“Un trabajador es un trabajador”: los sindicatos organizan a los trabajadores migrantes en toda Europa

por Bethany Staunton

 

Una de las convicciones substanciales del sindicalismo internacional es la de que un trabajador es un trabajador, venga de donde venga. Sin embargo, ¿cómo pueden los sindicatos poner en práctica este principio cuando se trata de trabajadores migrantes? En 2018, con más de 22 millones de ciudadanos no pertenecientes a la Unión Europea que viven en países comunitarios (según cifras de Eurostat), número que representa el 4,4% de la población de la UE28 (ahora UE27, después de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea el 31 de enero de 2020), son más de 17 millones los ciudadanos comunitarios que viven en un Estado miembro diferente al suyo. Los migrantes, pues, representan una parte importante de la mano de obra europea. Estas cifras ni siquiera tienen en cuenta a aquellas personas que carecen de los documentos necesarios para trabajar o residir legalmente en el país en el que viven.

Los números de estos migrantes “indocumentados” son más difíciles de obtener, pero se calcula que suman millones y, a menudo, encuentran trabajo en sectores parcialmente informales tales como la agricultura, la construcción y el trabajo del hogar y los cuidados, en los que abunda la explotación. Por ende, serían muchos los trabajadores migrantes que se beneficiarían del apoyo sindical, aunque para los sindicatos también representan una cantera importante de afiliados en una época en la que el número de sus miembros se ve mermado en todo el continente.

No obstante, los sindicatos encuentran dificultades en sus intentos por organizar a estas poblaciones. En primer lugar, la concentración de muchos trabajadores migrantes en los sectores antes mencionados significa que puede ser más difícil llegar hasta ellos, ya que no tienen lugares de trabajo fijos ni formas de empleo en donde los sindicatos tienden a ser más fuertes. En segundo lugar, el idioma y la cultura pueden plantear barreras importantes en la comunicación y la contratación, dependiendo de los países de donde provienen los trabajadores y cuáles son sus percepciones y experiencias de la acción sindical. Además, puede resultar difícil para muchos trabajadores migrantes, que lidian con horarios de trabajo pesados y salarios bajos, disponer de tiempo para asistir a reuniones sindicales cuando su prioridad es la necesidad inmediata de ganar suficiente dinero para enviarlo a sus familias en sus países de origen.

Por último, existe el problema de que, incluso una vez afiliados, los miembros migrantes pueden tener necesidades y preocupaciones que requieren una atención particular. En un estudio de 2017 sobre los sindicatos y los trabajadores migrantes, los investigadores Stefania Marino, Judith Roosblad y Rinus Penninx describieron uno de los principales dilemas que enfrentan los sindicatos que han optado por afiliar trabajadores procedentes de otro país, es decir, si estos miembros deberían recibir un trato “igual” o “especial”. ¿Deberían considerarse todos los miembros de la misma manera y con intereses comunes, o deberían los sindicatos desarrollar “políticas específicas” para ayudar a los trabajadores migrantes?

No todos los trabajadores tienen las mismas necesidades. En el caso particular de los migrantes indocumentados, por ejemplo, obtener el estatus legal en el país en el que viven y trabajan puede ser la primera de todas sus preocupaciones. Sin los derechos fundamentales de los residentes y el empleo, estos trabajadores tienen menos posibilidad de disfrutar de las conquistas de las luchas sindicales, tales como la mejora de los salarios y de las condiciones. En muchos casos, son las ONG, y no los sindicatos, las que intervienen para ayudar a abordar estas preocupaciones más inmediatas.

Diferentes enfoques de organización en contextos diferentes

Sin embargo, algunos ejemplos de iniciativas en materia de organización de migrantes por parte de sindicatos de toda Europa muestran los diferentes enfoques que pueden adoptarse en esta diversidad de contextos.

La sección de Bruselas de la Confederación de Sindicatos Cristianos (CSC), por ejemplo, cuenta con una “unidad de migrantes” específicamente dedicada a organizar, apoyar y asesorar a los trabajadores migrantes. Esta unidad se dedica a llevar a cabo actividades de presión en el ámbito político y manifestaciones o eventos para llamar la atención de los medios de comunicación, pero también organiza a los propios trabajadores, informándoles sobre sus derechos y la forma de recabar pruebas de la explotación y los malos tratos por parte de los empleadores.

