Ucrania: última oportunidad para la diplomacia y evitar la guerra

Manifestación en Nueva York contra los planes de Vladimir Putin en Ucrania. Shutterstock
por Juan Luis Manfredi

 

Domingo, 23 de enero de 2022. Tras una semana de negociaciones, la diplomacia aún tiene su oportunidad. Las conversaciones entre Anthony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, y Serguéi Lavrov, eterno ministro de Exteriores ruso, han abierto una vía de intercambio epistolar sobre las ideas para el futuro de la arquitectura de seguridad en Europa Oriental.

En un momento de tensión creciente, el intercambio es buena noticia porque permite conocer los objetivos, los medios y las garantías que exigen las partes. Las conversaciones de Ginebra representan el escenario de desglobalización y reordenación de las estructuras de poder internacional.

Cada actor tiene unas cartas y quiere jugar a ganador. Porque el conflicto ya existe. Desde 2014, se han registrado 14 000 muertos en combate entre Crimea y Donbass. Veamos cuáles son los argumentos y los puntos de partida en una semana decisiva.

Rusia promueve un nuevo orden de seguridad internacional en el que recupere el peso y la legitimidad perdida tras el final de la Guerra Fría. La expansión oriental de la OTAN se considera una ruptura del espíritu de 1997, cuando se renegocian las relaciones entre Moscú y la OTAN, y un desafío a sus intereses.

Un sentimiento de injusticia histórica

Las sanciones económicas que ya han aprobado Estados Unidos o la Unión Europea alimentan este sentimiento de injusticia histórica. El control sobre la evolución política de Bielorrusia, Georgia o Ucrania actúa como barrera geográfica de seguridad e impide el despliegue de armamento o ayudas a la democratización. Esta es la segunda obsesión: los vecinos no pueden desarrollar un régimen político democrático que sea estable e independiente (infraestructura de gas, salida al Mar Negro, conexión con la Ruta de la Seda china).

En el plano interno, el elemento diferencial es la política de la nostalgia. Existe una comunidad rusófila en estos países que hablan ruso, se informan por RT o Sputnik y ven con agrado este reordenamiento.

Dichos apoyos sirven para la construcción del argumentario ruso: no es injerencia, sino ayuda a quienes quieren recuperar el legado exsoviético. Su posición de partida es maximalista, incluyendo la retirada de la OTAN de Bulgaria o Rumania, y el manejo sin condiciones de los intereses en la región.

Estados Unidos no tiene interés en liderar un conflicto armado. La presidencia Biden-Harris no puede permitirse otro error del calado de Afganistán. La posición negociadora es minimalista. Podría considerar algunas concesiones a Rusia con el temor a que dicha flexibilidad fuera la puerta de entrada a más y más reclamaciones.

Aún no está sobre la mesa la renegociación del Intermediate-Range Nuclear Forces, cuyo final abrupto no ha resultado beneficioso para las partes. ¿Será esta parte de la propuesta? Entretanto, se impulsa la disuasión en tres niveles. Ya ha autorizado el envío de armamento desde los países Bálticos en el marco de la OTAN y se observa un primer despliegue naval en el mar Negro y el Mediterráneo.

Conversaciones, no negociaciones

En el segundo nivel, crecen las sanciones económicas, cuya efectividad es discutible, pero visibiliza la persecución contra las elites extractivas. En suma, Blinken ha anunciado “conversaciones, no negociaciones” que se quieren llevar a la mesa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

En último lugar, la reforma de la OTAN es una cuestión pendiente. Jens Stoltenberg, actual secretario general, insiste en estar preparado y utiliza una retórica bélica. Stoltenberg, de salida de su actual posición, no parece representar los intereses de todos los aliados y son significativos los silencios de Alemania, Francia o Turquía.

La posición de las instituciones europeas es relevante. Hay miedo a que el conflicto estalle y se repita el desastre humanitario de los Balcanes, referencia repetida en las últimas semanas en Bruselas. Sin una voz fuerte y sin capacidades, la Unión Europea está en el segundo plano.

Sobre todo, porque los estados miembros prefieren desarrollar sus propias políticas. Alemania titubea, bien porque el nuevo gobierno aún debe definir prioridades y políticas, bien por la extraordinaria dependencia energética de origen ruso. Polonia aboga por despertar del sueño y entender que Rusia persigue la desestabilización de la UE. Su reciente experiencia en la frontera con Bielorrusia alimenta a los halcones de Varsovia.

Fuera de la UE, el Reino Unido habla con soltura de un “golpe de estado” que acabará con la legitimidad de las instituciones ucranianas, envía armamento y ofrece formación a las tropas. Francia, en proceso electoral, navega entre el aislacionismo de los candidatos de la extrema derecha y los anhelos de grandeza del actual presidente.

Ucrania, el cuento triste

Bajo el liderazgo jupiterino de Macron, la autonomía estratégica pasa por reducir dependencias con la OTAN e impulsar una política de la defensa propia. España apuesta por la disuasión, en sintonía con Estados Unidos, y promueve una visión atlantista del conflicto.

