Damas de Fresas, por Chadia Arab y cien firmas más.

Manifestación en Huelva en apoyo a la "Temporeras contra la esclavitud".
TRIBUNA: 'Damas de la fresa'
Por Chadia Arab y cien firmas más.

Desde hace algunas semanas, las temporeras marroquíes en España, las que llaman a menudo las « fraisières » (Catherine Castro, 2011), las « mouimates » (Hicham Houdaifa, 2008), o las «dames de fraises» (Chadia Arab, 2018), salen a la luz a través de asuntos oscuros de agresiones sexuales. Una marcha de apoyo tuvo lugar el 17 de junio del 2018 en Huelva. Estas agresiones, desveladas por periodistas alemanes, españoles y marroquíes, y confirmadas con la primera detención que tuvo lugar estos últimos días, vuelve a poner en cuestión un sistema entero de trueque teóricamente bien rodado y pensado: mujeres a cambio de fresas.

Todo comenzó a finales de los años 2000 cuando España y Marruecos, a raíz de una idea que puede parecer original, decidieron poner en marcha un intercambio económico-migratorio. Es lo que llamaron la migración circular. Se trata de un programa que se dice « ético », y que debía satisfacer a los dos países: responder a una necesidad puntual de mano de obra en España luchando a la vez en contra de la inmigración clandestina y trayendo divisas a Marruecos. El Ministerio de Trabajo de este último país realiza, a través de l’ANAPEC (Agencia Nacional de Promoción de Empleo y Competencias) toda la contratación y acompañamiento del lado marroquí. En España, es el ayuntamiento de Cartaya quien se encarga a través de la FUTEH (Fundación para trabajadores de extranjeros en Huelva), que acompaña esta migración circular de las marroquíes en la provincia de Huelva. Esta fundación tuvo que cerrar en el 2012 después de que la UE dejará de darle fondos. A pesar de ello, miles de marroquíes siguieron acudiendo cada año a las temporadas a pesar de las numerosas dificultades.

Este intercambio de buenas prácticas entre los dos estados cuestiona la “ ética » de este programa. En efecto, esta política migratoria circular es doblemente discriminante, primero porque es claramente de “género”. No se dirige a los hombres. Se limita a las mujeres y les obliga a tener ataduras familiares, condiciones que implican – desde el punto de vista del programa – la vuelta de estas mujeres a Marruecos. El derecho a la movilidad está cuestionado ya que los empleadores tienen a disposición migrantes solo cuando les conviene, dejándolas en una situación de gran precariedad por lo poco que ganan y los escasos derechos laborales que las protegen. Es lo que Abdelmalek Sayad (1977) ya observaba en la primera edad de la emigración refiriéndose a los hombres argelinos que venían solos a Francia para trabajar y que, las autoridades no se molestaban en «integrar».

Pero aquí, se trata únicamente de mujeres con unas características específicas. En efecto, detrás de los acuerdos entre Estados, hay madres en situación de gran precariedad y pobreza, mayoritariamente originarias del medio rural, la mayoría sin formación académica, que dejan hijos y a veces maridos en Marruecos. Se trata muy a menudo de mujeres en situaciones de gran fragilidad, viudas o divorciadas. Estas temporeras sufren en España las relaciones de fuerza que aparecen en un continuum desde el país de origen hasta el país de migración. Así, en Marruecos, los hombres que rodean estas mujeres son generalmente considerados como dominantes en una sociedad marcada por un sexismo cotidiano. En España los encargados de las explotaciones son en su gran mayoría hombres « blancos », de nacionalidad española. Una triple dominación interviene y favorece la explotación de estas temporeras: la nacionalidad (marroquíes y empleadores españoles), el sexo (mujeres temporeras y hombres empleadores), la clase (obreras agrícolas y empresarios agrícolas), y un contexto post-colonial que no hay que subestimar entre los dos países. Esta imbricación de relaciones de dominación minimiza la posibilidad que tienen las principales interesadas para poder expresarse, sometidas a la internacionalización económica que vive su país (Marruecos) y a sus relaciones con Europa. Su palabra está puesta en duda. Se les amenaza de expulsión si se atreven a hablar, resistir o luchar en contra de la violencia que padecen, en un contexto de silencio ensordecedor por parte de estos Estados que se encargaron de su salida.

En Marruecos, existe una negación de las agresiones sexuales a estas temporeras, difícil de entender. Confiscada durante mucho tiempo, la palabra de las víctimas –las principales interesadas–, se pone en duda, lo cual cuestiona la política migratoria circular y el compromiso del país en acuerdos binacionales sin la mínima posibilidad de proteger a sus ciudadanas en el extranjero.