La unidad cubre muchos frentes a través de un comité de acción de trabajadores indocumentados, una liga de trabajadoras del hogar, un servicio de asesoramiento jurídico, la formación de activistas y secciones de investigación y comunicación. Un aspecto notable del enfoque del sindicato es su inclusión de los migrantes indocumentados, quienes debido a la precariedad de su condición jurídica son particularmente vulnerables a la explotación por parte de los empleadores. El CSC ofrece no solo apoyo político para su causa, sino también la afiliación, algo que no todos los sindicatos hacen.

Otro ejemplo bastante singular puede encontrarse en Polonia, donde se creó un sindicato exclusivamente para atender a los trabajadores migrantes. El Sindicato Intersectorial de Trabajadores Ucranianos en Polonia fue establecido por Yuriy Karyagin, un profesor de economía ucraniano, en medio de una creciente ola de migrantes de ese país que huían del conflicto y los disturbios políticos. Al paliar la escasez laboral que dejaron los polacos que se marcharon a Europa occidental, los recién llegados a menudo se encuentran en sectores donde apenas existe reglamentación, protección laboral o presencia sindical. El idioma es una barrera adicional para la captación de nuevos miembros por parte de los principales sindicatos, de ahí el enfoque más específico de Karyagin.

El número reducido de personal de base del sindicato y el hecho de depender de la ayuda ocasional de voluntarios hace que Karyagin, su presidente e impulsor, haya tenido que concentrarse en casos individuales. Ofrece asesoramiento jurídico a sus miembros sobre la obtención de permisos de trabajo y residencia, señala a las inspecciones de trabajo los empleadores inescrupulosos y se comunica con fábricas y empleadores que sabe que son correctos para ayudar a encontrar trabajo para los recién llegados ucranianos. El sindicato puede ser pequeño, pero el número de sus miembros está en aumento, y actualmente son un poco más de 1.000. Aunque es independiente, cuenta con el apoyo de la Alianza de Sindicatos de Polonia (OPZZ) y tiene su oficina en la sede más grande del sindicato.

Por último, en el sur, la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) está adoptando un enfoque innovador para captar y organizar a los trabajadores temporeros en las regiones del sur de Italia, que a menudo proceden de países africanos o de Europa del Este.

Italia ha sido noticia en los últimos tiempos con historias desgarradoras de explotación laboral, tráfico y abuso de trabajadores migrantes, que se encuentran viviendo en campamentos improvisados a merced de los caprichos de los “arrendatarios” ilegales, los caporali.

Con el fin de superar las dificultades creadas por el aislamiento y la vulnerabilidad, a menudo severos, de estos trabajadores, la rama agrícola de este sindicato, FLAI-CGIL, defiende una estrategia que ha denominado Sindacato di strada, que podría traducirse como “sindicato sobre ruedas”. La idea es que los sindicalistas se desplacen directamente a los puntos de reunión donde se reúnen los trabajadores o donde son contratados por los caporali, con el fin de informarles sobre sus derechos, asesorarles acerca de los contratos de trabajo y darles a conocer las actividades del sindicato. La tecnología ha jugado un papel importante en este enfoque, ya que se utiliza la aplicación WhatsApp para mapear el territorio y geoetiquetar los lugares de trabajo y los puntos de recogida de los trabajadores jornaleros.

La inclusión y la integración de los migrantes dentro de los sindicatos son elementos clave: los trabajadores indocumentados pueden ser delegados sindicales, y buena parte del personal del CGIL es a su vez de origen extranjero, por lo que pueden comunicarse con los trabajadores en su propio idioma. La campaña también ha impulsado la afiliación al sindicato, demostrando que no solo los trabajadores migrantes, sino también los sindicatos, pueden beneficiarse de tales iniciativas.

Los anteriores son solo algunos ejemplos de cómo los sindicatos pueden producir estrategias innovadoras para apoyar, organizar y afiliar a un grupo de trabajadores que, a menudo, según el contexto, son menos accesibles para ellos, ya sea debido a las barreras del idioma, el aislamiento físico, la precariedad jurídica, el empleo informal o la extrema vulnerabilidad y explotación. “Un trabajador es un trabajador” puede ser un principio universal, pero no existe un enfoque singular para todos los aspectos prácticos que conlleva la organización sindical.


Bethany Staunton es editora adjunta de HesaMag, revista semestral sobre las condiciones de trabajo, publicada por el Instituto Sindical Europeo (ETUI).
Twitter : @StauntonBethany
Este artículo ha sido traducido del inglés por

Sea el primero en desahogarse, comentando

Deje una respuesta

Tu dirección de correo no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.