¿Y Ucrania? Es el cuento triste de esta historia. El país parece sumido en una posición de debilidad interna y externa, sin capacidad para hacer valer su voz. Es la gran ignorada en parte por la debilidad interna del presidente Zelensky, en parte por la falta de medios propios para articular una defensa. Los últimos tuits de Zelensky dan por segura la “invasión rusa” y muestran su enorme malestar con las negociaciones sin su presencia.

En un momento desglobalizador, el poder internacional es un bien escaso. Por eso, cualquier detalle puede marcar la diferencia entre la paz y la guerra. Es aún tiempo para la diplomacia y las instituciones, para no vernos abocados a un desastre humanitario.

Juan Luis Manfredi es profesor titular de Periodismo y Estudios Internacionales. Escribe sobre relaciones internacionales y diplomacia, comunicación y tecnología, así como riesgo político y orden liberal. Es autor de numerosos libros y artículos sobre estas materias, fruto de los trabajos de campo realizados en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación del Gobierno de España. Ha trabajado como experto para proyectos de organizaciones no gubernamentales, instituciones políticas y partidos políticos. Con ellos, dibuja escenarios políticos y colabora al diseño de estrategias políticas y acciones de reputación, influencia y gestión de la confianza. Es miembro del consejo editorial de Esglobal.com, revista de referencia del periodismo internacional en español. Ha servido como miembro del consejo científico del Real Instituto Elcano (2014-2019).
<strong>Cinco claves para entender por qué Rusia podría invadir Ucrania</strong>
por Tatsiana Kulakevich

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró el 19 de enero de 2022 que cree que Rusia invadirá Ucrania y advirtió al presidente ruso, Vladimir Putin, de que “se arrepentirá de haberlo hecho”, tras meses de creciente tensión.

Se calcula que Rusia ha acumulado 100 000 soldados a lo largo de su frontera con Ucrania en los últimos meses.

A mediados de enero, Rusia comenzó a trasladar tropas a Bielorrusia, país fronterizo con Rusia y Ucrania, para preparar unas maniobras militares conjuntas en febrero.

Putin ha planteado varias exigencias de seguridad a Estados Unidos antes de retirar sus fuerzas militares. La lista de Putin incluye la prohibición de que Ucrania entre en la OTAN, y el acuerdo de que la OTAN retire tropas y armas en gran parte de Europa del Este.

Existen precedentes para tomar en serio la amenaza: Putin ya se anexionó la parte ucraniana de Crimea en 2014.

La compleja historia de Ucrania ofrece una ventana a la compleja nación que es hoy en día, y por qué está continuamente amenazada. Como experta en Europa del Este, destaco cinco puntos clave a tener en cuenta.

¿Qué debemos saber sobre la relación de los ucranianos con Rusia?

El presidente de EE.UU., Joe Biden, sentado en una mesa de conferencias, rodeado de cuatro funcionarios, entre ellos el secretario de Estado de EE.UU., Tony Blinken, mientras habla con el presidente ruso, Vladimir Putin, por videollamada.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habló con Vladimir Putin sobre la reducción de la presencia militar rusa en la frontera ruso-ucraniana el 7 de diciembre de 2021. Adam Schultz/The White House via AP

Ucrania se independizó hace 30 años, tras la caída de la Unión Soviética. Desde entonces ha luchado por combatir la corrupción y superar las profundas divisiones internas.

La región occidental de Ucrania era partidaria de la integración con Europa Occidental. La parte oriental del país, por su parte, era partidaria de estrechar lazos con Rusia.

Las tensiones entre Rusia y Ucrania alcanzaron su punto álgido en febrero de 2014, cuando manifestantes violentos derrocaron al presidente prorruso de Ucrania, Víktor Yanukóvich, en lo que ahora se conoce como la Revolución de la Dignidad.

En la misma época, Rusia se anexionó Crimea por la fuerza. Ucrania se encontraba en una posición vulnerable para la autodefensa, con un Gobierno provisional y un ejército no preparado.

Putin pasó inmediatamente a atacar la región de Donbás, en el este de Ucrania. El conflicto armado entre las fuerzas gubernamentales ucranianas y los separatistas respaldados por Rusia ha causado más de 14 000 muertos.

A diferencia de su respuesta a Crimea, Rusia sigue negando oficialmente su participación en el conflicto de Donbás.

¿Qué quieren los ucranianos?

Un mapa de Europa del Este tras la anexión de Crimea en 2014 muestra a Ucrania, fronteriza con Rusia
Rusia se anexionó la Crimea ucraniana por la fuerza en 2014, estableciendo nuevas fronteras entre Ucrania y Rusia. Getty Images

La agresión militar de Rusia en Donbás y la anexión de Crimea han galvanizado el apoyo público a las inclinaciones occidentales de Ucrania.