En España, después de haber ignorado durante mucho tiempo estas agresiones [1], la Fiscalía de Huelva trabaja en plena colaboración con la Consejería de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía y una ONG para conocer la verdad. La Guardia Civil y la Inspección de Trabajo se han hecho cargo del asunto, para esclarecer la situación y detener a los potenciales acosadores o agresores de estas mujeres. Estas violencias aparecen en un contexto español en que las relaciones entre hombres y mujeres siguen muy violentas. Según un estudio del Ministerio de Sanidad, el 12,5% de las españolas ya han sido víctimas de violencias domésticas. Las agresiones de las marroquíes se inscriben en este contexto de violencias hacia las mujeres en España. Eso sin dejar de lado un contexto internacional que libera en parte la palabra de las mujeres con las campañas #MeToo en Estados Unidos (Yo también), #BalanceTonPorc en Francia (Denuncia a tu cerdo), #Cuéntalo en España, que animan a las mujeres a denunciar y a contar sus experiencias de agresión sexual o de acoso.

Para las mujeres de la fresa, más que de una migración circular, se trata de una verdadera “migración de supervivencia”, en palabras de Saskia Sassen (2010). Y para volver al año siguiente, tienen que trabajar lo más dócil, sumisa y concienzudamente posible, y callándose. Callando sus condiciones de trabajo, callando sus reivindicaciones sindicales, callando el dolor de la separación con los hijos, callando sobre todo los abusos sexuales que algunas sufrieron. Hoy los casos de estas mujeres salen a la luz, pero quién sabe si no serán una vez más doblemente maltratadas. Maltratadas, porque la más mínima rebelión significa expulsión y vuelta al país de origen, sin ninguna certidumbre de poder volver el próximo año. En España, en cuanto surge un conflicto, a la migrante –expulsable y desechable en cualquier momento– la mandan de vuelta a su país. En eso también consiste la migración circular, una migración elegida, elegida desde el país de origen, pero también elegida en España, donde no se quedan más que con las “mejores”, las más rentables, las más dóciles, las menos reivindicadoras, las más obedientes… ¿Podrán volver tranquilamente a Marruecos las que hablaron, y salir de nuevo para España el año que viene?

Esta violencia universal contra las mujeres se manifiesta como una violencia simbólica, económica, social, política, que durante mucho tiempo ha ido de la mano con un pesado silencio impuesto a las mujeres, y con un silencio por parte de los Estados.

Hay mujeres que no se atreven a hablar o a volver, que tienen vergüenza y quizás miedo a las reacciones de su familia, miedo a no poder volver el próximo año. Las violencias sexuales se articulan con la violencia de la falta de derecho a la libre circulación. Las temporeras afectadas por estos procesos necesitan ser escuchadas, defendidas, que se les haga justicia en España. Necesitan ser acompañadas y apoyadas y que se rehabilite su palabra en Marruecos. Necesitan que les devuelvan su dignidad, ni más ni menos. El reconocimiento de esta palabra debe ser completo, sin sospecha alguna, ni castigo.

Ese es precisamente el objetivo de esta tribuna: una sororidad feminista y migrante para que estas Mujeres de la fresa recobren la plena dignidad en todos los espacios por los que pasan.

La tribuna Damas de la fresa (Nous sommes tou.te.s des #DamesDeFraises) es una inicitaiva de la geógrafa y activista argelina Chadia Arab, y ha ella se han adherido las organziaciones ATMF, Association des Travailleurs Maghrébins de France; AMF, Association des Marocains en France; AUSAJ, Asociación de Usuarios  de la Administración de Justicia (España); FMAS, Forum des Alternatives Maroc; FTCR Fédération des Tunisiens pour une Citoyenneté des deux Rives, France; IDD, Immigration développement Démocratie, France; AMDH, Association marocaine des droits Humains-Paris IDF; GADEM, Groupe Antiraciste de défense et d’accompagnement des étrangers et migrants, Maroc; Plateforme euro-marocaine MDCD Migration Développement Citoyenneté Démocratie; EMCEMO, Centre Euro-Méditerranéen Migration et Développement, Pays Bas; Na’oura, Belgique. Asimismo ha estampado su firma más de cine personalidades del mundo de la cultura, la universidad y los movimientos sociales de Francia, Bélgica, Países Bajos, Italia, Marrucos, Argelina, Túnez y España. entre otros países". 

 

Acerca de La Mar de Onuba 5519 Artículos
Revista onubense de actualidad, cultura y debate, editada por AC LAMDO, entidad sin ánimo de lucro inscrita en el Registro de Asociaciones de Andalucía con el número 4318 de la Sección 1. - Director: Perico Echevarría - © Copyright LAMDO 2017 / ISSN 2603-817X

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