Salvador Távora: teatro, poder andaluz y compromiso

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A los 46 años de haber irrumpido con ‘Quejío’ como una luminaria andaluza en la gran escena del teatro mundial, a Salvador Távora Triano (Cerro del Águila, Sevilla, 1934)…aun le queda mucho por decir y que hacer en nombre de lo que él mismo denomina ‘teatro de compromiso’ y de ‘un poder andaluz’. Tras ‘Quejío‘ -que continuaba al ancestral ‘Oratorio‘, del Teatro Estudio Lebrijano-, siguieron ‘Los Palos’, ‘Herramientas‘, ‘Andalucía Amarga’, ‘Crónica de una Muerte Anunciada‘ y, entre tantas otras.
La extraordinaria ‘Carmen‘, que Távora representó en Nueva York sólo unas pocas horas después del terror del 11-9-2001: con autorización extraordinaria del entonces alcalde neoyorquino Rudy Giuliani. Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, ‘Hijo Predilecto de Sevilla‘,
‘Andaluz del Año 1993’ para las Entidades Culturales Andaluza en Cataluña -donde Jordi Pujol le concedió la Cruz de Sant Jordi en 1999-, tres premios ‘Max‘ de teatro… Távora, aquel ‘Gitanillo de Sevilla‘ que llegó a debutar -e incluso triunfar- en la Maestranza y en Las Ventas, aún lanza toda su potencia telúrica cuando se refiere a ese ‘poder andaluz’ y su compromiso teatral, en cuyo nombre va a mantener la lucha. Es lo que le queda en esta vida. “Es lo que voy a seguir haciendo aunque no guste, aunque no quieran y aunque nos dejen sin nada”, recalca el mismo Salvador Távora, que abrió las puertas de su casa a ‘Confidencial Andaluz’, acompañado siempre por su directora asistente, Lilyane Drillon, a la que conoció en 1971, en un inolvidable -e inolvidado- Festival de Nancy.

Salvador Távora muestra al autor de la entrevista, Alejandro Delmás, los recuerdos de toda una vida de compromiso.
¿Dónde estamos y adónde vamos… cuando se nos echa encima 2019 y han pasado 46 años de ‘Quejío’?
-Recuerdo una última crítica en ‘El Correo de Andalucía’, cuando el 45 aniversario de ‘Quejío’. Titulaba así: ‘Távora enmudeció a Sevilla’. Voy a seguir haciendo el teatro en el que yo creo. ¿Teatro basado en un ‘poder andaluz’? Sí, totalmente. Y de compromiso. Lo que siempre ha sido, lo que siempre he hecho. Es lo que yo he sabido hacer y es lo que voy a seguir haciendo, aunque no guste a todos los que podría gustar y aunque nos dejen sin nada. Poder andaluz y compromiso. Por lo demás, lo que está ocurriendo en España en general y con nosotros en particular es algo impensable. No capto adónde se quiere llegar. Estamos viviendo el momento más difícil para juzgar y de juzgar Andalucía, con toda esa fuerza, con toda su fuerza…
Entre 1972 y 75, La Cuadra de Salvador Távora ofrece 748 representaciones de ‘Quejío’… va a Italia, Yugoslavia, Francia, Asia… y sólo 26 son en Andalucía (confirman Lilyanne y Savador): pero hoy no cesan los problemas en relación al ‘Teatro Salvador Távora de la Cuadra de Sevilla’ y sus naves en el Cerro del Águila
El único grupo que hoy no tiene ayuda es el nuestro. No la hemos tenido de parte de Cajasol ni del Ayuntamiento u otra institución pública. 
-Todas las promesas que hubo… se quedaron en letra muerta, en lo que tuvo mucho que ver la salida de Juan Carlos Marset del Ayuntamiento. Todos los compromisos que hemos podido sacar adelante… han sido gracias a nuestro trabajo. El resto da vergüenza. El único grupo que hoy no tiene ayuda es el nuestro. No la hemos tenido de parte de Cajasol ni del Ayuntamiento u otra institución pública. Es más, por la deuda ya se quedaron con una de las naves y otra, en situación concursal, está manejada y administrada por una sociedad cooperativa. Da vergüenza decir que un grupo como La Cuadra, con un historial entre los más importantes de Europa, no recibe la menor ayuda de unas instituciones teóricamente socialistas o progresistas, pero así es. Ya hemos hablado de aquellas 748 representaciones de ‘Quejío’ entre 1972 y 75, con sólo 26 en Andalucía (y 167 en Cataluña): y de Andalucía recuerdo con todo el cariño una en Coria (del Río), cuando la gente subió al escenario para tirar de las cuerdas que hacían de ‘despertador de conciencias’…
-Es como una repeticion de ‘Quejío’ en el tiempo, ¿no?: ‘Pasito que doy palante pasito que doy patrás, campanita que no suena, algún día sonará… Dame la guadaña que se me ha caío y el jocino viejo que ‘no ma servío’. Ay los que cantamos, ay los que se fueron, ay de los que tienen zapatitos nuevos’. ¿De dónde sacó esto?
Tavora, Delmás, Lilyane Drillon y ‘Mimi’ la mascota de la casa, durante el encuentro en el Juncal.

