Carta a mi hija

por José Luis Pedreira Massa


Queridísima Sara:

Me he decidió a escribirte para importunarte lo menos posible porque reconozco que tienes el tiempo muy cogido con todo lo que tienes que hacer y estudiar, por ello he preferido escribirte estas líneas porque no podía ni debía dejar pasar más tiempo para comentarte algunos hechos que están aconteciendo en nuestra vida.

Hace un par de días un gran intelectual español que ejerce en USA de profesor universitario en Berkeley, una de las grandes Universidades americanas para estudiar ciencias sociales, ha escrito una carta abierta a quien quiera leerla. Manuel Castells, así se llama este intelectual, es una mente crítica, analítica y muy claro.

Hace unos 25 años el Prof. Castells ya nos previno de la evolución que llevarían las sociedades informatizadas, si no se hacían las cosas con cabeza y de forma reflexiva. Hoy, 25 años después, no se ha realizado esta transición hacia la sociedad de la información de forma razonable y ponderada, por ello existen disfunciones sociales que llevan a que lo comentarios de Manuel Castells adquieran, en este aprés coup actual, la categoría de cumplimiento de una profecía autocumplidora.

Hace 48h ha escrito una carta modélica acerca del emerger de los grupos de extrema derecha en el mundo, de su pensamiento filofascista y de la preocupación que le embarga, leído todo desde una perspectiva histórica y dialéctica. Hace una exposición clara y directa para que nos despertemos, para que sintamos que lo que acontece no es baladí y que lo que sucede en tal o cual lugar del mundo, en realidad, nos acontece a todos nosotros, estemos donde estemos.

Los populismos son movimientos soco-políticos con contenidos contradictorios. Por un lado parece que emergen de un sentir popular, se organizan, en apariencia, con una base amplia y con aparente democracia directa y como alternativa a los partidos políticos convencionales, que se les llama como “viejos” partidos. Un grupo relevante se escoran hacia planteamientos de la orientación política conocida como “derecha”, son protegidos y hasta financiados por el capitalismo y los grupos de empresas más conservadora. Otra parte bucea en las esencias más íntegras de la izquierda, pero utilizan un lenguaje manido y efectista, rápidamente caen en contradicciones entre lo que formulan y lo que hacen o pueden hacer, por lo que pronto ponen en evidencia que poco pueden hacer, salvo que acepten el principio de realidad política y social.

En estos populismos suele existir un líder con carisma, con reconocimiento dentro y fuera de la organización y concitará casi tantas críticas como adhesiones, de tal suerte que esas organizaciones suelen funcionar de forma personalista, con culto al líder y con una dinámica muy perversa: o conmigo o contra mí.

Los populismos aparentan tomar una idea que surge de un lamento popular, de una posición de crítica tipo ataque-fuga, suele ser muy primaria y con una cierta apariencia lógica, pero alguno de los elementos que constituyen el razonamiento suele ser falso, por lo que lo que construyen es un sofisma. En los denominados populismos de derecha los contenidos suelen hacer referencia a cuestiones de pertenencia, de posesiones, de identidad, en definitiva de poder. En los denominados populismos de izquierda suele predominar la dominado/dominador pero bastante deslavazada y, en ocasiones, se roza con la demagogia, se trata también de la circulación del poder pero lo hace como un anhelo de poder pues es consciente que en las elecciones se ganan por votos, pero el poder es otra cosa diferente a los votos y a los escaños. La izquierda puede tener predominio de escaños, pero no detenta nada más que un poder limitado y bastante restringido, más que nada es un poder delegado.

El populismo de derechas en ocasiones consigue los votos y escaños para gobernar, lo hace de forma aparentemente legítima. Cuando obtiene el gobierno ejecuta el poder que le es asignado por su pertenencia de clase dominante y lo hace de forma inexorable, limita en todo cuanto puede las libertades públicas y privadas, legisla con dogmatismo, no es extraño que se muestren xenófobos (en mayor o menor medida), tolerarán mal y, por lo tanto, sancionarán la diversidad sea sexual, religiosa, de género o por padecer enfermedades y mostrar debilidades, utilizarán eslóganes y frases rimbombantes para extremar su posición como patria, banderas, himnos, que movilizan emociones muy básicas y arcáicas en la ciudadanía, justifican la violencia para poder imponer las ideas dominantes pero lo disimularán de justicia y de que lo pide el pueblo, “su” pueblo. Mostrarán un nacionalismo extremo, de tipo social, económico y cultural siendo capaces de desfigurar los datos históricos o distorsionar los contenidos hasta pervertir la información. La intolerancia y el autoritarismo son dos condiciones que disfrazan de lógica para conseguir sus fines y perseguir a sus “enemigos”. La connivencia con la institución religiosa es muy patente y llegan a conseguir que las creencias justifiquen sus actos por el bien y la “salvación” general.

