‘Washington y Bruselas exigen, gobierne quien gobierne’, por Eduardo Madroñal

por Eduardo Madroñal

 

Miércoles, 16 de agosto de 2023. Si hay algo venenoso en los medios de comunicación monopolistas -salvo honradas excepciones- es la colaboración en la persistente confusión creada para que la gente nos miremos el ombligo, para que no seamos conscientes del verdadero peligro, del auténtico enemigo. Y sin embargo los centros de poder estadounidense y europeo vienen anunciado, a bombo y platillo, las ineludibles exigencias esenciales a las que tendrá que responder el nuevo gobierno, sea del color que sea. Tanto Washington como Bruselas coinciden en dos: la continuidad del atraco monopolista con la inflación y el expolio financiero con los tipos de interés altos; y la obligación del gobierno de cumplir lo firmado con Bruselas aplicando los recortes necesarios para reducir el déficit y la deuda.

FMI: tipos de interés altos, es decir, recortes y subir impuestos a la gente

Desde Washington, el Fondo Monetario Internacional (FMI) -en su informe sobre las perspectivas de la economía mundial- pregona el fin de las medidas que se tomaron para paliar los efectos de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania -cuyos costes se cargaron como gasto público del Estado- para proteger a los bancos y los monopolios. Y se unifica con el Federal Reserve System (FED) -el banco central de Estados Unidos- y el Banco Central Europeo (BCE) fijando como “prioridad política número uno, la inflación” y recomendando “que se mantengan los tipos de interés altos el tiempo que sea necesario”, según ha declarado su directora Kristalina Georgieva, pese a reconocer el impacto negativo sobre los trabajadores y la asfixia de las familias.

Y ahí está el veneno. Mantener los tipos de interés altos para que la banca y los monopolios aumenten sangrantemente sus beneficios, mientras la inmensa mayoría social -pymes, autónomos, trabajadores, pensionistas, familias y el resto de la gente- se empobrece y se asfixia.

El FMI asegura que a nivel mundial la economía se ralentizará en 2023, sobre todo en la Eurozona donde augura un crecimiento mínimo del 0,9% en 2023. Y aunque reconoce que España podría crecer por encima de la media europea, urge a los gobiernos -especialmente de los países de la Eurozona con más deuda y más déficit, entre ellos a nuestro país- a luchar contra la inflación recuperando una de sus viejas recetas: hacer recortes y subir impuestos al 90%; no a la banca y los monopolios, ¡dios nos libre!

Bruselas: el regreso a la disciplina fiscal, es decir, recortes a la mayoría

A partir de la primavera del próximo año los países de la Unión Europea tendrán que volver a cumplir las reglas fiscales fijadas por Bruselas. El futuro gobierno, sea del color que sea, tiene que enfrentarse a las exigencias de la UE, y el dilema es obedecer o defender la soberanía nacional.

Bruselas acaba de aprobar una revisión del Pacto de Estabilidad Fiscal. El nuevo pacto mantiene en el 3% los límites del déficit público y en el 60% del PIB el nivel de la deuda. España, con un déficit que ronda el 3,9% y una deuda pública del 113% está en el bloque de países con mayores desequilibrios, junto con Francia, Italia, Bélgica, Portugal y Grecia. Los países con déficit y deuda excesiva por encima de esas cifras deberán negociar con Bruselas una senda de ajuste adaptada a su coyuntura económica, pero con un ajuste mínimo anual del 0,5% del PIB. Bruselas además actuará contra los países que no respeten ese objetivo o no acaten las recomendaciones.

El gobierno de coalición envío a finales de mayo una actualización del Plan de Recuperación aprobado en 2021, donde se comprometía -entre otras cosas- a bajar el déficit al 3% en 2024 para recibir los pagos pendientes de subvenciones y acceder a los 84.000 millones en préstamos. Pero en Bruselas exigen más con las “recomendaciones de obligado cumplimiento” que ha de cumplir España.

A partir de la primavera de 2024 la Comisión Europea iniciará la apertura de procedimientos por déficit excesivos sobre los datos de 2023. La Comisión emplazará al nuevo gobierno a un ajuste fiscal, no del 0,5%, sino del 0,7%, es decir: recortes por 9.450 millones de euros anuales que van a marcar los presupuestos del próximo año que se aprueben. Y pedirá al nuevo gobierno que retire las medidas para contener la inflación -como las ayudas fiscales a los alimentos, a los combustibles o las ayudas del transporte y a los alquileres- y, además, pedirá “más énfasis” en el control de la deuda. A partir de 2024 tendrá cuatro años para reducir el mínimo del 1% anual.

Y la OTAN exige más gasto militar, es decir, recortes sociales

Las exigencias al nuevo gobierno no vienen sólo del FMI y Bruselas, también la OTAN y EEUU presionan para que los miembros de la Alianza, incluida España, aumenten sus gastos de defensa hasta el 2% del PIB. Un objetivo que el gobierno de coalición se ha comprometido a cumplir progresivamente desde el 1,2% actual hasta alcanzar el 2% en 2029; lo que supondrá casi duplicar los gastos actuales de defensa, casi 11.000 millones de euros más cada año. Una exigencia que aumenta aún más los recortes que se le van a reclamar al nuevo gobierno, y que supone más los recortes sociales, de sanidad y educación.

La alternativa, redistribuir la riqueza y defender la soberanía nacional

La única alternativa es una reindustrialización de España -no decidida por la inversión extranjera-, una industria propia -decidiendo nosotros mismos en qué invertimos-, con un proyecto de país, de redistribuir la riqueza, de invertir en educación, cultura y ciencia para que toda la juventud que estamos preparando no tenga que irse al extranjero. Pero para eso hace falta que paguen los bancos y los monopolios lo que no pagan -para que el Estado no se endeude con ayudas paliativas- eso es realmente redistribuir la riqueza y defender la soberanía nacional.

Eduardo Madroñal Pedraza, colaborador de La Mar de Onuba, nació el año 1951 en Madrid, el año 1951, de raíces andaluzas paternas y castellanas maternas. Fue velocista y jugador de balonmano. De una clase social, eligió otra práctica social. Fue, por el  artículo 191 del Código Civil franquista, «padre soltero» de una hija de madre desconocida. Estudió Psicología. Trabajó 7 meses como repartidor de codornices y 7 años como administrativo en Uralita. Acabó Psicología; fue profesor de inglés (6 años en colegio privado y 4 años en instituto por oposición. Con la LOGSE se cambió a orientador educativo. Anomalías se titula su tercer libro de poemas. Colabora en diversas publicaciones (De Verdad, Chispas…) en formato digital e impreso. Es militante de Unificación Comunista de España, miembro de Recortes Cero, e integrante de la Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones. Profesor aprendiz, psicólogo inapropiado, orientador peregrino, demócrata distinto, patriota inusual, comunista extraño, padre inesperado, abuelo chocante, amante inhabitual, y alguna anomalía más

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