-Es el único grupo con un lenguaje distinto, el único lenguaje en el que yo creo. Lenguaje andaluz, pero no folclórico. Hasta ahí, el teatro, en su historia, sólo había sido literario o pequeño burgués. Nosotros no eramos ninguna de esas cosas.  Un pueblo se parece mucho al arte que hace. Nosotros introdujimos en el teatro el lenguaje andaluz. Ya sabe que con ‘Oratorio’, en su sucesivas versiones, se descubre un teatro que no se hubiera imaginado jamás que existiera. Y yo soy más actor y hombre de teatro que ‘cantaor’. Cuando, después de llevar ‘Oratorio’ al Festival de Nancy, en 1971, se empieza a formalizar La Cuadra, ya a finales de ese 1971, con Paco Lira, se llama a Pepe Monleón (crítico, director, editor y hombre de teatro progresista, fallecido en 2016), que se queda mudo cuando ve el espectáculo. Monleón habló con José Carlos Plaza y puso ‘Quejío’ en Madrid, en el TEI, el Pequeño Teatro de Magallanes, con sus 99 localidades. No podía llegar a las 100. Franqueamos la censura porque a la mujer del censor que habían enviado le gustaban mucho las nanas. Pero había que presentar un libreto. Y dijimos que las cuerdas del bidón (que había sido una maceta de geranios) eran las cuerdas de la guitarra… después ya fuimos a París, al Festival de las Naciones, con todos los ojos puesto en ‘Quejío’ y en España. Ahí ya fue un éxito absoluto. Llevé la luz del taller de Hytasa, la que yo había visto como soldador.

-Ya después, ‘Los Palos’, ‘Herramientas’ (1977),  ‘Andalucía Amarga’, 1979)…
Manhattan se cerró – el 11-S – y se quedó más que nunca como una isla. Fue la noche en la que he visto las calles de Nueva York más solas. Fuimos a un restaurante, había sólo dos personas. Me atrapaba el miedo colectivo, el miedo general. 
–Simplemente, había que mantener el compromiso, cuando la gente pensaba que, muerto Franco, podía relajarse en la lucha. ‘Quejío’ era teatro de clase… y de lucha. Nunca jamás se pensó en que iba a tener semejante continuidad. Por cierto, la muerte de Franco nos cogió en Italia, en Ferrara. Pero el Festival de París había sido la lanzadera. Más adelante, en 1990, García Márquez vino al estreno en México de ‘Crónica de una muerte anunciada’. Y dijo que se quedó ‘sin respiración’.
-El 11 de septiembre de 2001 les pilló en Manhattan, con el montaje de ‘Carmen’. ¿Qué recuerda de esas horas?
“Al fin, tuvimos el caballo y apostaron por nosotros para representar en el City Center. Hubo un llenazo emocionante”.