El Gobierno ucraniano ha dicho que solicitará el ingreso en la Unión Europea en 2024, y también tiene la ambición de unirse a la OTAN.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski, que llegó al poder en 2019, hizo campaña con una plataforma de lucha contra la corrupción, por la renovación económica y la paz en la región de Donbas.

En septiembre de 2021, el 81 % de los ucranianos dijo tener una opinión negativa de Putin, según el sitio de noticias ucraniano RBC-Ucrania. Sólo el 15 % de los ucranianos encuestados declaró tener una percepción positiva hacia el líder ruso.

 

¿Por qué amenaza Putin con invadir Ucrania?

La decisión de Putin de emprender un refuerzo militar a lo largo de Ucrania está relacionada con una sensación de impunidad. Putin también tiene experiencia en lidiar con políticos occidentales que defienden los intereses rusos y se comprometen con empresas rusas una vez que dejan el cargo.

Los países occidentales han impuesto sanciones, en su mayoría simbólicas, contra Rusia por la injerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020 y por un enorme ciberataque contra unas 18 000 personas que trabajan para empresas y el Gobierno de Estados Unidos, entre otras transgresiones.

Sin repercusiones, Putin ha respaldado la brutal represión del presidente bielorruso Alexander Lukashenko contra las protestas masivas en la capital, Minsk.

En varias ocasiones, Putin ha visto que algunos destacados políticos occidentales se alinean con Rusia. Estas alianzas pueden impedir que los países occidentales forjen un frente unificado frente a Putin.

El excanciller alemán Gerhard Schroeder, por ejemplo, abogó por la cooperación estratégica entre Europa y Rusia mientras estuvo en el cargo. Posteriormente, se incorporó a la petrolera rusa Rosneft como presidente en 2017.

Otros políticos europeos de alto nivel que promovieron una posición blanda hacia Rusia mientras estaban en el cargo son el exprimer ministro francés François Fillon y la exministra de Asuntos Exteriores austriaca Karin Kneissl. Ambos se incorporaron a los consejos de administración de empresas estatales rusas tras dejar sus cargos.

¿Cuál es el objetivo de Putin?

Soldados permanecen en fila, de espaldas a la cámara, frente a una bandera ucraniana.
Soldados ucranianos celebrando el Día de las Fuerzas Armadas de Ucrania en Kiev el 6 de diciembre de 2021. Photo by STR/NurPhoto via Getty Images

Putin considera a Ucrania como parte de la “esfera de influencia” de Rusia, un territorio, más que un Estado independiente. Este sentimiento de propiedad ha llevado al Kremlin a intentar bloquear la entrada de Ucrania en la UE y la OTAN.

En enero de 2021, Rusia vivió una de sus mayores manifestaciones antigubernamentales en años. Decenas de miles de rusos protestaron en apoyo del líder de la oposición política Alexei Navalny, tras su detención en Rusia. Navalny había regresado recientemente de Alemania, donde fue tratado por haber sido envenenado por el Gobierno ruso.

Putin también está utilizando a Ucrania como palanca para que las potencias occidentales levanten sus sanciones. En la actualidad, Estados Unidos tiene en vigor varias sanciones políticas y financieras contra Rusia, así como contra posibles aliados y socios comerciales de Rusia.

Un ataque ruso a Ucrania podría dar lugar a más conversaciones diplomáticas que podrían conducir a concesiones sobre estas sanciones.

Los costes para Rusia de atacar a Ucrania superarían significativamente los beneficios.

Aunque una invasión a gran escala de Ucrania es poco probable, Putin podría reanudar los combates entre el ejército ucraniano y los separatistas respaldados por Rusia en el este de Ucrania.

 

¿Por qué querría Estados Unidos involucrarse en este conflicto?

Con su anexión de Crimea y su apoyo al conflicto del Donbás, Rusia ha violado las garantías de seguridad del Memorando de Budapest para Ucrania, un acuerdo de 1994 entre Estados Unidos, Reino Unido y Rusia que tiene como objetivo proteger la soberanía de Ucrania a cambio de su compromiso de renunciar a su arsenal nuclear.

Las amenazas de Putin contra Ucrania se producen en el momento en que está trasladando las fuerzas rusas a Bielorrusia, lo que también plantea interrogantes sobre los planes del Kremlin para invadir otros países vecinos.

El apoyo militar a Ucrania y las sanciones políticas y económicas son formas en las que Estados Unidos puede dejar claro a Moscú que habrá consecuencias por su intromisión en un país independiente. El riesgo, por lo demás, es que el Kremlin emprenda otras acciones militares y políticas que amenacen aún más la seguridad y la estabilidad europeas.The Conversation

Tatsiana Kulakevich, Assistant Professor of instruction at School of Interdisciplinary Global Studies, affiliate professor at the Institute on Russia, University of South Florida.

Contenido bajo Licencia Creative Commons

Sea el primero en desahogarse, comentando

Deje una respuesta

Tu dirección de correo no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.