El populismo de izquierdas suele ser más burdo. Se le ve venir. Tiene que imponerse. Sabe que los poderosos, que la clase dominante no aceptará su triunfo y, entonces, se defenderá con uñas y dientes. Mal juego de poderes desiguales.

Estamos en esta red, tras un tiempo en que la socialdemocracia y los grupos más progresistas habían conseguido avances espectaculares en el ejercicio democrático y en el desarrollo del Estado del Bienestar, aparece una crisis provocada por el propio capital y sus administradores, de tal suerte que tienen que limitar las conquistas sociales de forma drástica. Deben hacer que la carencia se generalice y que se tenga que esforzar la población. Los ricos se incrementan, los pobres se extienden, incluso teniendo un trabajo. Las desigualdades crecen y la pobreza incrementa su base.

Sea en uno u otro de los escenarios posibles la realidad constata un incremento muy manifiesto de los partidos populistas de la derecha que se sitúan en la órbita de la extrema derecha. En USA, Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Reino Unido, Suecia, Polonia, Hungría, Austria, Alemania han explotado e invadido instituciones de un discurso xenófobo, machista, legtbifóbico, autoritario, racista y anti-libertad de expresión, con un fondo nacionalista restrictivo a lo que ellos consideran como “su territorio nacional”. Muy, pero que muy preocupante.

Por si fuera poco en Brasil, el país de mayor población y mayor extensión de Latinoamérica, obtiene un 47% de votos un candidato que se encuentra en esta dimensión de la extrema derecha. Esta opción es un peligro real.

En España el primer fin de semana del mes de octubre acontece una cita de un partido político minoritario pero que explosiona con aires de grandeza. Sus integrantes se agazapaban tras las siglas de las derechas del pp y de c’s, pero ahora se encuentran reconocidas por la presión de los otros países nombrados con anterioridad. Se validan y pueden decir que defienden poseer armas, o que el machismo es bueno, que los extranjeros deben marcharse, que la raza blanca es la dominante, que la población LGTBI es una enfermedad que hay que curar, que la democracia es poco razonable, que Franco no fue un dictador, se difunden sus ideas desde los medios de comunicación reyes de las fake news y tantas y tantas burradas más.

Se extiende como una mancha de aceite y algo hemos de hacer como ciudadanos del mundo libre y con ansias de libertad. Es necesario que no nos demos por vencidos, es necesario reaccionar y difundir lo que en realidad buscan estos populistas de extrema derecha tras un discurso aparentemente tan lógico pero tan demagógico como perverso.

Sara, no podemos aceptar que nos aplasten con esta lógica de ir a lo nuevo, su postura es engañosa y fascistoide donde reina la intolerancia a la diversidad y a la diferencia. Todos hemos de transformarnos en germen de ideas de progreso y colaboración para enfrentarse dialécticamente a las presiones mediáticas y políticas de la extrema derecha.

Brecht, escritor teatral y poeta hizo famoso un poema que otros se lo atribuyen a otro autor, pero lo importante es el mensaje en el que si todos permanecemos inertes, inmóviles y a la espera porque lo de Brasil, o Francia, o USA, o Italia, o Hungría o Suecia… no tiene que ver con nosotros y no nos comprometemos a que esto no progrese, entonces cuando nos llegue a nosotros el zarpazo de la extrema derecha ya no habrá población progresista dispuesta a luchas con nosotros porque fueron laminados previamente y no luchamos con ellos para evitar esa laminación.

Sara, este es un grito de esperanza y ánimo para alzarse frente a estos desalmados de la extrema derecha. No podemos ni debemos dejar que sigan progresando, hay que desmontarles su discurso con decisión y argumentos dialécticos rigurosos y sólidos.

Si no luchara por esto, me podrías decir que se perdió por mi inacción. Dispuesto a luchar y a seguir luchando contra la extrema derecha, a mi edad ya no tengo miedo porque se me consumió en la dictadura, no quiero otra experiencia así para ti.

Un beso fuerte, con todo el amor de tu padre.


José Luis Pedreira Massa, colaborador habitual de La Mar de Onuba, es Psiquiatra y Psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Profesor Psicopatología, Grado Criminología, UNED)
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