-Primero, no sabíamos qué hacer, claro. Una cosa como esa… pues te atrapa el miedo colectivo, el miedo general. Manhattan se cerró y se quedó más que nunca como una isla. Fue la noche en la que he visto las calles de Nueva York más solas. Fuimos a un restaurante, había sólo dos personas. Me atrapaba el miedo colectivo, el miedo general. Me atrapó también la manifestación de solidaridad de la gente que saliá a la calle, esa solidaridad de muchas maneras… en distintas religiones. Después hubo la conferencia del alcalde Giuliani con todos los grupos que teníamos representaciones y ahí pidió que todos siguiéramos adelante, para que todo fuera lo más normal posible. Al fin, tuvimos el caballo y apostaron por nosotros para representar en el City Center. Hubo un llenazo emocionante.

-Hablábamos del lenguaje. A usted le sonará esta frase de Luis Valdez: “Si se desea un teatro no burgués, debe buscarse gente no burguesa que lo haga”…
-Hay frases que se me quedan. Mire esta… “el futuro del teatro está en la cabeza de los que no conocen el teatro”. ‘Quejío’, el ‘quejío’ tenía que ser un lenguaje flamenco,, pero en nada folclorista, folclórico. Como cantaor (con ‘Los Tarantos’), yo conocía el mundo del espectáculo aflamencado, sus grandezas y miserias: el de los tablaos flamencos y los ambientes de ventas y madrugadas en los que los cantes más puros se daban… o se vendían. Este iba a ser un teatro con ese lenguaje andaluz… distinto. Quejío, sí. Y no era sólo el teatro por el teatro, sino por un concepto de ‘cultura andaluza’. Toda la fuerza que tiene en su pasado, que no la ha tenido políticamente y que ahora había podido empezar a tenerla después de un hecho fundacional tan significativo fue como la muerte de Blas Infante.
-Un concepto cultural, una entidad política…
-Con toda esa fuerza que digo de su pasado, Andalucía no existió nunca como esa entidad política hasta que llegaron Infante, sus propuestas y su muerte. Y eso que, cuando aquí existían leyes y poetas, los demás eran… pastores. Nunca se tuvo un teatro que expusiera esa potencia cultural. En este sentido, los hermanos Álvarez Quintero eran de una corriente o legado republicano, pero el suyo era un teatro… literario.
-Vino Federico García Lorca con su teatro, ‘La Casa de Bernarda Alba’, ‘Bodas de Sangre’, ‘Yerma’, ‘Doña Rosita la soltera’… ¿dónde lo inscribe?
-Ufff… vaya pregunta difícil. Esta es de nota. A ver, Lorca es un gran poeta andaluz. Pero, como yo lo entiendo, es un mal hombre de teatro. Porque el modelo teatral de Lorca es un desarrollo del de la pequeña burguesía. No pone ni un cante flamenco, nunca. Ni un trozo de teatro en ese lenguaje andaluz en el que yo creo. Si hay algo de espíritu flamenco, es de un flamenco folclórico.
-Murió Lorca, ‘por hecho de guerra’, ya sabe… sólo unos pocos días después de Blas Infante: por lo mismo.
Lorca es un gran poeta andaluz. Pero, como yo lo entiendo, es un mal hombre de teatro. [/su_pullquote]-La muerte de Blas Infante fue como el hundimiento de una herencia o una historia que viniese de la vieja Andalucía. Como la gran catarsis que debió haber conducido a un renacimiento que hasta ahora no se ha terminado de cumplir. En 1977 o 1980, con las manifestaciones o el referéndum del 28-F-1980, creimos, emocionalmente que ese renacimiento estaba llegando, como una refundación. Pero, políticamente, está claro que luego no ha sido así. Aunque ahora veo a Andalucía en el momento ideal para iniciar la recuperación. Pero yo no me enganché a Blas Infante como un andaluz dolido o resentido por esta marginación. Usted conoce la historia, ¿no?

