Severn Cullis-Suzuki, aquella Greta Thunberg de hace 27 años

Severn Cullis-Suzuki
por Paco Audije

Pide todo el respeto para Greta Thunberg. Se llama Severn Cullis-Suzuki y es canadiense. A los doce años, fue “la niña que hizo callar al mundo durante cinco minutos”. Pronunció su primer gran discurso frente a la primera gran cumbre mundial sobre el clima, que tuvo lugar en Río de Janeiro el día 2 de junio de 1992.

Ahora, Cullis-Suzuki está a punto de cumplir 40 años y persiste en su lucha por el medio ambiente. Sobre Greta Thunberg, ha declarado:

-Es coherente y muy inteligente. Es una joven militante con la misma pasión y dolor que yo misma. Con la misma necesidad de decir entonces lo que pasaba. Pero en 1992 el contexto era muy diferente. Ahora somos más conscientes del poder de las fuerzas que desean mantener la hegemonía de las energías fósiles. Y desde 1992, hemos extraído muchas riquezas del planeta. Lo llaman ‘calidad de vida’. En realidad, es sólo aumento de nuestro consumo. Como por arte de magia, hemos creado prosperidad a partir de la nada, o más bien a partir del pasado de la energía solar, que ha transformado los animales y vegetales muertos en petróleo. Pero todo tiene un coste y éste es el porvenir de nuestros hijos. El cambio climático ya está aquí y empezamos a sentir sus efectos. Vemos que ha llegado muy deprisa, antes de lo que esperábamos, (publicado en el diario Libération, 22 de septiembre de 2019).

Severn Cullis-Suzuki
Severn Cullis-Suzuki

A los diez años, y con un grupo de amigos del colegio, donde predominaban las chicas, Severn Cullis-Suzuki fundó una organización ecologista llamada Environmental Children’s Organization, ECO).

Recaudaron el dinero necesario para que cuatro jovencísimas activistas viajaran a Brasil, donde Severn pronunció su famoso discurso ante representantes de la ONU y de muchos países. Desde entonces, ha recibido algunos reconocimientos y se ha convertido en escritora, además de culminar estudios de botánica, ecología y biología. En su discurso de 1992, pronunciado a una edad más temprana que la actual de Greta Thunberg, desarrolló conceptos muy similares a los de esta última:

Hemos venido aquí, y no lo oculto, para luchar por mi futuro. Perder el futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones venideras. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo, cuyos llantos son ignorados por todo el mundo. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta, porque no les queda ningún lugar a donde ir. No podemos soportar no ser oídos. Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre, hasta que hace unos años encontramos un pez lleno de tumores. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, desaparecen para siempre. Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques tropicales repletos de pájaros y mariposas. Ahora me pregunto si todavía existirán para que mis hijos los vean también.

En aquellos años, la misma expresión de “calentamiento global” o la de “cambio climático” empezaban a sugerirse. Se discutía, eso sí, de los efectos de la superproducción industrial y la actividad humana en la capa de ozono. En ese sentido, la situación de la selva amazónica ya entraba en el debate, pero en lugar de avanzar el mundo, y Brasil, parecen retroceder con la administración del presidente Jair Bolsonaro.

En sentido opuesto, marchan el incremento de la lucha por salvar el planeta, el aumento del activismo ecologista y la alarma creciente de gentes de toda la Tierra al constatar la rapidez del cambio climático. Muchos, que hasta ayer lo discutían, reciben directamente el impacto de sus efectos en su propia puerta.

En las islas del Pacífico, algunas personalidades y gobiernos –como el de las islas Fiji– han invitado al líder mundial de los clima escépticos, a Donald Trump, a visitarles para ver cómo amenazan su existencia el calentamiento global y el crecimiento de las aguas marinas.

Diversidad biológica, también cultural

Severn Cullis-Suzuki incluye la pelea por la diversidad cultural y lingüística en nuestra necesidad de preservar la biodiversidad. Con un padre de origen japonés y casada con un hombre de la nación o tribu amerindia haida, Cullis-Suzuki se ha implicado con ese pueblo muy minoritario: unas 3500 personas en la actualidad. Entre las pérdidas, tenemos que contar su lengua originaria.

Foto actual de Severn Cullis-Suzuki

En el censo de 2018 sólo existían veinticuatro hablantes habituales del idioma haida considerado “en peligro crítico” de conservación, según el Atlas de las Lenguas en Peligro de la UNESCO. La Greta Thunberg del siglo XX trata de contribuir a su revitalización, primero mediante el aprendizaje; después hablando haida con sus dos hijos y con los ancianos que mantienen el uso corriente de su idioma materno:

-En la actualidad, la pérdida masiva de la diversidad concierne tanto a los animales y plantas como a las culturas humanas. Es el mismo fenómeno. Así que para hacer frente al desastre climático y a la extinción masiva de especies, tenemos que encontrar modos alternativos de pensamiento, otras maneras de considerar nuestras relaciones.

Sullis-Suzuki afirma que algunas comunidades indígenas que han sobrevivido al colonialismo pueden enseñar cosas al mundo, modos de vida más respetuosos con la naturaleza. Para mejorar el futuro común.

-Estamos perpetuando la injusticia intergeneracional, declaró Sullis-Suzuki hace dos años en Finlandia, y el cambio climático es el ejemplo definitivo de crimen intergeneracional.

Severn Cullis-Suzuki dice ponerse en la piel de Greta Thunberg y comprenderla muy bien ante las críticas feroces que está recibiendo estos días. Porque ella recuerda haber recibido –hace ya veintisiete años– ataques muy similares.

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