, las Universidades dedican la mayor parte de sus materias a la formación de sus estudiantes en programación y codificación, y colocan un particular acento en el pensamiento crítico y probabilístico, centrado en la resolución de problemas; y sólo una parte menor de sus actividades se destinan a la formación agronómica tradicional.

El gran instrumento de trabajo de la nueva producción agrícola norteamericana es el dominio completo de la “big Data”, la información masiva y críticamente elaborada de todas las variables agrícolas sin excepción, con el objetivo de que ellas “…hablen por sí mismas”, y decidan cómo, cuándo y dónde realizar cada una de las actividades de las distintas e intransferibles unidades productivas.

Los cambios agrícolas experimentados en EE.UU en los últimos 2/3 años equivalen a los logrados en las 5 décadas previas

Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero.
@FranciscoVill87

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