-Supongo. A ver
-…Yo vivía en el Cerro del Águila y tiraba carretera ‘palante’, andando, hasta la carretera de Carmona, el cortijo de la Gota de Leche. Era muy a finales de los 40, cuando yo quería ser torero, y allí, en la Gota de Leche, íbamos a entrenarnos con un vaquero que había, que se llamaba Reguera, que nos dejaba y nos soltaba dos o tres vacas que medio embestían. Nadie hablaba entonces de Blas Infante y los que sabían algo… se callaban, estaban en silencio. Pero allí me encontré yo con su hijo, Luis, Luis Blas, que también quería ser torero. Había días que Reguera no nos soltaba vacas, pero entrenábamos de todos modos. Uno de esos días, cuando echábamos un cigarro, allí sentados, Luis se puso a hablarme entre lágrimas. Y, llorando, me dijo: ‘Salvador, yo no puedo venir más a entrenar aquí. Me han contado que aquí mataron a mi padre y yo ya no puedo venir a entrenar aquí’.  Así por ese dolor con una relación personal fui como yo conocí a Blas Infante. Todo nació de la confesión íntima de un amigo… que era su hijo.


‘Gitanillo de Sevilla’, ahijado de Rafael ‘el Gallo’ y en el corazón del drama de los Guardiola

Debut de Salvador Távora (en el centro del paseillo) en la real Maestranza. Una oreja brindada al General de Aviación le supuso el fin de la mili.

Tanto como la siderurgia de la vieja Hytasa, donde trabajó como soldador eléctrico en la década de los 40, en lo más crudo de la posguerra… la tauromaquia está en toda la raíz de la vida de Salvador Távora Triano. Por vía del mundo del toro y entrenando con vacas en el Cortijo de la Gota de Leche, así fue cómo Távora conoció a Luis Blas Infante García, hijo de Blas Infante, de quien Távora acabó siendo uno de sus mejores amigos. Como novillero coincidió con Antonio Ordóñez, y anunciado como ‘Gitanillo de Sevilla‘ Salvador Távora hizo el paseíllo en la Real Maestranza y en Las Ventas.

En Sevilla, y en una novillada, Távora cortó un rabo, en 1952 (“algo que no ha hecho ni Curro Romero, que es mi torero preferido”, recuerda hoy)… cuando no tenía ni 18 años. Le apadrinaba Rafael El Gallo, quien consiguió que le dieran permiso en Aviación, donde ‘Gitanillo de Sevilla’ servía como voluntario. Por consejo de Rafael, Salvador brindó un novillo en el coso del Arenal al General Jefe de la Zona del Estrecho, Díaz de Lecea, quien le devolvió la montera con esta nota… ‘Goza usted de permiso indefinido’… y regaló una caja de puros a Rafael El Gallo.
El 30 de agosto de 1953, Salvador Távora hizo el paseíllo en Las Ventas, donde, tras recibir con una larga cambiada de rodillas y manejarse bien con la capa, ya en la faena de muleta, recibió una cornada en el pecho (en el hipocondrio), de ‘pronostico reservado’, de parte del novillo ‘Aceituno‘, deAlicio Pérez Tabernero. Posteriormente, Távora se incorporó como sobresaliente a la cuadrilla del rejoneador Salvador Guardiola Domínguez y Pérez de Vargas y ahí vivió una tragedia que le apartó definitivamente de los toros, el domingo 21-8-1960, en el Coliseo Balear de Palma de Mallorca.
En palabras de Távora, y cuando Guardiola lidiaba al toro ‘Farruco‘, de la ganadería de Muñoz Aguilar, el caballo de Guardiola (un caballo inglés pese a su nombre ‘Calé‘)… “dio un zamarreón violento, como un latigazo. En ese zamarreón del caballo al querer escapar del toro, Guardiola (que rejoneaba para dar dinero a las Hermanas de la Cruz, de Utrera) se desequilibró, y aún pendiente de un estribo, se golpeó con el cráneo en la arena, mientras ‘Farruco‘ saltaba sobre él y le pateaba. Salvador murió en la misma enfermería. “Yo tuve que matar al toro. Fue el último toro que maté en mi vida. De vuelta a Sevilla, la familia Guardiola ordenó que nadie montara más a ‘Calé’, que quedó suelto en el campo para que le crecieran las pezuñas y nadie lo montara más“.
Távora, novillero, con su padrino Rafael Gómez Ortega “El gallo”

El talento literario de Távora -que se cortó la coleta para guardar luto a Salvador Guardiola- afloró ahí en un poema fúnebre, como una elegía al rejoneador muerto (de ‘Salvador’ a ‘Salvador’), que Távora tituló ‘El Último Rejón’.

 De inmediato, Távora pasó a integrarse en el grupo, ‘Los Tarantos‘ con nada menos que Manolo Sanlúcar y Paco Taranto. Ahí y así, Tavora entró en contacto con Rafael de León y Arias de Saavedra (Marqués del Valle de la Reina) quien, hacia 1962, preparaba el espectáculo ‘Olé con Olé‘ y entonces pensó incorporar una copla titulada ‘Silencio por un caballero‘, basada en el poema de Távora: ‘Aquella tarde, Sevilla se puso amarilla’, canta aún hoy Salvador Távora. Pero le contaron el proyecto a Doña María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, matriarca de la casa Guardiola y madre del difunto rejoneador, quien no autorizó el plan, “porque no quería que el nombre de de su hijo estuviera en boca de las cupletistas“, relata hoy mismo Salvador Távora Triano.
Entonces, Rafael de León retocó la letra para poder dedicársela a José Gómez Ortega, ‘Joselito El Gallo’. “No era tan fácil. Se trataba de tocar unas pequeñas cosas para seguir diciendo para ‘Gallito’ lo mismo que para Salvador Guardiola pero con palabras que tuviesen el mismo sentido y el mismo son que las otras”. Hoy, con tanta emoción en su piso del Juncal, Salvador Távora (‘Aquella tarde, Sevilla se puso toda amarilla‘)… piensa y repiensa despaciosamente aquellos mismos pasos y ajustes que tuvo que hacer Rafael de León sobre su poema.
Así, donde Rafael de León había escrito ‘Silencio el patio y la fuente/que está de cuerpo presente/un señor y un caballero‘, puso: ‘Que está de cuerpo presente/el mejor de los toreros‘. Y donde… ‘Parece que está dormío, Dios mío,/con un rejón en la mano,/ y el Guadalquivir, su río, teñío,/con sangre de toros bravos”… puso: ‘Parece que está dormío, Dios mío,/en su capote de brega,/ y por Gelves viene el río, teñío,/con sangre de los Ortega”. El final previsto para Guardiola era: “Y Sevilla, enloquecía,/repetía a todas horas/que un toro mató en el ruedo,/que un toro mató en el ruedo/a Salvador Guardiola.” Pero quedó… ‘Y Sevilla, enloquecía,/ repetìa a voz en grito:/pá qué quiero mi alegría,/ pá que quiero mi alegría/si se ha muerto Joselito’.

Ya rebautizada como Silencio por un Torero’, esta fue la copla que estrenó la macarena Juanita Reina para el macareno Joselito El Gallo: en el Teatro Cervantes de Málaga, el 11 de octubre de 1962. Es la misma copla que Manuel Lombo versionó más de cinco décadas después. La copla en cuyo origen estuvieron Salvador Távora, ‘Farruco‘, ‘Calé‘ y la tarde maldita del 21-8-1960, en el Coliseo Balear. La copla que aquel día nació en Salvador Távora, ‘Gitanillo de Sevilla’ y ahijado de Rafael El Gallo, el célebre hermano mayor de José Gómez Ortega, ‘Gallito’.


(Imágenes: Alberto Sánchez)

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